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GUERRA POR LOS FÓSFOROS

Quién no se acuerda de fósforos nacionales de marcas como Póker, El Viejo, Iris y Refuegos?. La dura competencia de una transnacional española las sacó del mercado. En Manizales solo sobreviven dos: El Rey y Vulcano. Luchan por mantenerse.

La guerra comenzó hace tres años. Las fábricas se cierran y luego sus marcas son adquiridas por el competidor extranjero.
Los industriales que han liquidado al personal se quejan de acoso y malas maneras de la competencia.
La Superintendencia de Industria y Comercio conoce el caso y ha comenzado a estudiar la eventual ocurrencia de prácticas restrictivas a la competencia.
Adios a Iris, Refuegos, El Viejo y Poker. Todo parece indicar que hasta El Rey, la más antigua compañía de fósforos del país, con 62 años de existencia estaría también llegando a una negociación con una multinacional. Superindustria investiga.
La industria nacional del fósforo está a punto de extinguirse. Hasta hace tres años seis empresas colombianas fabricantes de fósforos, coexistían en el mercado y competían duramente con una compañía extranjera. Hoy el panorama no podría ser más patético: sólo sobreviven dos fosforeras nacionales que pelean en el mercado con una multinacional española que hace cinco años entró al país.
Lo que ha sucedido en el transcurso de los últimos tres años es una prueba fehaciente de que la industria nacional del fósforo va camino a la desaparición, para quedar en manos de una multinacional. Cuatro productores ya han salido del mercado. Iris, Refuegos, El Viejo y Poker, acreditadas marcas nacionales con gran tradición en Bogotá, Medellín y Manizales, pasaron a manos de la misma competencia española, el Grupo Fierro.
Tan aguerrida lucha es por un mercado de aproximadamente 85 millones de cajitas de fósforos mensuales, cifra calculada por los propios empresarios conocedores del negocio.
Pero, cómo han salido del negocio quienes por años se sostuvieron en él?. Sencillamente no estaban en condiciones de competir en las nuevas circunstancias del mercado y antes que la quiebra, sus propietarios decidieron apagar la producción, aunque vendieron las marcas a la citada multinacional.
Inicialmente lo hicieron las de Bogotá y Medellín, esto es Iris y Refuegos, la primera con una corta existencia en el mercado nacional -unos tres años- y la segunda con más de 40 años en la capital antioqueña.
Las dos de Manizales, Poker y El Viejo, de gran tradición en el sector, cerraron en estos días. La primera, que alcanzó 49 años en el mercado, se liquidó en julio y la segunda, con cerca de 10 años de existencia, cerró hace un mes. Las marcas fueron a parar a la multinacional española.
Asfixiadas o acosadas
La industria nacional del fósforo comenzó a sentir pasos de animal grande cuando la Compañía Fosforera Colombiana, localizada en Mosquera, Cundinamarca, y propiedad de la firma sueca, Swedish Match Corporation, un gigante mundial en la fabricación de fósforos, vendió la sociedad a un grupo español.
A partir de esta simple y normal circunstancia de los negocios, las cosas comenzaron a cambiar para los fabricantes locales. La preocupación fue incrementándose cuando estos nuevos dueños, en agosto de 1991, comenzaron la construcción de la moderna fábrica Fonandes, en Sopó, Cundinamarca, capaz de abastecer el mercado nacional.
La guerra de precios se desató durante 1992 y los productores nacionales estuvieron dispuestos a dar la pelea, pero llegó el momento en que financieramente fue imposible sostener la lucha.
A todas estas, lo que parecía ser cada vez más evidente era el interés de la multinacional española por aumentar su participación en el mercado. Esto lo confirman los propios empresarios nacionales que negociaron con ellos y que hoy están por fuera de la industria del fósforo.
La verdad es que esto no tendría nada de particular, si no fuera porque, según testimonios de algunos industriales, la intención del grupo Fierro era eliminar la competencia a como diera lugar, utilizando las prácticas que fueran necesarias.
La guerra en materia de precios y el ofrecimiento directo de la compra de las fábricas nacionales se acentuó durante 1992. En el primer semestre de ese mismo año cerró Iris, la más pequeña y joven empresa del sector ubicada en Bogotá. Tenía cerca de 50 trabajadores.
En el segundo semestre, lo haría Refuegos de Medellín. Oscar Mejía Gutiérrez accionista y gerente de esta compañía antioqueña, con 43 años en el mercado, asegura que en más de una ocasión los españoles le propusieron comprarle. Para ellos era muy importante sacarme del mercado pues era uno de los grandes enemigos tanto en producción, calidad como en conocimiento . Mejía trató de sostenerse en el mercado, mientras las circunstancias empeoraban, hasta que un día se resolvió a pedir una suma fuera de órbita , pero ellos la aceptaron y me quitaron la fábrica, nunca pensé que me fueran a dar esa cantidad .
Para este abogado antioqueño una industria acosada, con necesidades de capital y sin poder ampliar, más bien acepta una oferta razonable para no perderlo todo. Refuegos cerró, liquidó todo el personal, unos 200 empleados, entre operarios y administrativos, y vendió la marca a Fonandes. La transacción terminó de hacerse en 1993.
Sigue Manizales
Manizales mereció el apelativo de capital mundial del fósforo, pues cuatro fábricas prosperaron allí. Sin embargo, hoy sólo dos continúan en el mercado.
La primera en salir de la capital caldense fue Póker, una empresa con 49 años en el negocio y que tuvo 140 trabajadores, los mismos que liquidó recientemente, tras llegar a una negociación con el grupo español, en la que los accionistas de Póker vendieron la marca a la multinacional. En julio esta fosforera dejó de operar.
Para Jorge Enrique Mejía Berrío, accionista y gerente durante veinte años de Fósforos Póker, todo es una consecuencia lógica de una economía de mercado abierta. Nos sacó del mercado un hecho real. Producíamos más caro que la competencia. Las cosas son como son , reconoce en una forma franca este empresario.
Un mes más tarde de la salida de Póker, El Viejo corrió igual suerte. Con diez años en el mercado y también nacida en Manizales, sus accionistas deciden liquidar y vender la marca a la multinacional. Hicimos demasiados esfuerzos. Durante dos años no modificamos precios, vendíamos sin margen de ganancia para sostenernos en el mercado, pero llegó un momento en el que ibamos derecho a la quiebra y preferimos cerrar , afirmó a Portafolio, Yolanda Montoya Jaramillo, gerente y accionista de El Viejo.
Lo cierto del caso es que ninguna de las propuestas de compra por parte de la multinacional se salió de los mismos términos, es decir, no hubo intención de asociarse, continuar con la fábrica o adelantar una operación conjunta diferente al cierra de las fosforeras y la venta de la marca.\ Sencillamente no quieren competencia , afirma la mayoría de los empresarios.
Guerra es guerra
Aún competido, cuando coexistían todas las fosforeras, el mercado estaba distribuido aproximadamente en un 48 por ciento para la Fosforera Colombiana, un 25 por ciento para Fósforo El Rey de Manizales, un 12 por ciento para Refuegos de Medellín y el 15 por ciento restante, lo compartían las otras cuatro fábricas.
Hoy, el ponqué lo comparten menos y el grupo español domina un 65 por ciento del mercado, El Rey mantiene su participación y el resto para Vulcano de Manizales.
Los empresarios afirman que están frente a un claro acosamiento, a través de la quiebra de precios, para, sencillamente, sacarlos del mercado. Así piensa Eduardo López Rubio, accionista y gerente de Fósforos Vulcano de Manizales, una compañía con poco más de veinte años en el negocio y que aún se resiste a salir de él.
Este empresario aseguró a Portafolio que recibió en más de una ocasión la oferta de compra por parte de la multinacional, pero que se ha negado persistentemente, por lo que ha debido enfrentar una guerra a muerte .
Cuando fue incrementándose la producción de la nueva fábrica en Sopó Cundinamarca, se hizo más aguda la caída en los precios, hasta llegar a los extremos de hoy , señaló López Rubio, tras precisar que mientras sus precios de fábrica son de 14.23 por cajita, el precio de distribución de la competencia, por ejemplo Refuegos, ya producido por Fonandes, es de 11.33.
Pero la guerra no se ha dado sólo en materia de precios, los distribuidores han jugado un papel importante. López afirma que la multinacional les ha quitado dos distruidores, La Manuelita del Valle del Cauca y Distribuidora Playa del Viejo Caldas.
Según el empresario, en Nariño, en donde la marca Vulcano es más fuerte y tiene el mayor dominio, la lucha ha sido dura, pues es la posibilidad de ingresar al mercado ecuatoriano.
Consultada por Portafolio, Alicia Delgado de Distrilar, una Distribuidora de Pasto que tiene a su cargo desde hace diez años la venta de fósforos Vulcano, reveló que ha tenido que hacer rebajas y promociones para sostener las ventas de Vulcano.
Aseguró que ha recibido llamadas de la Distribuidora Torreón, que tiene a su cargo las ventas de los fósforos producidos por Fonandes, para que tome su distribución y abandone a Vulcano.
Ha sido tal el interés para que realice la distribución de los fósforos de Fonandes que, aseguró Delgado que se le dan hasta 60 días de plazo, situación que financieramente no podría sostener Vulcano.
Ahora bien, el año pasado, aprovechando el posicionamiento que esta marca nacional tiene en el sur del país, Vulcano comenzó a mirar al mercado ecuatoriano, sin embargo, según reveló el gerente de la compañía, en el vecino país la multinacional española iba a registrar la marca de Vulcano, con diseño y todo. La empresa manizalita interpuso abogados y logró corregir este registro en el mes de julio de 1993.
Para muchos de los empresarios todas estas son muestras evidentes de una práctica de comercio desleal y que aún más, podrían llegar a tipificar una conducta de monopolio. La Superintendencia de Industria y Comercio ha entrado a investigar el asunto.
Portafolio intentó durante la semana pasada hablar con el gerente de la planta de Fonandes en Mosquera, Miguel Angel Andreis, y con el representante del grupo español en Colombia, Gregorio de Pablo Jiménez sin lograrlo.
El Grupo
El 8 de agosto de 1991 se constituyó la Fosforera Andina como sociedad anónima, y una semana después, también mediante escritura, adicionó el nombre de Fonandes.
El fin de esta empresa es fabricar y vender fósforos, cerillas y encendedores de todo tipo. Sin embargo, el objeto de esta empresa señala que podrá efectuar toda clase de operaciones comerciales, comprar, vender y en general realizar todos los actos que le resulten necesarios para el cabal cumplimiento de su objeto social .
Inicialmente Fonandes se constituyó con un capital autorizado de 300 millones de pesos, del cual se suscribieron 185 millones de pesos. Participaron en la constitución el ciudadano español Gregorio De Pablo Jiménez y los abogados de la firma Brigard y Urrutia, Carlos Urrutia Holguín, Carlos Umaña Trujillo, Francisco Urrutia Montoya y Luis Lizarralde Cala. De ellos, sólo De Pablo Jiménez continúa como accionista. Los demás vendieron. Sólo Carlos Umaña Trujillo es actualmente asesor jurídico de Fonandes.
Los accionistas registrados a junio de 1993 son la esposa de De Pablo, Cristina González Moreno y sus hijos Jaime, Alvaro y Beatriz De Pablo, todos extranjeros. El capital suscrito pasó de 185 millones en 1991, a 1.114 millones de pesos en el 92.
Uno de los ex-accionistas señaló que no se acordaba de haber pertenecido a esta sociedad, y tampoco el monto por el cual enajenó sus acciones.\ Y aunque hasta el año 1992 la empresa no había comenzado a producir, ese año compró la marca de Fósforos Refuegos, que fue registrada en los estados financieros dentro de los intangibles, por un valor de 24.8 millones de pesos.
Fonandes adquirió también la marca El Viejo y el dos de septiembre de este año presentó la solicitud para obtener el traspaso de Póker. Actualmente la Superintendencia de Industria y Comercio estudia el traspaso de la marca Iris, que aunque cuenta con tres solicitudes -una de ellas de Fonandes-, no se ha concedido hasta el momento.
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