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SE BUSCA UN SUCESOR DE EL PIBE

Y quién va a reemplazar a Carlos El Pibe Valderrama? En el contexto del presente resulta una pregunta descabellada porque a nadie le asoma una pizca de duda: el jugador samario atraviesa por el mejor momento de su carrera deportiva. Sin embargo, el interrogante se lanzó y se clavó como un dardo en medio de esta celebración que aún embriaga a Colombia por el histórico triunfo sobre Argentina 5-0. Lo hizo una persona que va más allá del Mundial de Estados Unidos-94. Y aterriza, de un salto, en el torneo del 98.

VICTOR ROSAS A.
Valderrama es para Colombia lo que fue Pelé para Brasil, también Johan Cruyff para Holanda y lo que Maradona representa para Argentina. Como símbolo, es lo mismo. En la escala de valores es igual; por supuesto, guardadas las dimensiones que se desprenden de una historia o una tradición.
Brasil, tierra pródiga en astros balompédicos a través de todos los tiempos, aún divaga por su geografía en busca del sucesor de Pelé, un hombre que participó en los tres títulos mundiales del scratch, además de la alegría que le transmitía al pueblo en cada contacto con la pelota.
Argentina se lamenta por desechar a ese fenómeno llamado Diego Armando Maradona, quien con todo y sus excesos gastronómicos, hubiera representado una virtud que jamás se puede medir en kilos: genialidad. Y un rasgo que sólo transmiten los fuera de serie : liderazgo.
Son casos que confirman la excepción a la regla cruda de que nadie es irremplazable en la vida. Porque Holanda, tras el retiro de Cruyff, dejó de llamarse Naranja Mecánica luego de disputar las finales del mundo en el 74 y 78. Y el fútbol no se acabó. Al contrario, este pequeño país siguió sorprendiendo por su fertilidad: Gullit, Rijkaard, Van Basten, Koeman, Berckamp. Sólo que Cruyff es... Cruyff.
Estos hombres, con el solo hecho de pisar la grama de un estadio, parecen retribuir el dinero de una boleta. Tienen ese raro encanto de atraer, de hacer voltear las miradas, de hacer disfrutar al público con su presencia, como si fueran los redentores de causas perdidas o los llamados a llenar los vacíos del alma.
Todo el mundo los quiere seguir. Y se dejan. Hasta cuando, precisamente, tocan un campo de fútbol: allí sólo están para sus compañeros. Los enemigos sufren al tratar de pisarle los talones. Los buscan y no los encuentran porque poseen ese don de Dios de emerger solitarios en el lugar y el momento justos en una cancha.
Carlos El Pibe Valderrama es así. Siempre lo fue. La diferencia estuvo en tradiciones, jerarquías, tácticas, mentalidades, circunstancias, idiosincrasia. La misma vida de un país acostumbrado a ser vapuleado desde los camerinos.
A Pelé lo arroparon en la cuna de la gloria desde los 17 años. Maradona ya estaba cotizado en 12 millones de dólares a los 19. Cruyff fue el niño consentido de Rinus Michels cuando todavía era dieciochoañero... Y Valderrama? Una noche, cuando departía con unos amigos en una esquina de Pescadito, lo metieron a la cárcel con el cuento de moda en ese entonces: marihuana. El pelo largo del Pibe , ensortijado, fue la única prueba. Melena era sinómino de vicio. Nada más.
En Colombia no se sabe de ídolos. Hay que protegerlos, consentirlos, porque son los únicos capaces de brindar satisfacciones plenas, un millón de emociones, enarbolan la alegría de un pueblo. Cobijar a estos talentos naturales es la mejor recompensa para ellos, mucho más que los millones de billetes verdes que puedan caer a su alrededor.
Una vez, en su paso por Millonarios, El Pibe se presentó a entrenar con un guayo en un pie y con un tenis en el otro. Y fue devuelto porque la disciplina está por encima de todo. Pese a que el técnico de ese entonces, Jorge Luis Pinto, rogó para que no lo transfirieran porque es un diamante para pulir , el cuadro albiazul decidió desencartarse . En Colombia, a los héroes no se les perdona el más mínimo error...
Por eso, sólo hasta 1987, cuando el mundo puso los ojos en El Pibe , Colombia pudo darse cuenta de lo que tenía en casa. La lentitud desesperante, crítica muy reiterada, pasó a ser lentitud genial . Los pases empezaron a tener el encanto del artista, sus patadas fueron sublimes.
Quién entiende? Cuando se iniciaba este proceso hacia la eliminatoria, la inclusión de Carlos Valderrama fue tema polémico. Y enfrentaron, de paso, a los técnicos. Que Hernán Darío Gómez no lo tenía en sus planes. Que Francisco Maturana era un defensor incondicional porque parecía uno de esos ejemplares de una especie en vías de extinción: el lirismo.
Gracias al cielo! No cabe duda: El Pibe es poesía y magia, toque y encanto. Un símbolo para un país. Y de ahí la pregunta que ya no parece descabellada . Quién ocupará el lugar de Valderrama el día que cuelgue los guayos?
Pachequito?
Jorge Luis Pinto lo tuvo bajo su dirección en Millonarios entre 1984 y 1985.
En sus comienzos era inmaduro, no tenía personalidad, mostraba inseguridad, no exhibía temperamento. Cosas obvias porque venía de un ambiente escaso en estas cuestiones que son disciplinarias.
Le faltaba entrenamiento del mundo profesional. Llámese vivencias, madurez, sacrificio. Un problema general del futbolista colombiano, al que hay que aguantarlo y aconsejarlo. Más aún en jugadores como él, en donde el talento flota a borbotones.
Me culpan de echarlo de Millonarios. Pero no fue así. Testigos están directivos de Millonarios a los que le rogue, en el momento de mi salida, que no lo vendieran. Simplemente, era rígido porque era un diamante en bruto para pulirlo.
Un reemplazo en la Selección? El que más se acerca es Pacheco. Está al lado de él. Tiene talento y puede moldearlo con las enseñanzas de El Pibe . Sin embargo, hay cosas que jamás van a llegar: cerebro, inteligencia. Eso es innato. Es como el brillante músico en sus interpretaciones: a todos les suena bien .
No lo vemos
Miguel Augusto Prince, el técnico de Millonarios, fue compañero de Carlos Valderrama en su paso por Millonarios. Un análisis como jugador y una reflexión ahora como estratega:
En estos momentos no hay un jugador en Colombia que lo pueda reemplazar. Y lo que parece más preocupante: en las nuevas promociones no se vislumbra.
Lo único que uno puede rescatar como cercano es lo de Víctor Pacheco. Por su habilidad, por su talento, pero falta comprobar la condición cerebral para manejar un equipo.
El Pibe tuvo sus problemas para darse a conocer por la falta de oportunidad. Es un mal general en nuestro medio: un jugador que pinta, se le exigen resultados de inmediato. Y eso es poco probable aquí y en cualquier parte del mundo. Por eso, tenemos que trabajar en eso porque, de pronto, algunos se pierden en medio de esa exigencia.
De hecho, es una falla de nuestro fútbol: el talento de los volantes. Y es una plaza que aún requiere de los extranjeros para cubrirla en muchos equipos. No es una crítica. Es una realidad para asumirla y tener la responsabilidad para trabajarla. Porque elementos los hay... .
Un ejemplo
Luis Augusto García fue el director técnico de la Selección Colombia a la Copa América de 1991 en Chile. Y allí estuvo Carlos Valderrama.
No veo un jugador de esas características. Talento natural, pasador insigne. Juega todos los partidos de un torneo. No se lesiona y eso para cualquier técnico es una garantía.
Ejemplo dentro y fuera de la cancha. Es el único que, en mi vida profesional, he visto como lava su ropa interior, sus suspensorios, arregla sus guayos.
Ni a Pachequito lo veo en esa posición. En el fútbol colombiano hay muchos Pachequitos y un solo Valderrama.
Es un jugador que hace la pausa, mete el balón, con la intuición para saber a dónde dirigirla.
Alguna vez escuché una frase que retrata de cuerpo entero el significado de Valderrama: Es tan bueno que hace jugar a los malos.
El día que falte en la Selección no significa que el fútbol colombiano se acabe. Es importante, pero siempre habrá que tener alternativas. Lo cierto es que se tendrá que cambiar un poco el esquema, el estilo. Porque nadie auxilia más a un compañero como lo hace El Pibe . GRAFICO MAC
VICTOR ROSAS A.
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