Disponga de una cordillera, con picos infranqueables, sembrada de caminos y pasos de montaña que sólo conocen los habitantes locales, y condiciones ideales para hacer docenas de guerrillas invencibles.
Coloque todo ésto como frontera entre dos ex integrantes de la URSS. Al norte, déle a Rusia 200.000 kilómetros cuadrados y deje que la historia de los pasados setenta años divida a los seis millones de habitantes de la región que son turcos, mongoles, iraníes, caucásicos y de otras 100 nacionalidades en ocho republiquitas distintas, todas pertenecientes a Rusia y con varios de sus pueblos sintonizados en la onda independentista, que ha creado una veintena de países nuevos en el mapa europeo en el último año.
Al sur, ponga a Georgia, un país del tamaño del Viejo Caldas. E inclúyale otras tres repúblicas etnia, dos de las cuales quieren la independencia o la unión con Rusia.
En este paisaje, instale los actores y ponga en marcha el drama.
Abjasia es parte de Georgia, queda en la frontera con Rusia y está poblada por una minoría abjasia (musulmana) y una mayoría georgiana (ortodoxa), amén de rusos, armenios y griegos. Hace dos meses se declaró independiente.
Tropas del Consejo de Estado georgiano, presidido por Eduard Shevardnadze, la invadieron para impedir su salida de Georgia. Se desató una guerra que deja hasta ahora más de 50.000 refugiados y cientos de muertos.
La Confederación de Montañeses del Cáucaso, que agrupa a 14 pueblos de la región en el lado ruso (incluidos musulmanes), armó y envió a varios miles de voluntarios a Abjasia a combatir contra los georgianos. El problema abjasio Chechnia es una de las ocho republiquitas del lado ruso. Está poblada por musulmanes y se declaró independiente de Rusia. Desde ella, el ex presidente georgiano, derrocado por los hombres que hoy gobiernan junto a Shevardnadze, dirige la oposición armada interna para volver al poder. El presidente chechén, que le dio asilo, tomó partido por Abjasia y mantiene su capital como sede de la Confederación.
Como los montañeses y Chechenia, varios pueblos de la región la cual entre otras cosas está sembrada de armas simpatizan con sus hermanos abjasios.
El gobierno ruso llamó a conversar a las partes, apoyó a Abjasia y pidió a Georgia el retiro de sus tropas de esta región y el reconociendo de su integridad territorial (es decir que Abjasia le pertenece), lo cual le ganó la enemistad de la oposición en Moscú y de todos los actores pro-abjasios en el Cáucaso. Ilegalizó la Confederacion de Montañeses y envió un grupo de la Procuraduría que puso preso a su líder principal, en la capital de otra republiquita de la zona, Kabardino-Balkaria.
Se armó un mitin de 30.000 personas por su liberación. El gobierno local declaró el Estado independiente, y libre al jefe montañés. El mitin se convirtió en huelga, duró una semana y sus demandas se extendieron a pedir la renuncia del gobierno local y la salida de las tropas enviadas de Moscú para controlar el orden.
Entre tanto, seguía la guerra en Abjasia. Los abjasios consiguieron misteriosamente tanques y artillería y, con apoyo de los montañeses, infligieron en los últimos días dos serias derrotas a los georgianos y se apoderaron de la zona fronteriza con Rusia.
Shevardnadze amenazó con enviar a 40.000 reservistas. Los montañeses hicieron un congreso, respondieron que en ese caso enviarían a 40.000 voluntarios, llamaron a todo el Cáucaso a no reconocer el tratado constitucional de Rusia entre sus repúblicas federadas y a crear un ejército unificado en la zona.
El gobierno ruso está en posición cada vez más difícil. Empezó de intermediario en un conflicto en un Estado vecino. Su política le ganó la antipatía de sectores de la población del Cáucaso que exigen apoyo incondicional a los abjasios. La antipatía se convirtió en oposición activa con la desafortunada intervención de sus agentes de la Procuraduría contra los montañeses.
La cual, además, avivó las brasas nacionalistas en la región y dejó en dudosa situación a los gobiernos que ahí le son fieles. Y, para completar, Georgia empieza a acusarlo de proveer de armamento a los abjasios y el Ministerio de Defensa ruso ya menciona la posibilidad de choques armados con ella. Como dijo Shevardnadze hoy, el odio amenaza con extenderse a toda Rusia .