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CORONARÁN A LA CULTURA

Un sábado tuve que ir a un liceo y me emocioné viendo la biblioteca llena de muchachos. Pensé este país está salvado ... desafortunadamente el profesor me aclaró que esos eran los alumnos que tenían castigados... . Esta anécdota que cuenta Juan Luis Mejía resume lo que el Gobierno quiere cambiar en materia cultural en Colombia: que la educación no haga de la cultura un castigo, sino una posibilidad de disfrute.

Los cambios apuntan a muchos frentes, pero parten de la base de la educación hacia los niños y los jóvenes, encaminada a la formación y al desarrollo de aptitudes.
Se trata de que la cultura no sea circunstancial sino esencial. Por eso no quieren que ella sea castigo y, mucho menos, que esté castigada con la indiferencia, el poco presupuesto y la dispersión. Esa es la razón de la Ley General de la Cultura, que también busca sacar la cultura de las academias, los museos, los conservatorios y los teatros; pero sobre todo del estigma de ociosa, con que tan frecuentemente se relaciona.
Y la causa de ese cambio no es una actitud paternalista, es la respuesta a los espacios que ha ganado la cultura en Colombia en los últimos años. La historia muestra contrastes: por un lado los creadores se han sentido huérfanos, por el otro el Estado ha entrado a participar, pero en muchos casos con una actitud paternal, y finalmente, todavía está muy generalizada la concepción de que en medio de todos los problemas que vive el país, la cultura no tiene carácter prioritario.
Hoy el Estado quiere asumir una nueva actitud frente al tema y, de ser posible, contagiar a la gente de ese nuevo espíritu. El proyecto incorpora los mandatos de la Constitución, el informe de la Misión de sabios sobre Ciencia, Educación y Desarrollo y la experiencia adelantada por el Instituto Colombiano de Cultura en los últimos años: acceso a la cultura, descentralización a través de los fondos mixtos, promoción de la creación e intercambio de experiencias y productos culturales.
Apoyar sin intervenir parece ser el eje del proyecto de la Ley de la Cultura que acaba de entrar en el Congreso. Un eje que se estructura bajo la figura del Ministerio de la Cultura que congregará a todas las entidades de orden estatal que realicen actividades culturales; retomará el Sistema Nacional de Cultura, y desarrollará espacios para la creación y el acceso a la cultura. Su misión también es vigilar que se cumpla la política cultural que propone el Estado.
La creación del Ministerio es lo que más polémica ha generado hasta ahora en torno del tema. La burocracia, la posibilidad de que se convierta en un comodín político y, lo que es peor, que no alcance a desarrollar lo que propone la Ley, son los temores más frecuentes.
Dos de los creadores del proyecto, Juan Luis Mejía, director de Colcultura, y Juan Gustavo Cobo Borda, asesor presidencial para la cultura, presentaron su defensa del proyecto, en puntos concretos como las razones para crear el ministerio, los beneficios para los creadores, la descentralización, el presupuesto y el acceso a la cultura por parte del público.
POR QUE UN MINISTERIO?
Juan Luis Mejía. La cultura ha rebasado las capacidades de Colcultura, y para dar las respuestas que el país demanda, el esquema del Instituto es insuficiente; hay necesidad de crear un organismo superior. Al igual que hace 26 años, cuando había muchas entidades culturales sueltas y se creó Colcultura para agruparlas.
Cuando se repasa la lista de entidades culturales, se ve que muchas no están adscritas a Colcultura. Están irrigadas en todo el Estado: en el Ministerio de Gobierno está adscrito el Archivo General de la Nación y la política general de archivos; en Transporte funciona la división de Monumentos Nacionales; en Desarrollo funciona el IFI con el cine y está también Artesanías de Colombia; la Radiodifusora Nacional y Audiovisuales hacen parte del Ministerio de Comunicaciones...
Se trata de que sea un órgano con cierto poder político y de convocatoria. Colcultura en este momento es insuficiente para eso. Desde un instituto, que es un segundo nivel de rango dentro de la jerarquía estatal, no se pueden fijar políticas para entidades de otro ministerio. En la Ley planteamos tres vasos comunicantes que son fundamentales con otros ministerios para fortalecer los programas culturales: la ciencia, las comunicaciones y la educación.
Juan Gustavo Cobo. Con la misma filosofía con que Lleras Restrepo creó Colcultura, el Presidente Samper tiene la voluntad política de reconocer la importancia de este campo. Hay muchas formas, y una es darle asiento en el Consejo de Ministros y en el Conpes, y usar esa posibilidad tanto en Colombia, como en el exterior para promover una cultura que cada vez tiene más vigor y vigencia.
PRESUPUESTO
JGC. Tenemos como base lo que le pide la Unesco a los Gobiernos para la cultura, que es el uno por ciento del PIB; eso está en la mente de todos.
JLM. El Estado asigna un presupuesto aproximado de 21.000 millones para la cultura, pero esto es sólo para Colcultura, porque hay otros presupuestos pero están irrigados en distintos ministerios y organismos. Pero si logramos unificar todos los presupuestos del Estado frente a la cultura, podemos más que duplicar el presupuesto de Colcultura (actualmente es del 0.05 por ciento del PIB). Lo cierto es que el problema no es tanto de recursos o de carencia de estos, sino de dispersión.
BUROCRACIA
JLM. El postulado es no crear más puestos, pero tampoco irrespetar los derechos adquiridos. Colcultura tiene 700 personas. La burocracia somos como setenta. Lo demás están en la Biblioteca Nacional, los museos Nacional, Santa Clara, 20 de Julio y Colonial, la Banda, la Orquesta, el Teatro Colón, El Instituto Colombiano de Antropología, los Parques Arqueológicos, el Centro de Restauración, el teatro del Parque Nacional, la Escuela Nacional de Arte Dramático...
DESCENTRALIZACION
JGC. En todas partes se están produciendo cosas, pero quizás por esa misma falta de redes culturales las regiones están en mora de comunicarse. En las grandes ciudades sí hay acceso a los programas, pero a las otras comunidades no están llegando por falta de canales.
JLM. El gran reto de la Ley es poner a dialogar este país interregionalmente, porque este proceso de las autonomías regionales nos está convirtiendo en un archipiélago de culturas. Muchas veces lo popular se queda en la autocomplacencia de la región; se necesita diálogo y confrontación para que haya enriquecimiento. El Ministerio tiene que poner a dialogar esa diversidad, esas regiones que en el fondo son las que están construyendo la nacionalidad.
COMO INTEGRAR AL PAIS
JLM. Primero, hay que poner a circular los bienes culturales. Por ejemplo, cuando todas las ediciones se están quedando en el lugar de origen, no cumplimos con la labor de diálogo regional.
Segundo, hay que aprovechar los canales regionales de televisión. Lo que pretendemos es que lo que están produciendo Colcultura, Audiovisuales y los canales regionales pueda circular. De nada sirve esa especie de autocomplacencia regional, no estamos generando un diálogo, que sí se puede dar a través de los canales públicos de televisión.
Y tercero, hay que crear escenarios de encuentro y confrontación tanto regional como nacional. Por ejemplo a través del programa Crea hemos generado unos espacios de diálogo de las culturas populares del país. Eso hay que multiplicarlo, generar lo que dice la Misión de los sabios, las fiestas populares como espacios de expresión cultural de la región.
EDUCACION
JLM. El libre acceso y el disfrute de la cultura tienen que partir de la educación, una educación un poco mirando al siglo XXI. Es vivir la experiencia estética. Procurar que el sistema educativo no sirva para generar temores y aislar la educación de la cultura. Es que esa concepción de cultura como las bellas artes solamente ha sido un problema endémico y alejó a la gente del goce de la experiencia estética y muchas veces lo convertimos en un factor de tortura.
La educación no ha sabido incorporar las ventanas que la cultura tiene hacia el mundo. Todo el programa de los nuevos curriculums tienen que partir de un acercamiento agradable a la cultura.
Lo que necesitamos es, y vuelvo a la Misión de Sabios, aprender a utilizar en los medios educativos los sistemas que ofrece la electrónica contemporánea.
El acceso a los bienes de la cultura parte de la educación, pero el Estado tiene que suministrar los mecanismos para que una vez que la experiencia estética esté estimulada que pueda ser continuada.
Y el Estado tiene que generar las formas de distribución y circulación de los bienes culturales, y de todos los espectáculos culturales, porque eso no se está dando. Hay que acabar con los impuestos a los espectáculos, hay que generar las condiciones para la distribución de esos bienes se dé y que los canales públicos de televisión los socialicen.
QUE PUEDE ESPERAR EL CREADOR?
JGC. Lo que podemos decir es muy poco con relación a lo que ellos pueden hacer con la Ley. Tengo la idea de que nunca se ha hecho tanto con tan poco. La Ley hay que pensarla como la creación de un clima favorable para el creador en el cual él va a encontrar más caminos. Tratamos de facilitar las cosas, que los incentivos y el apoyo sean muy explícitos.
Va a haber un crecimiento mutuo del creador y su público porque él va a poder seguir desarrollándose.
El ministerio también reconoce implícitamente el valor de la vocación creativa. Muchas personas eligieron otra cosa cuando lo que querían elegir era cultura. Eso es muy importante en el informe de los sabios cuando habla de las vocaciones, porque cada quien tiene que desarrollar su vocación creativa, y es que quizás hay una especie de seudo consenso social de que las de la cultura son vocaciones improductivas.
Y EL PUBLICO?
JGC. Hay que recalcar cómo ha crecido en la gente el nivel de apetencia, de información y de valoración. El hecho de que los grupos y los artistas hayan ganado con sus trabajos ha hecho que a la vez llegue público. Por ejemplo, el público no pudo ver lo que hacían sus escritores porque a diferencia de México y Argentina, nosotros no teníamos industria editorial, y sus obras aparecieron en los periódicos. Es importante en el caso de los ministerios que el público crezca con los autores, los rechace o los apruebe.
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