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LA MITOLOGÍA MÉDICA

El mito es ese estado intermedio entre el dios y el ser humano, creado por el hombre ante lo inexplicable, cuando al observar ciertos fenómenos no encontró inicialmente su causa, descubriéndoles a cambio, propiedades conocidas previamente por aquel. A las negativas asimiló la enfermedad y es así como en la primitiva civilización egipcia, de la que hemos venido hablando, la derrota del dios Set a manos de su hermano Osiris se concibió como causa de las llamadas pestes o plagas de las que hace referencia la Biblia, pues con el veneno de sus lágrimas, se dice, aniquiló plantaciones y sembrados y dejó aparecer el inmenso desierto, a cuyas puertas del legendario río Nilo se alzan las pirámides de Gizeh, que guardaron los restos de los faraones Keops, Kefrén y Micerino, así como la esfinge que da entrada a la primera de ellas, escultura de cuerpo animal y rostro humano, semidestruido este por las vandálicas tropas en la invasión napoleónica, como se muestra a los visitantes hoy en día

Atribuyó a los eclipses el resultado del mal de ojo del dios Rha, trayendo a la tierra las tinieblas, como al trueno el dolor de cabeza del dios Horus, todo lo cual hizo necesaria la intervención de quien cerca de ellos calmase sus dolores y privase a los mortales de sus consecuencias.
Así aparece Imhotep, hombre de extraordinarias condiciones humanas en el servicio a sus semejantes, manifiestas en su vida y deificado al morir, quien a la manera de los hechiceros interponía sus buenos oficios con estas intenciones.
Para curar entonces la enfermedad, se valieron luego los hombres de su intervención y construyeron por primera vez templos, en donde reunidos los pacientes se imploraba su protección y en los que sus seguidores repetían suplicantes los proverbios por él enseñados en busca de alcanzar la salud perdida, constituyéndose en los orígenes de los hospitales, como que eran a la vez albergues u hospedajes de aquellos que acudían en demanda de curación y al tiempo, lugar de adiestramiento para quienes quisieron convertirse en continuadores de sus principios, hoy llamadas facultades de medicina, aunque sus postulados hayan derivado exclusivamente a la enseñanza de esta ciencia, pero siempre basados en principios de abnegación y ética, fundamentos de esta hermosa profesión, escogida por cuantos sienten dentro el impulso natural de entrega al servicio de sus congéneres, sin esperar en recompensa nada distinto de la satisfacción de haberlo hecho, pues otros objetivos podrán ser alcanzados en actividades diferentes, que no en el apostolado de esos primitivos suplicantes , traducido desde aquellos tiempos en el símbolo sempiterno de quienes por vocación abrazan la profesión médica.
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