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LA COMISIÓN DE PAZ DEL SENADO

Han aflorado nuevas y profundas discrepancias en torno de la comisión de paz creada recientemente al interior del Senado de la República. Superadas las primeras vicisitudes asociadas con alguna inquietud partidista sobre la coordinación de la comisión, en el día de ayer, al aire por una emisora radial, y comentando la información política aparecida en las páginas de EL TIEMPO, el presidente del Congreso, senador Juan Guillermo Angel expresó su determinación categórica de abstenerse de asistir a las próximas deliberaciones de la comisión hasta tanto ésta no reconsidere sus procedimientos y metodologías.

Redacción El Tiempo
Los espontáneos dañan las corridas , dijo Angel en términos taurinos, mientras lo escuchaba también al aire y al otro lado de la línea el senador Samuel Moreno Rojas, coordinador de la comisión.
Así, al propio tiempo que reiteraba su inconformidad por el manejo de la comisión, Angel insistió en la importancia que tiene la debida coordinación de esfuerzos entre los senadores que la integran y el Gobierno Nacional.
En efecto, para ello se ha definido un conducto mediante la creación de la figura del Alto Comisionado para la Paz, quien avanza en el proceso de preparación del informe que deberá entregar al Presidente de la República -a quien reporta di rectamente- cuando se cumplan los primeros cien días de gobierno, de conformidad con lo que se anunció al país en el discurso de posesión del nuevo mandatario.
El país aguarda con gran interés los contenidos de este informe y valora la actitud prudente y discreta que ha caracterizado al Alto Comisionado, doctor Carlos Holmes Trujillo, desde cuando asumió el cargo.
Desde estas mismas páginas y en repetidas oportunidades hemos celebrado las manifestaciones de buena voluntad provenientes de diversos estamentos de la sociedad colombiana que quieren brindar su concurso en procura de la reconciliación entre nuestros ciudadanos.
Eso es loable y está claro. La paz en Colombia necesita muchos socios, muchos aliados, de toda procedencia y de toda condición. En esa medida son alentadoras, sin distingo, las voces que apuesten sinceramente en favor de las iniciativas de entendimiento y que aporten nuevas luces para la superación de nuestras contradicciones y conflictos.
Sin embargo, y a pesar de que advertimos firmes deseos de servir al país entre los destinatarios de las enérgicas apreciaciones del senador Angel, compartimos también sus reflexiones al advertir que estos esfuerzos, para que surtan efecto, no pueden ser fruto de la alegre improvisación.
Por otra parte, consideramos oportunas las reflexiones que llaman a la cautela y a la mesura en este delicado frente de la vida nacional, pues estamos transitando por una coyuntura llena de oportunidades y, a la par, llena de sensibles desafíos.
La búsqueda de la paz, aun cuando demanda imaginación y creatividad, no se puede convertir en un espectáculo taquillero, de esos que paso a paso, en vivo y en directo, se transmiten por todos los medios en simultánea nacional.
La paz no se puede construir entre reflectores, grabadoras, micrófonos y cámaras de televisión, como tampoco recurriendo, otra vez, al frustrado expediente de los protagonismos personales que ha sepultado tantas veces en el pasado iniciativas de paz, aún parciales, que habrían podido concluir exitosamente.
Los ejemplos de nuestra historia reciente son contundentes y, en consecuencia, deberían aportar muchas lecciones.
Consideramos, respetuosamente, que esta es una buena oportunidad para que los miembros de la Comisión de Paz del Senado revisen su dinámica de trabajo, sus objetivos, sus metodologías y sus estrategias, de manera que logren canalizar en forma positiva toda su capacidad de convocatoria, toda su dedicación y toda la buena voluntad que han expresado con tanta elocuencia.
Redacción El Tiempo
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