Pero, mientras el tiempo nos permita tener perspectiva histórica, los colombianos, en la coyuntura, oiremos más bochinches. Como los de Sierra y Mejía. Habrá nuevos titulares insidiosos como: Gobierno volvió para al otro Mellizo ; o A Juan Carlos Sierra, alias el Tuso, el Presidente, en un escandaloso reversazo, le dio el estatus de jefe de las Auc.
¿Por qué siempre esos escandalizados y descalificadores titulares y comentarios sobre la desmovilización de las Auc? La razón es la antagónica caracterización de la situación de inseguridad que vivió Colombia hasta el 2002. Una, elaborada por las Farc y acogida implícitamente en los titulares la de solución negociada, la otra, de Uribe, Seguridad Democrática.
Las Farc se autodefinen fuerza insurgente, antagonista del Estado y las élites, en conflicto social y político armado, y a las Auc como organización de narcotraficantes que hacen trabajo sucio para los opresores.
Impusieron la idea de que, como son unos libertadores, lograr la paz supone eliminar las justas causas de la lucha del pueblo en armas, y arrasar a los paras. Esa definición arrastra a tener calificaciones bondadosas para unos y trinantes para los otros: ¡que las Farc aprovechan creativamente el tráfico para obtener renta de la coca, mientras los paras son simples traquetos!; ¡que las Farc incurren tangencialmente en actos de terrorismo; pero las Auc son terroristas! La guerra prolongada amella las espadas, oxida los fusiles y, sobre todo, ennegrece el alma. La guerra unió a Farc y Auc, los volvió igualitos: los que comenzaron hablando de política y viajando a Moscú o La Habana, hoy van a Nueva York a inspeccionar embarques; quienes comenzaron con embarques, hoy se reúnen con el presidente Arias, la OEA o el CICR, y hablan de política.
Mientras existan, los guerreros harán masacres y ajusticiamientos como los de Tacueyó o de Castaño.
La doctrina de Seguridad Democrática, en cambio, predica que es obligación enfrentarlos y que un final negociado depende de ellos mismos. Si cesan acciones hostiles, la sociedad les ofrece penas alternativas y reinserción.
El mérito de Uribe es habernos sacado de un atolladero, de una maraña teórica. Colombia es una democracia legítima; alzarse contra ella, aduciendo motivos políticos, no es eximente sino agravante. Con la aplicación de esa doctrina, hoy las Farc padecen lenta extinción (deserciones, cero reclutamientos, bajas y capturas), el Eln está en diálogos formales y las Auc tienen a sus líderes en prisión, sometidos por voluntad propia a la justicia, confesando masacres, secuestros y expoliaciones a los campesinos, quienes se aprestan a reclamar reparación. Otros huyen, solitarios, pero sin representar grave peligro para la sociedad.
Pregunto: ¿vale la pena, es legítimo, sí o no, suspender las órdenes de extradición de desmovilizados de Auc, Farc y Eln, con la condición de que respeten la ley? Máxime si, como dicen los indictment de extradición de Sierra y Mejía y los de las Farc, todos son reconocidos dirigentes de bandas terroristas. Uribe decidió que sí. Por eso ha otorgado la suspensión de la extradición de Sierra, y lo hará con los otros que pertenezcan a organizaciones armadas en cese de hostilidades.
*Consejero presidencial