Repasar la vida del productor, actor y director de cine Lester Brown o Philip Jacobs, o como quiera que se haya llamado, es conocer a fondo la historia de la megaindustria del cine, desde sus inicios, pasando por sus capítulos más vergonzosos, como las persecuciones políticas, por culpa de las cuales Brown o Jacobs tuvo que mantener siempre en secreto su identidad e inventarse nuevas personalidades para poder hacer cine.
Ricardo Silva, novelista y crítico de cine de la revista Semana, desde hace dos años se subió a la montaña rusa de construir la imagen de Brown o Jacobs, desde la llegada de su familia al continente americano, hasta su extraña muerte, en 1993. El resultado es El hombre de los mil nombres, una novela en forma de crónica minuciosa sobre la vida del misterioso productor.
¿Cómo es que de historias sencillas y urbanas como Parece que va a llover y Tic, pasa a una monstruosa como esta? Tenía otras historias bogotanas en mente, pero las cosas no me habían acabado de pasar. Esta la tenía desde 1998 y sentí que era el momento de contarla. De todas formas, este productor es parecido a los de los libros anteriores, porque es alguien que no se deja someter por su entorno.
También en esta novela junta sus dos pasiones: el cine y la literatura Siempre me siento como dos personas distintas. Este fue el momento de no sentir vergüenza de ninguna de las dos. De todas formas, no me puedo desvincular ni de una ni de la otra. Como crítico, veo al menos unas seis películas a la semana. Por eso también puedo decir que vivo en las salas de cine, como vivo en Bogotá, en donde trascurren las historias de las anteriores novelas. Lo que me gusta del cine es que hay ficciones que definitivamente lo salvan a uno de la realidad.
En cierta forma, el estilo de esta novela es muy cinematográfico Quería hacer algo similar a la obra de Orson Welles o Billy Wilder, cercano al documental, pero sin serlo.
Igual que en las anteriores, a esta novela también le tiene un sitio interactivo en Internet. ¿Ya hace parte de su trabajo como literato mantener ese mundo paralelo en la red? Mis novelas son para gente que mantiene abierto el Internet todo el tiempo, que lee rápido. De ahí la necesidad de que las historias y los personajes tengan un lugar tangible, y la gente necesita ese reflejo. De hecho, El hombre de los mil nombres está escrito por alguien que tuvo que mantener Internet abierto todo el tiempo, mientras hacía la investigación de la historia de Hollywood y sus protagonistas.
¿Qué películas lo salvan de la realidad? Encuentros cercanos del tercer tipo; El dormilón, de Woody Allen; Pinocho, de Disney; El resplandor, de Stanley Kubrick, y Por unos dólares más.
¿Quién es realmente Lester Brown? Es un personaje tan fabuloso como los grandes productores de los años 40, de Hollywood, estilo Goldwyn o Meyer, de quien solo quedan los logos de la multinacional. A ellos era a los que de verdad les gustaba el cine, porque se ocupaban hasta el último detalle por sus películas. De eso no queda nada.