Y por qué no irán los entendidos? Tal vez ya han visto mucho. Y los aburre y hasta los desespera ver aquel novillero sin el sitio adecuado. O a lo mejor echándose el toro encima, porque aún no sabe manejar bien los engaños. Pueda ser que los saque de quicio el novillero que quita la muleta a medio pase. O, peor, a casi todos, que no logran templar la embestida. Y más todavía, los enerva ver que un novillo con raza es desperdiciado a base de trapazos.
Pero hay que ir. Vendrá un futuro en que uno o varios de esos principiantes sean figuras. Y habrá mucho qué decir de ellos. Y se tendrá el orgullo de comentar de los que vieron hacerse a un torero, que le auguraron futuro. Y vendrán las anécdotas. Esas que cuentan quienes vieron a Rincón, o ya, a Diego González. Y a El Puno, a El Cali, a Pepe Cáceres...
Hay que acompañarlos. Pero, entonces, cómo y cuándo y dónde aprende un novillero? Y de qué viven y cómo logran conseguir un dinerito para comprar una muleta de segunda o nueva? Cómo, si no es pasando estas angustias ante novillos grandes y ante bastante público como se va, por lo menos, perdiendo un poco de miedo? El pasado domingo en Bogotá, el ganadero Orbes envió un encierro, que fue superior a los novilleros, en su gran mayoría. Algunos porque por la falta de oficio aún no tienen las suficientes condiciones para lidiar un novillo grande, con algunas complicaciones y además con raza. Otros, porque en verdad, los novillos no les ayudaron mucho, o nada. El primero de la tarde, para Marcos Prieto, y el último, para Joselito Hernández. Criticarlos en la parte artística sería extenso. Pero hay que decirles a algunos de ellos, que tengan más concentración. Las oportunidades son escasísimas, y a los toros, aún estando detrás de la barrera no se les puede perder de vista. Y a sus compañeros, así sean novilleros tampoco. Cada quien tiene algo que aprenderle. Por ello más ojo al ruedo. Menos charla y más cuidado. Y qué decirle a Curro Valencia, que después que le sonaron los tres avisos, regresó riendo, feliz, como si acabara de hacer una gracia. Por Dios, recuerde Curro, que esa oportunidad muchos la desean, y al asunto hay que ponerle la mayor seriedad y respeto.
Por lo demás se vio también en algunos, como en Ricardo Santana de Cali, el trabajo de la escuela taurina. Ejecutó los mejores muletazos de la tarde. Y ha aprendido a ejecutar la suerte de matar.