Se estudió el problema desde dos frentes: por un lado, el transfondo de la violencia en lo económico y social; y por otro, se llevaron a cabo investigaciones de casos en regiones particularmente violentas como las zonas esmeraldíferas, el Magdalena Medio santandereano, Córdoba, Sumapaz, las regiones de colonización de la Orinoquia y Amazonas y Medellín. Los resultados Los estudios confirmaron que en el origen de la violencia está la debilidad del Estado. Esto ha dado origen a un poder local privado, que se va haciendo público, al sustituir al poder oficial en una de sus funciones básicas: proveedor de infraestructura y de servicios.
Es el caso de la zona esmeraldífera del occidente de Boyacá, que estudió detalladamente la antropóloga María Victoria Uribe en el libro Limpiar la tierra. Guerra y poder entre esmeralderos. En esa zona encontró la investigadora un caso de extrema violencia privada, consecuencia de acelerados procesos de poblamiento en una región con escasa presencia del Estado y de la Iglesia Católica.
El poder local privado va de la mano de un aparato militar fuerte. Lo que allí sucede es, para los investigadores, común a otras zonas del país. Por ejemplo, las regiones donde se han establecido terratenientes, guerrilleros y narcotraficantes. Se dan unas relaciones muy particulares basadas en solidaridades primarias y dependencias económicas; aquí las traiciones y el no acatamiento al poder local se pagan con la vida.
Son extensos territorios de Colombia en donde el Estado no ha podido llegar o tiene una presencia muy débil o en donde la justicia pública no se imparte. Las Fuerzas Militares en estos sitios no hacen presencia o son hostigados, sino es que se unen a estos poderes regionales.
En el libro Limpiar la tierra se muestra cómo los partidos políticos poco o nada tienen que hacer en la zona esmeraldífera porque los caciques regionales no pueden competir con los enormes recursos de los poderosos esmeralderos. En otros escenarios y con actores diferentes ocurre igual. Magadalena Medio Otra de las conclusiones de los estudios regionales es la de que la ruptura o desaparición de partidos de oposición ha dado origen a movimientos violentos. Magdalena Medio: colonización y conflicto armado del abogado Alejo Vargas Velásquez, retrata este hecho.
Vargas sostiene que en los Santanderes se dio una desbandada de militantes del MRL hacia movimientos guerrilleros como el ELN. Los testimonios recogidos en este libro dan cuenta de muchos líderes estudiantiles de la Universidad Industrial de Santander, así como dirigentes obreros que al acabarse el MRL se decidieron por la vía armada, al calor de la ola revolucionaria que se vivía en ese momento por el triunfo de la revolución cubana.
Influyó también en esa decisión la poca presencia de la Iglesia Católica que nunca se modernizó. A mediados del siglo XX seguía actuando con esquemas del siglo XIX y para una sociedad basada en la parroquia rural. El autor sostiene que, años atrás, una situación similar se dio al acabarse el gaitanismo, y después se repitió con la desaparición de la Anapo. En Medellín De otro lado, el surgimiento de actores violentos en escenarios propicios, es una de las conclusiones a que llegaron los autores de las Subculturas del narcotráfico, Alonso Salazar y Ana María Jaramillo, en su estudio sobre la violencia de Medellín. Afirman cómo el crecimiento y desarrollo de otra ciudad dentro de la capital antioqueña que solo vino a reconocerse en la violencia ante la mirada pasiva de autoridades municipales y nacionales, dio origen a la comuna y ahí aterrizaron los narcotraficantes sin que nada ni nadie se los impidiera.
La inexistencia de la justicia pública fue la causa del crecimiento desmesurado de la justicia privada y de ahí se pasó a acciones de limpieza social , consideradas, en un primer momento, como un servicio a la sociedad, terminando en las milicias populares que se han venido extendiendo a otras ciudades. Los diálogos La creación de un espacio público para la solución de los conflictos y el agotamiento en el modelo de negociación Estado-guerrilla, es uno de los aportes que se hace en otro de los libros. La investigación De la Uribe a Tlaxcala. Proceso de paz de Mauricio García Durán, analiza con lente de lupa las conversaciones de paz desde el Gobierno de Barco hasta el presente, escarbando por todos los rincones, a fin de encontrar las causas de las rupturas recurrentes.
Ni contigo ni sin mi , como dice el bolero, parece ser la situación en que se hallan Gobierno y guerrilla. Para García Durán, sin embargo, este tire y afloje puede ser beneficioso para las partes.
Del terreno político se salta al económico. Consuelo Corredor, economista, se subió al tren de la investigación dos años antes y empató con el grupo. En su trabajo Los límites de la modernización, la autora sostiene que no ha debido darse una sustitución del Estado por parte de las élites económicas ni de los partidos políticos y que el desarrollo económico no se debió realizar prescindiendo de las condiciones sociales, culturales y políticas de la nación y de las regiones que se pretendían desarrollar. No puede haber modernización sin modernidad , sostiene Consuelo Corredor. Otra mirada El paquete investigativo trae también miradas diferentes. Es el caso del libro: Las Fuerzas Armadas: una mirada civil, de Elsa Blair. La investigadora realiza un estudio de los militares desde la sociedad civil. Analiza cómo este sector ha sido aislado de los otros estamentos sociales y a través de testimonios militares en retiro, elabora una historia de esa historia.
Así mismo, para Fernán González, director de la investigación, los estudios regionales aportaron elementos de análisis frente a los movimientos guerrilleros. Ante la incapacidad de sustentar un proyecto político coherente afirma González sectores como el ELN se decidieron por una opción puramente militar, sin tener en cuenta que poco a poco perdían el apoyo de sectores estudiantiles, obreros y medios de la población, que en un primer momento los apoyó.
Las FARC, por su parte, que surgieron como un movimiento de autodefensa campesina, con una gran base social de apoyo, privilegiaron lo militar como el fin de la lucha sin importar el cómo. En muchos casos, se han descompuesto llegando, a la bandolerización.
Una diferencia importante aquí es la lectura de estas dos posiciones. Mientras al ELN le ha costado deserciones importantes, las bases de las FARC, por estar tan alejadas de los centros urbanos y por carecer de alternativa siguen en sus filas. Se hallan en mitad del fuego cruzado de una guerra que no es la de ellos, pero cuyos costos tienen que pagar como si fuera la de ellos . Un avance Para algunos intelectuales y académicos el valor del estudio radica en abordar casos particulares y enfatizar el papel que cumplen actores determinados en escenarios particulares, lo que va en contravía de las generalizaciones, tan corrientes en este medio.
Así mismo sostiene Jaime Zuluaga, investigador del Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional, es un importante avance el haber sometido el desarrollo de los principales trabajos particulares a discusión en grupo y en haberlos sacado del CINEP, para discutirlos en foros y seminarios con otros investigadores . El interventor de la investigación fue el sociólogo Daniel Pécaut. Su distancia con los hechos le permitió una mirada desapasionada. Sus recomendaciones fueron un valioso aporte , dice Consuelo Corredor. Con su experiencia de investigación para su libro Violencia y Orden sobre la historia de Colombia en el período de 1930 a 1954, Pécaut era un excelente interlocutor . La lectura de cada uno de los libros aporta piezas diferentes en este rompecabezas de la violencia en Colombia y aun cuando no se completa el panorama total, los pedazos por encontrar ya no son muchos.