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Actualidad de la crisis petrolera

Difícil es para muchos entender el conflicto en que, periódicamente, se ven comprometidos el Ministro de Minas y el Gerente de Ecopetrol con sus críticos. ¿Será un año o diez antes de empezar a importar el crudo?

Parecería, al atender las informaciones oficiales suministradas por estos
funcionarios, que su gestión es más y más exitosa con el transcurso del
tiempo. Basta reproducir los balances de la Empresa Nacional de Petróleos
para llegar al convencimiento de que no vamos de mal en peor, sino de mejor
en mejor. Solamente, cuando se tienen en cuenta las alzas en el precio del
petróleo en el mercado mundial, se corre el velo sobre el misterioso
crecimiento de que tanto se ufanan los funcionarios en sus comunicados.
Ellos mismos fueron, en años anteriores, víctimas de esta multiplicación de
los panes, cuando tomaron seguros para conjurar la posible baja del petróleo
y ocurrió exactamente lo contrario: subió tanto el precio de los
hidrocarburos que, en un solo año, se perdieron más de 100 millones de
dólares, no tanto por imprevisión como por previsión errada, jugando a la
baja, cuando se debía jugar al alza.
No quiere decir esto, en modo alguno, que se trate de personas incompetentes
ni, menos, deshonestas. Sucede, sí, que vienen de actividades distintas a
las que se les han encomendado y así como se puede ser un hábil comerciante,
familiarizado con el intercambio de bienes y servicios, el hecho de ser
ajeno a un negocio tan complejo como el de los combustibles fósiles puede
transformarlo en un mediocre administrador del patrimonio público.
Seguramente, con la experiencia de estos años, ya no se incurrirá en errores
comparables a los cometidos en los primeros meses de su iniciación, cuando
aún no era bien claro que en el negocio de los combustibles, a tiempo con la
guerra en Oriente Medio , era muy difícil acertar y se podía incurrir en
errores, como debió ocurrir en multitud de países en donde la especulación
en estas materias era prácticamente desconocida. Coincidió el sacudón en las
estructuras domésticas con la más grave crisis de precios de toda la
historia de la industria petrolera.
Es así como ya nadie cree en la prosperidad, fruto de la administración a
nivel doméstico, sino que todo el mundo sabe que el alza, mantenida por la
Opep, obedece a un fenómeno universal por el desequilibrio entre la oferta y
la demanda, con base en el hecho incontrovertible de que la primera crece
geométricamente con las compras de la China y de la India, a tiempo que la
oferta apenas aumenta en cantidades apreciables para una época normal, pero
no para época de crisis, como la generada por la simultaneidad entre la
guerra de Irak y la súbita voracidad de las potencias asiáticas.
En cuanto a Colombia, las reservas petrolíferas disminuyen y los ingresos
por petróleo aumentan. Sin embargo, entre los factores que propician el
aumento de la producción, en sentir de los expertos, está el alza de los
precios del petróleo y del carbón en cuanto que se vuelve rentable aquel
que, por su costo, ya había dejado de serlo en razón de la profundidad de
los pozos y otras limitaciones tecnológicas.
Así, pues, se menciona, como una consecuencia benéfica del alza de los
precios en los mercados mundiales la restauración de yacimientos ya
abandonados desde hace años, pero que resucitan en función de cada nueva
alza. En Colombia, por ejemplo, se han vuelto a explorar yacimientos como el
de Infantas u otros que ya estaban fuera del comercio. No se trata,
entonces, de una genialidad administrativa, sino de un fenómeno económico de
carácter universal, reflejo de ese otro, que es el alza propiamente dicha,
como es la posibilidad de recurrir a yacimientos aparentemente agotados.
Quienes no conocen esta experiencia ya generalizada en todo el planeta,
pueden admirar la noticia de que, en Colombia, pese a no haber conseguido
nuevos descubrimientos, se haya aumentado la producción en 15 mil barriles
diarios. Idéntica experiencia se está llevando a cabo aun en los propios
Estados Unidos y en Canadá, para no traer a cuento el ejemplo de países más
pequeños.
Entre los muchos recursos a que se ven obligados los países carentes de
combustibles minerales se cuenta el apelar a los carburantes de origen
vegetal, como el etanol y el biodiesel, y más allá de recurrir a los
subsuelos propios, son muchos los países, como el Brasil, que se comprometen
a explorar y explotar en territorio ajeno a través de Petrobras. Es una idea
que ha comenzado a agitarse en Colombia cuando se habla de la posibilidad de
una alianza con el Ecuador, para que Ecopetrol opere en territorio
ecuatoriano, ya sea en busca de petróleo o de gas, en procura de conjurar el
agotamiento de nuestras reservas. Puede así concebirse la esperanza de que
el pozo confiscado por incumplimiento de una empresa canadiense en el
Ecuador, pase a manos colombianas mediante un contrato de concesión o de
asociación. Algo que se mencionó en el debate del pasado 30 de mayo sobre
política petrolera en el Senado de la República, cuando, con una inversión
de 350 millones de dólares y un costo de 19 dólares el barril, se presentó
la oportunidad de operar un yacimiento ecuatoriano que permitía obtener la
increíble utilidad entre el precio de costo y el precio en el mercado
mundial, ya fuera según los precios del Golfo de México o los del norte de
Europa.
En todo caso, hubiera sido una excelente inversión, que se desaprovechó
cuando toda clase de estudios demostraban su bondad y Colombia dejó pasar el
tiempo ante la supuesta sospecha de que iba a tener que competir con la
China, al decir del ministro. Bien podrían decir los funcionarios
colombianos, plagiando el verso español: “Culpa fueron del tiempo y no de
España”.
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