Mientras no superemos la caótica situación creada por la violencia, el terrorismo y la corrupción, no será posible una paz estable, indispensable para tener un aceptable nivel de bienestar colectivo. Por eso, todos estamos obligados a contribuir al logro de esta meta. Los contradictores del Gobierno con propuestas y críticas constructivas y los partidarios con su apoyo leal y consecuente.
Ahora bien, para acabar con la violencia y la corrupción es necesario principiar por aceptar que mientras no acabemos en nuestro territorio con el negocio del narcotráfico ello será prácticamente un imposible. Es por ello que he venido insistiendo sobre la necesidad de reflexionar acerca de una nueva estrategia en esta lucha, pues la costosísima política que hemos mantenido por más de tres décadas no ha dado resultado.
Esta fue una de las razones que nos movió a unos ciudadanos preocupados por la situación del país a elaborar y hacer pública, en febrero de 2004, una Propuesta para un Post-conflicto que consolide la Paz. Este documento fue publicado y destacado en los periódicos de provincia, El Heraldo de Barranquilla, La Patria de Manizales y El País de Cali, y ha sido tema de discusión en diferentes escenarios.
Además, se requerirá la aplicación de unas rígidas medidas disciplinarias que puedan corregir los torcidos comportamientos de los funcionarios oficiales, en particular cuando se trata de miembros de la fuerza pública, institución que tiene a su cargo garantizar la soberanía de la nación y el orden interno, respetar y hacer respetar los derechos colectivos e individuales de los ciudadanos y que, por lo tanto, están obligados a ejercer con ejemplar rectitud y honestidad sus funciones.
De otra parte, tenemos que estar conscientes de que una paz estable en nuestro país va a demandar un prolongado y sostenido esfuerzo en muchos campos, con el fin de alcanzar las condiciones que la hagan posible. Además, se requerirá de nuevos instrumentos legales que contribuyan a implantar los cambios y ajustes necesarios para obtener un crecimiento económico, dinámico pero equitativo, y un desarrollo socialmente justo. Tengamos claro, también, que la estabilidad de la convivencia ciudadana dependerá de que se reduzcan progresivamente las desigualdades, que se combata con eficacia la pobreza y que se generen oportunidades para todos.
Finalmente, opino que el post-conflicto tiene que seguir siendo tema del debate nacional. Hay que concebir las políticas indicadas, e ir aplicándolas desde ya para evitar los problemas sociales que suelen presentarse después de la firma de una paz y que, de no ser así, fácilmente se puede regresar a una nueva situación de violencia. Sobre este tópico volveré a comentar en próxima nota.
Ex embajador de Colombia en Bruselas.
"La estabilidad de la convivencia ciudadana dependerá de que se reduzcan progresivamente las desigualdades.