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Las caras del TransMilenio

La voz de la grabación les recuerda a los pasajeros que la próxima estación es La Campiña.

“Son las 6 a.m. del 31 de mayo de 2006”, añade, una parada antes de que uno
de los 841 buses rojos de TransMilenio llegue al Portal de Suba, el más
grande de los siete que tiene el sistema.
El bus salió a las 5 a.m del Portal de Usme, media hora después de que lo
abrieran. Atravesó la ciudad en casi una hora, parando apenas en 11 de las
114 estaciones contando las de la avenida Suba, NQS, Américas y Jiménez.
Aunque llega con pocos pasajeros a su destino final, en su recorrido recogió
a cientos de madrugadores y los repartió a lo largo de 32 kilómetros de
ruta.
Varias de las personas que se montaron en el Portal de Usme, antes de que el
sol saliera, llegaron desde algunos de los 267 barrios que cuentan con el
servicio de 344 buses alimentadores.
El bus, ruta c17, llega a Suba. Afuera, en los amplios andenes de la
estación, un centenar de personas aguardan para llenarlo. El chofer, a quien
se le condenó al ostracismo desde la inauguración del sistema, el 18 de
diciembre del 2000, tiene apenas un par de minutos para descansar.
Las puertas se abren y una estampida humana trata de ocupar las 48 sillas
vacías que hay, sin darles espacio por donde pasar a los que se bajan. Los
demás deberán viajar de pie. La luz roja que denuncia exceso de peso se
enciende cuando un par de personas empujan a los demás hacia adentro para
ganarse un espacio. Nadie se inmuta, los empujoncitos y la alarma hacen
parte de la cotidianidad del popular ‘Transmilleno’. También los vendedores
de golosinas, ‘lo que escoja a mil’, monas del mundial y demás, que se las
ingenian para pasar levemente desapercibidos en las entradas de los puentes.
“Si no dejan entrar, pues toca acá”, dice una robusta negra caleña que vende
cocadas.
En un par de minutos, el articulado, con más de los 160 pasajeros para los
que tiene capacidad, pasa de largo por ‘21 ángeles’. La estación se iba a
llamar ‘Los Pinos’, pero, tras el accidente automovilístico en que murieron
alumnos del colegio Agustiniano Norte, las autoridades tomaron la decisión
de bautizarla en honor de los pequeños.
Las puertas se abren, de nuevo, en la única estación elevada del sistema:
‘Suba-Av. Boyacá’. Aunque parezca que ya no cabe alguien más dentro del bus,
un nuevo grupo de personas logra que la luz roja vuelva a encenderse. Nadie
se baja. Al fin y al cabo, afuera, ocho de cada 10 bogotanos se disputan el
espacio que les ofrecen más de 20.000 buses y 60.000 taxis.
Después de 25 minutos, el bus está en ‘Marly’, una de las estaciones de la
Caracas. Los usuarios más curtidos ya saben cómo esquivar los baches en las
láminas del piso, que no cesan de rechinar recordando el ritmo frenético de
la vida urbana. Uno que otro desprevenido debe esforzarse para que los
tacones de sus zapatos no se enreden en algún hueco.
Mientras los usuarios se quejan, la administración del sistema asegura que
el 66 por ciento de las 3.000 láminas que estaban deterioradas, fueron
reparadas. Sin embargo, la Contraloría Distrital, entidad encargada de
destapar, en febrero de 2002, la pérdida de más 5.000 millones de pesos por
cuento de los problemas con las losas, advirtió, en un reciente informe, que
más del 90 por ciento de las estaciones de la primera fase del sistema tiene
daños en el techo, el piso, las barandas o las máquinas registradoras.
De Usme a Suba
A las 6 a.m. de cualquier día entre semana, alrededor de 120.000 personas se
movilizan por el sistema TransMilenio.
Los buses, debido al tráfico y las aglomeraciones humanas, ruedan por debajo
de su velocidad promedio diaria, 26, 5 kilómetros por hora. En las
estaciones, más de mil orientadores les explican a quienes aún no se acoplan
a la nueva nomenclatura cómo llegar a su destino y la popular ‘chichonera’
colombiana se forma alrededor de los mapas.
–Mija, eso vámonos pa’ Flores, que ahí nos pasa el que nos lleva al portal–
le dice un campesino de ruana y sombrero a su mujer, después de comprender
con más rapidez que varios jóvenes bogotanos los intringulis del nuevo mapa.
La cuestión de ubicarse, al parecer, no es tan compleja. Usted mira el color
y la letra de la zona en la que está y de la zona para la que va. Luego,
deberá buscar el mapa del trayecto que une las dos zonas, los números de las
rutas que hacen ese recorrido y los horarios.
“Los primeros días esto era un despelote, pero la gente hizo la fácil:
aprender qué ruta le sirve para ir del trabajo a la casa y devolverse”,
asegura Isabel Serrano, usuaria fiel de TransMilenio.
Las requisas
Miles de personas bajan a la ciudad desde las laderas surorientales, cada
mañana, en busca del dinero para subsistir. Arborizadora Alta es uno de los
barrios de Ciudad Bolívar que cuenta con servicio de alimentadores. Por sus
calles pasa un par de las 61 rutas que recogen pasajeros en los lugares más
apartados de Bogotá.
La situación en la zona es de alarma constante por la presencia de grupos
armados ilegales. Por eso, las requisas son el pan de cada día para cientos
de personas que pasan por el Portal de Usme. Mientras el articulado hace su
recorrido, cuatro miembros de la Policía Metropolitana registran, en pleno
movimiento, a cada uno de los pasajeros.
“Si es por el bien de todos, debemos colaborar”, dice una resignada madre
después de que uno de los agentes descubre a su bebé para comprobar que no
esconde un “artefacto explosivo”.
El alimentador llega al Portal. En los andenes, cientos de personas pisotean
la prohibida línea amarilla en una espera ansiosa del bus que los lleve a su
destino. Ahora, uno de los 30 buses verdes que le prestó Pereira a la ciudad
se estaciona en medio de la multitud y abre sus puertas.
En segundos, las 48 sillas están llenas de nuevo. Los demás deberán viajar
de pie.
heccan@eltiempo.com.co
OTROS NÚMEROS DEL SISTEMA
Por el Portal Sur pasan más de 25.000 pasajeros diarios.
En el del Norte la cifra se sube a 80.000.
La estación final de la calle 80 tiene un flujo intermedio: 68.000.
19 de cada 100 bogotanos que se movilizan en transporte público, lo hace en
Transmilenio.
2.700.000 tarjetas de viaje circulan a lo largo del sistema.
22 minutos dura un viaje entre el centro de la ciudad y Suba.
En poco menos de una hora, se puede viajar desde el Portal de las Américas
hasta el de la Calle 80.
Los Portales de Usme y Tunal abren a las 4:30 a.m. Los otros cinco lo hacen
media hora después. Todos cierran a la misma hora, 12:00 p.m.
7.500 personas han trabajado en el sistema desde su inauguración.
''En la esquina de la 76 con Caracas es muy bueno, cada que cambia el semáforo
pasan más de cien personas”.
Jeison Alvárez, vendedor ambulante de 24 años.
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