Dejó el balón y se quedó con los libros. Definió su vocación como escritor pero nunca perdió su pasión por el fútbol. Hoy es un diletante de ese deporte y su promotor en el plano literario. Como periodista nunca se resistió a cubrir un buen partido y ahora, como escritor, y con la calentura del Mundial de Alemania, lanzó el libro Dios es redondo, una serie de ensayos alrededor del deporte más popular del mundo.
Dios es redondo tiene el mérito de ser un libro democrático y universal, porque si bien Villoro confiesa ser hincha del Necaxa y se nota que su padre, un inmigrante español, lo matriculó en su infancia en la cuerda del Barcelona, cualquier fanático del Real Madrid o del América de México lo puede leer si sentirse agredido o incómodo.
Es un libro sobre el fútbol arte, el fútbol-vida, el fútbol- moral, el fútbol-poder, el fútbol-entretenimiento.
No es, afortunadamente, un tratado de estrategias, ni está lleno de esquemas del tipo 4-4-2 o 4-3-4. Pero tampoco es un ensayo sesudo lleno de referencias literarias. Está en el punto medio y toma lo mejor de los dos lenguajes.
Villoro pone la metáfora al servicio del balón y el experimento funciona.
Mezcla erudición futbolística con filosofía y literatura. No inventa verbos nuevos para describir alguna jugada de Ronaldinho.Respeta la palabra como Maradona el balón.
La devoción de Villoro por el fútbol es tal que, se deduce de su libro, así como tiene los de Gabo, Vila-Matas o el Quijote, también le guarda un espacio a los de Michel Platini (Mi vida como un balón), Maradona (Yo soy el Diego), Jorge Valdano (Sueños de fútbol y Los cuadernos de Valdano).