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¿Y por qué somos 4 millones menos?

El 19 de septiembre del 2002 en el Hospital de Kennedy en Bogotá, con la compañía de funcionarios del gobierno, periodistas y cámaras de televisión, nació Nicolás Martínez Ramírez, el colombiano que hasta la semana pasada se consideraba simbólicamente como el número 44 millones. (VER GRÁFICO: PROMEDIO FECUNDIDAD (HIJOS POR MUJER))

LAURA CHARRY
Su ‘reinado’ se le acabó por cuenta de los resultados del Censo 2005, cuyas
cuentas sostienen que en realidad la población del país es hoy de 41’242.948
habitantes, cuando según las proyecciones del mismo Dane para esta época
deberíamos ser 45 millones.
Este nuevo dato no solo sorprendió a Nicolás, que a sus escasos tres años y
medio no alcanzó a dimensionar el honor que le fue concedido, sino también a
expertos demógrafos, que ya empezaron a expresar sus dudas con respecto a
los primeros resultados que se conocen del Censo.
Jairo Núñez, investigador de la Universidad de los Andes, sostiene que la
dramática reducción que tuvo el ritmo de crecimiento de la población (que
hace 21 años aumentaba al 2,4 por ciento anual y hoy lo hace al 1,02 por
ciento), “no se la cree nadie”, pues ese es un nivel de países desarrollados
y no de naciones como Colombia, que aún están en el mundo emergente.
La misma impresión tiene Julio Silva Colmenares, director del Observatorio
de Desarrollo Humano de la Universidad Autónoma, para quien un descache de 4
millones debe generar dudas, pues significa que todas las proyecciones del
país sobre salud, educación, vivienda, etc. están mal hechas y quizás se
necesite menos de lo que se cree “eso, si los datos están bien”.
En el Dane aceptan que un crecimiento anual de la población como el que
tiene hoy Colombia es el mismo de Estados Unidos y que llegar a este punto
era inimaginable en los años 60, cuando la explosión demográfica parecía
incontenible, pero hoy la realidad es otra y la explicación para este
fenómeno se basa en dos factores: la emigración y un mayor control de la
natalidad.
La metodología de los censos anteriores no incluía un ajuste por el tema
migratorio, porque se partía de la hipótesis de que el número de personas
que se iban de Colombia era igual al de las que llegaban al país. Por lo
tanto, el efecto neto de las entradas y salidas era nulo y no tenía ningún
impacto en las cuentas globales de población.
Cambio metodológico
Sin embargo, desde los primeros años de la década de los 90, y especialmente
hacia finales del siglo pasado y principios del actual, se acentuó la salida
de colombianos hacia el exterior en una proporción mucho mayor a los que
regresaban y la hipótesis mencionada dejó de ser cierta.
Según los registros del Ministerio de Relaciones Exteriores y del DAS entre
1998-2002 se aceleró la salida neta de colombianos hacia otros países. En
promedio anualmente se fueron por los aeropuertos 220.000 personas. El
número de personas que no regresan se disminuyó hacia el 2003, pero de nuevo
ha venido creciendo.
Por ello, explican en el Dane, en el Censo se hicieron los ajustes
pertinentes y por efecto de la emigración se redujo el número de residentes.
El segundo factor que afecta el ritmo de crecimiento de la población es el
control natal, pues a nivel mundial en los últimos cuarenta años el uso de
contraconceptivos se ha cuadriplicado y Bangladesh, junto con Colombia,
según el Dane, se señalan como casos demostrativos de efectividad en el
control natal, aunque la entidad reconoce que en el caso de las mujeres más
pobres las cifras se apartan notoriamente del promedio.
La consecuencia de esta situación es una caída de la tasa de fecundidad, es
decir, que hay un menor número de hijos por mujer y un menor número de
personas por hogar (ver gráfico), lo cual también puede ser producto del
aumento de las uniones libres – cuyas parejas se cuidan más de tener hijos–
la vinculación de la mujer al mercado laboral y la mayor educación de la
población.
LAS CIFRAS AÚN SON PRELIMINARES
Aunque ex directores del Dane como María Eulalia Arteta consideran que es
prematuro hacer juicios sobre el Censo, pues faltan muchas cifras y datos
detallados, otros como César Caballero, quien también ocupó ese cargo,
consideran precisamente un error no revelar toda la información al mismo
tiempo y haber optado por irla dando ‘a pedacitos’.
Arteta piensa que los cambios que se han presentado son lógicos, después de
12 años en que no se hacía censo y que además el Dane está cumpliendo con lo
prometido. “La evaluación se hará en la etapa poscensal”, enfatiza. En el
Dane dicen que todos los resultados estarán listos para diciembre.
Por su parte, Caballero insiste en que en los censos serios se entregan
todos los datos completos y que en este caso lo más importante no es conocer
el consolidado, sino cómo fueron los cambios de población en los municipios
para saber si la plata se está repartiendo bien.
Otra duda la plantea Harold Banguero, decano de Ciencias Económicas y
Administrativas de la Universidad Autónoma de Occidente en Cali, quien dice
que el Dane debería advertir que las cifras que se conocen hasta ahora son
provisionales y sujetas a ajuste, pues en este tipo de mediciones siempre se
realiza una encuesta poscensal, en la cual se vuelve a visitar
aproximadamente el 1 por ciento de los hogares, para cotejar el nuevo
resultado con el inicial y por comparación sacar el error que se cometió.
En el Dane anunciaron que esa encuesta poscensal se hará a finales de este
semestre.
APROBACIÓN DEL CONGRESO Y METODOLOGÍA
Las dudas de los especialistas sobre el Censo no solo se refieren a los
primeros resultados, sino también a la metodología, que ha sido polemizada
desde antes de iniciar el conteo. Jairo Núñez, investigador de los Andes,
dice que si el Censo no tiene toda la credibilidad necesaria, es factible
que el Congreso no lo apruebe, tal como sucedió en 1993, y por ende,
recursos tan importantes como las transferencias se sigan repartiendo con
base en el censo de 1985.
“Y eso es gravísimo para poblaciones como Buenaventura, que por los
deplazados tiene más de 400.000 personas y le siguen girando como si solo
fueran 280.000”, sostiene.
A esto se suma, la anotación de Cesar Caballlero, ex director del Dane,
quien dice que los congresistas que vean que sus regiones van a resultar con
menos población y por lo tanto con menos recursos, van a dar la batalla para
no aprobar el Censo, lo cual no se daría si este proceso contara con un
respaldo por consenso de la academia y por ahora ese no es el caso.
44’574.055 es el número total de colombianos, sumando los que viven dentro y fuera del
país. Esta cifra se aproxima más a las proyecciones hechas con base en
censos anteriores, pues se calculaba que para febrero del 2006, la población
debería ser de 45 millones.
LAURA CHARRY
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