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CLAVE 1956 EXPLOSION EN CALI

Un convoy militar compuesto por seis camiones cargó la dinamita el día anterior en el puerto de Buenaventura, y partió sobre las 12 del día con destino al polvorín de San Jorge en Cali. Pasada la medianoche, los seis camiones arribaron a la ciudad con su embarque mortal. En razón a que la carga solo podía ser entregada hasta el día siguiente, los dos suboficiales responsables del cargamento, sin medir los riesgos, solicitaron autorización para parquear los vehículos en la plazoleta del antiguo ferrocarril del Pacífico, frente a las dependencias de la Policía Militar. En la cabina de cada camión quedó de guardia un centinela.

Apenas había transcurrido una hora de la llegada cuando, de improviso, la serena noche de víspera de feriado en Cali estalló con vocación de juicio final. Un relámpago rojo, inmenso, centelleó un instante y el retumbar de mil truenos conmocionó a la trasnochadora ciudad.
Lo que fuera hasta comienzos de los años cuarenta, el puro centro de Cali, con su movida estación del ferrocarril y su multicolor rosario de hotelitos, tiendas, fondas, almacenes de repuestos y talleres, desapareció en una fracción de segundo.
El epicentro de la catástrofe no era más que una tronera de 60 metros de diámetro, por 25 de profundidad.
Entre las calles 12 y 25 y las carreras 1a. a 7a., en ocho manzanas a la redonda, la atmósfera polvorienta le imprimía al sector el aspecto de ciudad arrasada por un bombardeo. Unas pocas estructuras metálicas retorcidas apenas se sostenían, y bajo las ruinas se oían los quejidos angustiosos de las víctimas atrapadas. Los casi trescientos vehículos que transitaban o se encontraban parqueados en las vecindades aparecieron como abstractos monumentos de chatarra.
En las siguientes 15 manzanas, se habían desentejado todas las edificaciones y los muros de muchas de ellas amenazaban con desplomarse. Las palmas más altas, orgullo de los caleños, aparecían como siniestras varas negras desplumadas.
En el cementerio la onda explosiva abrió las bóvedas, lanzando al exterior los despojos humanos y dejó sin puertas los establecimientos comerciales del sector.
Las edificaciones y alojamientos de los soldados de la compañía destacada del Batallón Codazzi y de la Policía Militar de la 3a. Brigada - lugar en donde se estacionaron los camiones desaparecieron atomizadas.
El general Alberto Gómez, Jefe Civil y Militar del Valle, se reunió con sus oficiales, 15 minutos después de la explosión, y ordenó movilizar todos los recursos militares en ayuda de las víctimas. El primer parte oficial se emitió por la radio a las 4:50 de la madrugada y en las primeras 24 horas se sucedieron otros 19 comunicados.
Al amanecer, todas las cadenas radiales iniciaron un maratónico despliegue informativo, atendiendo la angustia de miles de caleños que buscaban avisar a sus familiares, en el resto del país, sobre su estado de salud. Gente humilde hacía cola frente a las emisoras portando papelitos con los datos que necesitaban transmitir.
Esa misma tarde, la Televisora Nacional, que ajustaba 2 años de inaugurada, inició el primer teletón de su historia. Los bogotanos entre solidarios y noveleros desfilaron frente a las cámaras dejando ver su generosidad en forma de alcancías, ayuda en especie y alimentos, que eran acopiados por la Cruz Roja y Sendas.
Por las características de la tragedia fue difícil consolidar un dato exacto sobre el número de muertos, pero se calcula que 1.200 personas perecieron y un número similar sufrieron heridas que obligaron a su hospitalización.
El Presidente, general Rojas Pinilla, habló por radio a las 3 de la tarde. Aprovechó su alocución, de profundo pesar por la espantosa tragedia , para echarles vainazos a los ex presidentes Alberto Lleras y Laureano Gómez, quienes 4 días atrás habían publicado el acuerdo político firmado en España, conocido como Pacto de Benidorm en el que, a nombre de los dos partidos, declaraban a su gobierno militar como dictatorial e inconstitucional.
El Gobierno, luego de decretar tres días de duelo, epilogó su declaración con esta frase: ... y les prometo solemnemente ante Dios y los hombres que las Fuerzas Armadas no descansarán hasta que los responsables materiales e intelectuales de tan alevoso y criminal atentado sean sancionados severa y justamente .
Más de 5 mil familias que resultaron damnificadas se quedaron esperando.
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