Sin embargo, el gusto por recorrer las líneas, párrafos y páginas de los libros para entender sus contenidos no comienza el día que se aprende a leer, cuando se tienen 5, 6 o 7 años.
Según el sicoanalista y lingüísta colombiano radicado en Francia, Evelio Cabrejo Parra, hay una lectura anterior a la lectura de textos escritos y es la lectura del texto oral. Y ésta puede comenzar en el vientre, a los cuatro meses de gestación, cuando el bebé comienza a reconocer la voz de su mamá.
Que él consiga distinguir esa voz de otras voces que lo rodean supone ya una discriminación mental que pone en marcha el movimiento del pensamiento, dice Cabrejo.
Al nacer, este pequeño comienza a reconocer rápidamente la cara de su mamá, que la tiene muy cerca cuando le da un tetero. La voz y el rostro de su mamá son los dos primeros libros que aprenden a leer. Porque los niños reconocen puramente y con precisión en esos dos puntos lo que está pasando: si su mamá está agitada, nerviosa, agresiva, alegre, si tiene pereza de cargarlo, etc. Esto permite decir que de cierta manera el acto de la lectura está en el origen de la actividad del pensamiento.
Todas estas experiencias se van inscribiendo, según el investigador, en el libro síquico o interno que contiene a la memoria, al inconsciente, al conocimiento y los comunica.
Y éste se va alimentando con todo el proceso de aprendizaje, que sigue cuando descubre un móvil o un juguete que le muestra su mamá y puede mirarlo desde otro ángulo diferente cara a cara que tenía con ella.
Luego comienza a mostrar las cosas a su alrededor dando a entender que sabe de qué se trata. Cuando comienzan a contarle historias las va inscribiendo en su interior. Según el tono y las entonaciones va asimilando lo que allí pasa. Y si le leen un libro le están enseñado que hay que hacerlo de derecha a izquierda y de arriba a bajo y que hay que pasar las hojas, con sólo leer lo que hace su lector.
En todas estas puestas en escena, como las llama el profesor, el pequeño descubre que hay significados, conocimientos y se conecta con su libro síquico. Cuando este proceso se estimula, se está preparando para que sea un lector de libros.
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* Buenos lectores se forman desde la niñez.
Aunque se define como lectura el momento en el cual se decodifican los signos, también pueden considerarse como tal los balbuceos, gorjeos y la primera media lengua, entre los 4 y 6 meses de edad. Desde esa etapa, en los brazos de mamá ya se les pueden mostrar libros de imágenes, especializados para bebés y poner a circular la palabra con la mirada fija sobre un libro, lo que se conoce como atención conjunta, afirma Claudia Rodríguez, coordinadora de los programas de lectura y de Leer en familia, de Fundalectura.
Así, la lectura es un asunto de gusto y desarrollo emocional psíquico y de posibilidades de aprendizaje: ayuda a desarrollar el pensamiento matemático, el vocabulario y las habilidades para comunicarse, conversar y opinar.
Un consejo: no siempre tienen que leer literatura, sino lo que a ellos les guste. A los niños hay que ofrecerles libros informativos del espacio, los planetas, los animales, las mascotas, no con el objetivo de que aprendan sino porque esos temas les interesan. Y si en algún momento quieren comprar uno de los cuentos de moda (de superhéroes o muñecas) pueden hacerlo, solo que hay que darles otras opciones. Y es que, según la experta, una investigación realizada por Colsubsidio, Comfenalco (Antioquia), Fundalectura y la Universidad Nacional, para fomentar la estrategia Los bebés si pueden leer reveló que los niños necesitan del acompañamiento de los padres para desarrollar el hábito de leer. El cuento antes de dormir, los periódicos, la visita a las bibliotecas y hasta la televisión -en su justa medida- son claves. Todo está íntimamente ligado, pasamos de una cultura logocéntrica a la multimedia, concluye.