El avance político de varios movimientos islamistas que iniciaron su lucha
por la vía armada o terrorista, pero hoy llegan a los parlamentos de sus
países a través de la vía democrática, no deja de inquietar a Occidente y
particularmente a E.U., que desde hace meses insiste en la necesidad de
democratizar la región.
Paradójicamente, esa democratización permitió que movimientos como Hamas,
considerado por Washington y la Unión Europea una entidad terrorista,
conquistara el poder palestino. Algo similar ha sucedido en Egipto, Siria,
Irán e Irak, donde movimientos islamistas acosan a partidos tradicionales
que tienen el poder desde hace décadas.
Según expertos, la clave está en que estos movimientos ofrecen una
alternativa a regímenes corruptos, despóticos y casi vitalicios. Sin
embargo, lo que queda en la retina de todo el mundo es su lado más oscuro:
la vertiente terrorista, que sigue las enseñanzas del profeta Mahoma y se
declara partidaria de la yihad islámica o guerra santa.
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