Si la preocupación de años recientes ha sido cómo defender la privacidad individual de intromisiones indebidas de las autoridades, por una parte, o de hackers y programas que intentan hacerse a datos personales para cometer fraudes, por otra, ahora una nueva amenaza, que puede reducir drásticamente las fronteras de la privacidad, se cierne sobre los usuarios de la red de redes.
Las compañías más importantes de Internet Google, Yahoo, America Online, Microsoft y otras han descubierto la posibilidad de un gran negocio: recopilar información individualizada sobre sus clientes mientras navegan por la web, para venderla a anunciantes, quienes, sobre la base de ese conocimiento de las necesidades e intereses de cada uno, pueden bombardear a la gente con anuncios dirigidos y a la medida.
* * * * Google es el pionero, aunque sus competidores no se quedan atrás. Gmail, su programa de correo electrónico gratuito, ofrece la tentadora ventaja de su inmensa capacidad de almacenamiento (2 gigabytes, que crecen a diario); la contrapartida es que, al optar por Gmail, el usuario autoriza de hecho a Google a rastrear el contenido de cada mensaje y ofrecer a los anunciantes la posibilidad de poner, junto a cada uno, anuncios relacionados.
Un computador personal se ha vuelto un universo de creciente complejidad, en el cual buscar un archivo puede ser una odisea. Basta instalar Desktop, el programa de búsqueda de Google, y teclear una palabra relacionada para obtener en segundos una lista de todos los archivos y correos electrónicos que la contengan, entre los cuales estará el archivo buscado. El programa es gratuito. ¿Gratuito? Hay que permitir a Google que, por una vez, indexe el computador y el correo electrónico del usuario, es decir, acceder a todo lo allí guardado.
La revista Newsweek dedicó hace poco un informe a mostrar lo preocupante que puede llegar a ser esta perspectiva. Así como una empresa puede estar al tanto de los correos electrónicos que envía y los sitios que visita en la web cada uno de sus empleados, Google y sus pares podrían llegar a poseer millones de archivos individuales con los gustos, las inclinaciones y los contactos de todos. Con el avance de los celulares y la vigilancia urbana con cámaras, a menudo será posible saber exactamente dónde está cada persona. Además, los jóvenes, que han crecido con Internet, tienen muchas menos prevenciones para dar información personal en la red.
Así, como lo dijo a la revista el jefe de investigación de Yahoo, Prabhakar Raghavan, la red, mágicamente, adivina lo que usted está buscando y se lo provee en el momento adecuado, en cualquier parte. Hacia allá marcha el negocio de la publicidad en Internet, que mueve miles de millones de dólares al año.
* * * * Y no es una perspectiva lejana. Google y Earthlink acaban de ganar la licitación para instalar el acceso inalámbrico a Internet (Wi Max) en San Francisco (E.U.). Su propuesta levantó polémica, pues planean que, al acceder gratis al servicio, el usuario reciba avisos adaptados a los sitios que visite y al lugar donde esté. En sí mismo, recibir publicidad no es malo. Pero lo que hagan estas compañías con la información privada, ni ellas mismas pueden decirlo. Hace poco, el Departamento de Justicia de E.U. pidió a esas cuatro grandes empresas que entregaran parte de los registros de las búsquedas que la gente había hecho en junio y julio del 2005. Tres de ellas aceptaron; Google se negó, pero fue obligada por un juez a cumplir parcialmente. Aunque las compañías alegan que no entregan información personal o que la borran pasado cierto tiempo, ¿quién garantiza que así lo hagan o que los datos no acaben en manos de las autoridades o, peor, de cacos del ciberespacio? Por otra parte, sabiendo que lo que realice en la red es vigilado, la gente puede terminar autocensurándose.
* * * * Sería un error creer que este es un debate exclusivo de Estados Unidos, por su adelanto tecnológico. En Colombia, cada día hay más usuarios de Internet y 22 millones de celulares; ya empezó la instalación de una red Wi Max en Bucaramanga, y pronto todas las grandes ciudades estarán cubiertas. Pero el debate sobre privacidad y la legislación al respecto están crudos. No estaría mal que nos preocupáramos por adelantarlo. No será por obra de una dictadura, como en la pesadilla orwelliana, sino gracias a la fusión de Internet y publicidad, pero algo muy similar al Gran Hermano puede estar a la vuelta de la esquina.
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