Si pones en el escenario bailarines expertos en artes marciales y un pintor
que dibuja sus movimientos, ya tienes un bello poema, dice su director Kim
Yoon Jung.
¿Qué representa el Yin-Yang en medio de la obra?
Al hablar de esto se suele pensar en hombre-mujer o luz-oscuridad. Nosotros
trascendemos esa dualidad para mirar cómo se expande y explota la energía en
movimientos grandes, pequeños, veloces... Es difícil de explicar.
¿Qué diferencia a un actor coreano de otros asiáticos?
La diferencia radica en su pensamiento. Entre los orientales hay tres
grandes diferencias: China es un país muy grande, con obstáculos y
pensamientos grandes, y eso se ve en las obras. Japón, que es como una isla,
invita a encerrarse en sí mismo. Corea, que es tierra de inmigrantes, tiene
otra mentalidad.
¿Está en riesgo la esencia cultural con la globalización?
Sí. En muchos países orientales los jóvenes ya no quieren hablar de sus
raíces. Por eso la intención de esta obra es globalizar nuestros ritos.
¿Qué los motivó a montar este espectáculo?
Bill Gates dijo que el futuro de la vida humana está en el pensamiento de
los hombres. Hoy en día son importantes las cosas materiales; yo quiero
mostrar en esta obra el fondo y el interior del pensamiento. Cada persona
tiene su propia energía , solo que muchas veces no sabe cómo usarla.