Saludo a un hombre de unos 35 años que me responde algo. Entonces una
mujer comienza a tocarme el brazo, a mirarme a la cara y a sonreírme de
manera ingenua. Volteo la cara y se para de nuevo frente a mí, a tocar mi
escuálido brazo y a sonreírme. Me hace como sonrojar. Hace días no me sentía
atractivo.
Ese es apenas uno de los retratos que recogió el enviado especial de EL
TIEMPO el jueves en la mañana cuando 16 familias de nukak makú (138
personas), la última etnia nómada que queda en el país, lo recibieron en una
finca en San José del Guaviare.
Hay personas que dicen que salieron huyendo de las Farc, otras que lo
hicieron para buscar comida. En todo caso, caminaron dos meses para llegar
a la ciudad. 1-2 P. PLANO