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DEL LUSTRE AL ILUSTRE

Todo comenzó con César Girón, nacido en un hogar marcado con el número 13: eran 13 hermanos, hijos de doña Esperanza Díaz de Jiménez. Su padre era un albañil. Nació un 13 de junio de 1933. Desde sus primeros años manejó telas rojas, pues se inició en el humilde oficio de lustrabotas. Y hablaba de millones y billetes, ya que también vendía lotería. Era pobre en haberes, pero rico en ambiciones. Entonces, resolvió dejar de darles lustre a los zapatos para dárselo a su apellido. Tiró los trapos de embolar y tomó los de torear. Cuando tenía 11 años, ya se hablaba de él como de un becerrista con hechuras. Pronto figuró como novillero con futuro.

Luis Noe Ochoa
A comienzos de 1950 viajó a España. Rodó con suerte y se pudo mostrar. Eran tales sus condiciones que recibió su alternativa, a finales de ese mismo año, de manos del mexicano Carlos Arruza; como testigo, el madrileño Agustín Parra, Parrita . César fue un torero muy valiente, completo en los tres tercios. Manejaba capa y muleta con arte y elegancia y colocaba banderillas con gran exposición. En varias temporadas estuvo alternando en tierras hispanas con los mejores de la época e, inclusive, delante de ellos en las estadísticas. Se consagró como una figura grande.
Así como tenía visión frente al toro la tuvo para escoger a su compañera en las buenas y en las malas . Se casó con Danielle Ricard, una hermosa francesa muy adinerada. Se retiró de los ruedos en 1958. Luego regresó y volvió a triunfar hasta abril de 1966, cuando definitivamente se cortó la coleta. Murió en un accidente de tránsito, al estrellarse el vehículo que conducía con un camión el 20 de octubre de 1971.
El segundo de esta dinastía es Rafael, que también se docto- ró de manos de su hermano César. Pero su actuación como matador no fue muy afortunada. Se dedicó a ser banderillero en las cuadrillas de sus hermanos. Fue un extraordinario rehiletero. Tanto, que el Concejo de San Cristóbal le concedió una medalla de oro como premio a su labor.
Pero vendría el tercero. Otra figura grande de la fiesta brava: Curro Girón. Matador a los 18 años. Un torero íntegro. Y también gran banderillero. Tuvo dos temporadas en España, en 1959 y en 1961, en las que se colocó en primer lugar. En 1959, con 81 corridas, cortó 129 orejas. Y en 1961, con 75 actuaciones, se llevó 140 trofeos entre orejas y rabos.
Pero faltan Efraín, que se hizo matador de toros el 27 de junio de 1963 en Barcelona, de manos de su hermano César, y Pepe Luis y Fredy, que lo intentaron, pero sin mucho éxito.
Ahora sigue la tradición Marco Antonio Girón, hijo de Curro, que está programado para la próxima feria de Pereira, que se inicia este primero de diciembre. Con las antenas puestas
Don Eduardo de Vengoechea que ha hecho célebre los coloquios taurinos radiales que se transmiten después de las corridas, fue invitado por el programa La afición , para hacer desde Lima unas charlas semejantes a las colombianas. A las conversaciones taurino-radiales concurrieron prestantes aficionados limeños, entre otros Pablo Sáez de Rubieri, Germán Jaramillo, Manuel González y Luis Rodríguez, quienes contestaban las preguntas hechas por el público asistente al gran salón del hotel principal.
La afición que concurre a la plaza de Acho de la capital peruana, es quizá la mejor de América, con una tradición de muchos años que se sucede de generación en generación en las más encumbradas familias.
El señor de Vengoechea nos dijo que lo más importante de lo ocurrido en la feria limeña del Señor de los Milagros, fue la faena de José Ortega Cano, verdaderamente esplendorosa, a un toro de Peter Kechlin procedente de la ganadería española de Jandilla. Igualmente, fue impresionante la ovación con que se aclamó a César Rincón, cuando hizo su aparición en el ruedo la tarde de su debut.
La falla del ferial estuvo en la pésima presentación de los toros colombianos que fueron ruidosamente protestados por el público, hasta el punto de que alguno tuvo que ser devuelto a los corrales, por su aspecto demirriado. Sin embargo, se comprobó que todos tenían la edad reglamentaria de cuatro años, pero el largo viaje y la permanencia sin comer de varias semanas, en corrales estrechos, desprovistos de hierba, porque en Lima no llueve nunca, los dejó en un estado desastroso.
Si es posible conseguir toros en condiciones aceptales, habrá un mano a mano el domingo 24 de noviembre entre Ortega Cano y César Rincón.
El sábado y domingo pasados, César Rincón obtuvo dos sonados triunfos en Venezuela. Toreó dos corridas mano a mano con Morenito de Maracay , lidiando toros de Hugo Alberto Molina. En la primera, efectuada en Maracay, cortó una oreja, y en la segunda, celebrada en Maracaibo, dos orejas y salió en hombros. El diestro venezolano, por su parte, fue aplaudido en banderillas, pero no se le premió con apéndices.
Luis Noe Ochoa
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