Luego de intensos bombardeos de la aviación, los vehículos blindados, la artillería y la marina de guerra anclada en el Danubio, el ejército avanzó poco a poco. Las fuerzas federales comenzaron por apoderarse de las aldeas vecinas, rodeando a Vukovar e impidiendo que la ciudad se aprovisionara de armas, alimentos y medicamentos.
Las operaciones chocaron con la inesperada resistencia de los croatas y, en varias ocasiones, el Ejército hizo frente a impresionantes refuerzos. Cuando Vukovar estuvo rodeada, sin agua, electricidad ni teléfono, comenzaron los combates callejeros, primero en los suburbios y luego en la ciudad misma, calle por calle, casa por casa.
La liberación de Vukovar según la fórmula empleada por la prensa serbia fue más difícil y más lenta de lo previsto: la ciudad fue transformada por los croatas en un verdadero campo de trincheras y cada sótano, en bunker.
El creador de esta defensa es un ex teniente coronel del ejército yugoslavo Mile Dedakovic, más conocido por su nombre de guerra Jastreb (el halcón). Jastreb, jefe de las fuerzas croatas en Vukovar, dio la orden de rendirse a sus hombres por radio este lunes, luego de un combate desesperado. El comandante Mile, que jamás recibió los refuerzos pedidos, acusó al presidente croata, Franjo Tudjman, de haber sacrificado a Vukovar.
Aún no se ha establecido un balance preciso sobre el número de muertos en la batalla de Vukovar, pero la agencia Tanjug calculaba ayer que la cifra asciende a varios miles. Vukovar, situada en la desembocadura del Vuka en el Danubio, tenía en tiempos de paz 55.000 habitantes, de los cuales 43,7 por ciento eran croatas y 37,1 por ciento, serbios. De acuerdo con fuentes concordantes croatas y serbias, todavía permanecen en Vukovar unos 15.000 civiles, incluyendo a dos mil niños que el domingo y el lunes salieron de los sótanos en los que se vieron obligados a vivir durante los últimos tres meses a causa de los bombardeos.
La barroca Vukovar vuelve a ser el montón de escombros que fue cuando el Ejército Rojo y los partisanos la liberaron de Alemania en 1945. Entonces, Vukovar era plaza fuerte del pro nazi Estado Independiente Croata, contra el que luchaba Franjo Tudjman, joven partisano que llegaría a ser general comunista en 1960 y, en 1990, presidente conservador de la Croacia que ahora ha perdido a Vukovar. Quizás aquí termina la guerra.
La guerra actual empezó el 2 de mayo pasado a diez kilómetros de Vukovar. Aquel día, diez policías croatas con uniformes nuevos y poca experiencia cayeron en una emboscada que les tendieron los serbios de Borovo Selo, aldea vecina de Vukovar, y fueron aniquilados. La guerra de insultos y escasos incidentes empezó a transformarse en escaramuzas y, a partir de agosto, en enfrentamientos en los que los serbios y el ejército federal centralista descubrieron que los croatas habían aprendido a luchar con escasas armas. Con la caída de Vukovar, los serbios satisfacen buena parte de sus anhelos hegemonistas.