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DESPIERTA EL CARIBE

Existe una playa por la que se pasea una sirena en una barca, mientras las olas se enredan con su cabello impresionando a los hombres en las oscuras noches de Santiago de Tolú. Una dama de cola plateada que va y viene entre El Francés y El Cangrejo, dos barrios de la pequeña población de Sucre. Un lugar enigmático y lleno de historias novelescas que, con asombro, cuentan sus pescadores.

ADRIANA GARZON CARDENAS
Su nombre, muy indígena, suena como el retumbe de un tambor: Tolú! A orillas del gran Caribe, es una playa lejana de aguas tibias, donde la vida pasa con calma..., mucha calma.
El mar tranquilo y cálido espera en las tardes, paciente, el descenso del sol. Lo mismo hacen sus pobladores, luego de las largas jornadas de pesca y venta de caracoles brillantes tallados o al natural, de estrellas de mar que no tuvieron suerte o de palmas marinas que por un infortunio se enredaron en la red.
Por eso lo peor que allí puede pasar es que la atarraya caiga sobre el mar sin mayores resultados. Pero no hay problema: los toludeños afirman que si el mar los atrajo, el mar les dará para vivir.
Tolú, aunque pequeña, guarda entre sus casas de paja historias de piratas y conquistadores españoles, arrebatos de esclavos que eran vendidos en este puerto y sueños de poder del cacique Tolú.
Y es que si de historia se trata, Tolú tiene la palabra. Como uno de los centros urbanos más antiguos de Colombia, la población fue descubierta por Alonso de Heredia a finales de 1535, época en la que fue trasladada de su sitio original a la orilla del mar.
Con más de 465 años, playas, ranchos y balcones relatan tiempos de riquezas y de penurias. Tolú, otrora parte de la región denominada Sinú, vivió su edad de oro en el siglo XVII como cabecera de la sabana y ejerciendo su jurisdicción sobre numerosos pueblos con una rica actividad agropecuaria.
Hoy, como tierra de promisión, desde Coveñas hasta más allá de El Francés, esta región es asiento de grandes empresas industriales, la Base Naval, empresas petroleras y navieras, hoteles y otros sitios que la convierten en un complejo turístico con mucho futuro.
Hace siete años, Tolú era tan solo un puerto. Pero, poco a poco, fue descubriendo sus cualidades turísticas. A hora y media de Sincelejo, por una carretera en buen estado, la población se ha convertido en el veraneadero de los habitantes de Sucre que se desplazan hasta allí todos los fines de semana.
Tolú parece estar allí por una casualidad del destino. Tal como sus calles, sus casas y hasta los nombres de sus barrios: El Cangrejo, donde no pasa ni uno solo de estos animales; El Arroyito, en el que la calle acabó con el cauce de un pequeño río y Calle Nueva, una calle con muchos años. Tolú y algo más
Al frente, a hora y media en lancha, las paradisíacas islas del achipiélago de San Bernardo, con sus bajos coralinos de aguas transparentes y peces multicolores, se convierten en una de sus mejores atracciones. Las siete islas que lo conforman están habitadas por pájaros que, con sus chillidos, dan vida al ambiente exótico.
Muy cerca se encuentran también Los Manglares, la bahía de Sispatá, Playa Blanca y la atractiva ciénaga de La Caimanera, especial para la pesca y los paseos en lancha y en canoa.
Sus playas, a comienzos de año, se transforman en el escenario del tradicional Sirenato del Mar. Y sus alrededores, 43 kilómetros que conforman el golfo de Morrosquillo, se convierten en todo un despliegue de naturaleza virgen y exotismo.
Muy cerca está Coveñas a menos de veinte minutos por carretera, un balneario de arenas blancas y aguas tranquilas, invadido de cabañas, pequeños hoteles y restaurantes. Sobre su zona se encuentra el Centro de Talasoterapia o tratamientos con aguas marinas.
Hasta allí llegan los quejidos de las gaitas, acompañados de los tambores, las guacharacas, las maracas y el bombo tan tradicionales en los pueblos de la costa norte. Una alternativa saludable
En medio de ranchos de paja y de innumerables bungalows que ofrecen alojamiento turístico, Coveñas cuenta con el Centro Integral de Talasoterapia, donde se aprovecha la riqueza incalculable del fondo marino del Golfo de Morrosquillo y los beneficios curativos de los componentes del mar.
Como parte de la medicina natural, en este Centro de Talasoterapia se pretende el tratamiento de dolencias y enfermedades con el agua, el clima y la brisa marina. Indicado para personas con problemas respiratorios, reumáticos, estrés y problemas de la piel, busca al máximo aprovechar los beneficios del agua de mar.
Este procedimiento que contempla distintas técnicas para el uso del agua de mar y otros elementos marinos nació en Europa hace más de tres siglos, y en Francia ha alcanzado su mayor perfeccionamiento.
El Centro pretende aprovechar los más de sesenta elementos valiosísimos que contiene el agua marina como oro, plata, zinc, radio, magnesio, yodo y potasio, con tratamientos para la salud.
Entre estos métodos terapéuticos se encuentran el oro para la artritis, el zinc para los problemas de diabetes, el potasio para problemas cardíacos y el yodo para problemas de tiroides.
El Centro Integral cuenta con baños turcos, sauna, piscina romana, danesa y jacuzzi, todos ambientados con agua de mar.
Actualmente, el programa de talasoterapia tiene una duración de siete días y comprende baños en piscinas y en el mar, ejercicios, trabajos de grupo, baños de arcilla, algas, tabaco y brevo, talco, cafeína, cardamomo y anís con barras de hielo, sicoterapia de grupo, hidromasajes y otras actividades. Todas, bajo dirección médica y con dietas alimentarias indicadas. Información: teléfonos 2310177 y 2414864 en Medellín. Doctor Gonzalo Londoño.
ADRIANA GARZON CARDENAS
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