El mandatario cubano se refería a la obra que ejecutan un centenar de operarios en la Tribuna Antiimperialista que pretende opacar el enorme letrero luminoso encendido a lo ancho del edificio de la Sina, el 16 de enero, fecha en la que en E.U. se conmemora el cumpleaños del defensor de los derechos de los negros, Martin Luther King.
La instalación de la valla luminosa, que mide 30 metros de largo por más de un metro de alto, y en la que se pueden leer frases que instan al respeto de los derechos humanos, ha sido catalogada por Castro como una provocación y una chapucería inútil.
Cerca de un centenar de operarios excavaron primero un gran rectángulo para los cimientos de la obra que Castro insiste en mantener en secreto, porque como él mismo lo afirma: Si lo supiera tampoco lo revelaría porque dejaría de ser sorpresa.
Acosado por las mismas preguntas, uno de los ingenieros que acompañaba a Castro optó por responder: Nosotros sabemos lo que hacemos y seguro que resistirá cualquier ciclón.
Para preservar el secreto Castro ordenó a la Policía cortar el tráfico de un tramo del malecón sobre el que se levanta la edificación que alberga, y a la que él llama el puesto de mando de la contrarrevolución de la isla.
Por poco tiempo Pero el secreto no podrá guardarse por mucho tiempo porque, ya sea a la luz del día o de grandes focos, por la noche, tres enormes grúas y varios camiones descargan cemento sin cesar y varios armazones metálicos empiezan a elevarse ante la mirada curiosa de algunos paseantes que se detienen a observar la febril actividad.
Precisamente uno de los que observan, a través de su ventana, la construcción de ese disparate es el jefe de la Sina, Michael Parmly, quien en rueda de prensa explicó que tanto él como sus empleados intentan continuar con su trabajo habitual y que básicamente se resume en consultar.
Parmly, que aún no lleva seis meses en el cargo, rechaza las acusaciones del Gobierno. No era nuestra intención hacer coincidir el encendido con la alocución del Presidente. Nuestra meta es comunicarnos con el pueblo y como vimos que había mucha gente iluminamos la valla, asegura.
Además, niega las denuncias de Castro respecto a que E.U. quiera romper los vínculos con la isla e insiste en seguir con su presencia en La Habana en cuanto se nos permita.
Por lo pronto, lo que saben los ingenieros de Castro es que el disparate que construyen será muy alto