El fenómeno se presenta en muchas partes del mundo. Como en Estados Unidos, que cuenta con 450 universidades y 800 centros educativos donde se dictan cursos de japonés.
Una de las motivaciones es el rápido desarrollo de la economía de ese país. Se aprende el idioma como un instrumento más para conocer su cultura.
Colombia, que mantiene relaciones diplomáticas con esa nación asiática hace 83 años, cuenta con varios institutos y centros de enseñanza en varias ciudades.
En Palmira, en el departamento del Valle, está el colegio Hikari-en. Se estableció en 1968, unas tres décadas después de que llegarán los primeros inmigrantes agrícolas procedentes del Japón. Se creó para niños japoneses. Actualmente tiene 59 alumnos. De ellos casi la mitad son colombianos.
En la Alianza Colombo-Japonesa de Cali se instaló un curso para adultos, con el apoyo y el auspicio de la Embajada de Japón y la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA). Asisten casi 90 personas, el 90 por ciento colombianos.
En Bogotá, donde tienen su sede muchas compañías japonesas, la Universidad Nacional dicta un curso público. El 80 por ciento de los 35 estudiantes son alumnos de la universidad.
Otros centros educativos como la Universidad de Los Andes, la Universidad Católica y varios institutos privados también enseñan el idioma.
Recientemente se han abierto, asimismo, clases en las Universidades de Medellín y Manizales.
El esfuerzo por el estudio de esta lengua no necesariamente tiene una finalidad práctica. Es probable que no haya oportunidad de usar el japonés y no tenga una utilidad profesional, pero permite reflexionar sobre las diversas maneras que tiene ese pueblo de ver la vida.
Igualmente, sirve para aumentar el intercambio espiritual entre los dos pueblos. Se cultiva un sentimiento de comprensión.