El editorial calificó como anacrónica la posición de la Iglesia Católica sobre los divorciados vueltos a casar, y calificó como inquisidor del siglo XXI al cardenal, luego de que este afirmara que estos solo pueden comulgar si viven como hermanos, sin relaciones sexuales. También, criticó al papa Juan Pablo II por su insistencia en prohibir el uso de preservativos, señalando el vertiginoso aumento del sida.
En su carta, el cardenal López ratificó la doctrina oficial. Aseguró que la posición de la Iglesia sobre el divorcio está en la doctrina obligatoria y es un mandato del Señor que ha perdurado hasta nuestros días.
Si los divorciados se vuelven a casar civilmente, se ponen en una situación que contradice objetivamente a la ley de Dios. Por lo cual no pueden acceder a la comunión eucarística mientras persista esta situación, y por la misma razón no pueden ejercer ciertas responsabilidades eclesiales, dijo, citando una frase del actual pontífice, Benedicto XVI, cuando era cardenal.
Añadió, además, que la referencia al papa Juan Pablo II hecha en el editorial es irrespetuosa para la comunidad católica. He de hacer referencia a un despropósito que deja perplejo al lector del Editorial.
Atreverse a sindicar como culpable al Papa de la difusión de la pandemia del sida porque enseña con autoridad la doctrina de la Iglesia contra la contracepción y el uso de instrumentos como el preservativo que pasan, irresponsablemente, como sexo seguro, es el colmo. Nos hallamos frente a la agresión desconsiderada e irrespetuosa, sin válidos argumentos, que suele esgrimir el relativismo moral, que no honra al responsable de semejante acusación y es causa de vergüenza en la comunidad católica.
El cardenal López insistió en que el uso de preservativos aumenta la promiscuidad y no es un instrumento seguro.
Después de señalar que EL TIEMPO no coincide con la doctrina oficial de la Iglesia en una serie de temas graves, como la contracepción, la procreación, la fecundación asistida, el aborto, la clonación, la eutanasia, la sexualidad y los estilos de vida, el alto prelado cierra su misiva con un llamado a dialogar sobre estos temas.
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