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SOMALIA: UNA HISTORIA DE HAMBRE Y GUERRA

Pobreza extrema, guerra civil desde 1990, una de las peores hambrunas de la historia de la humanidad, que según la Cruz Roja, puede llegar a matar a un millón y medio de personas... Somalia vive una realidad desgarradora. No se sabe con certeza cuál es el número de víctimas hasta el momento. Cálculos no oficiales estiman que unas 300 mil personas pueden haber muerto hasta la fecha. Según la organización internacional Médicos Sin Fronteras en los poblados grandes mueren de hambre entre diez y veinte personas al día. Y la Cruz Roja estima que 4.5 millones de personas el 60 por ciento de la población padecen malnutrición y enfermedades asociadas. Pero este número puede ser mayor.

VICTOR VARGAS
Además de la hambruna, la guerra civil que sacude esta pequeña nación del cuerno africano ha matado a 45 mil personas en los últimos 20 meses.
A raíz de esta situación, un millón de somalíes ha abandonado el país, principalmente hacia Etiopía (375 mil) y Kenia (300 mil), pero ambos países no están en capacidad económica de recibir refugiados y también soportan una fuerte sequía, por lo que la situación de estas personas es desesperada. De todas formas, la Organización de Naciones Unidas para los Refugiados estima que unos mil somalíes huyen de su país cada día.
Pese a la macabra situación, Somalia ha tenido la pésima suerte de que sus conflictos y tragedias siempre coinciden con otros hechos importantes que distraen la atención del mundo.
A principios de 1991, Somalia, tras una larga guerra, puso fin a la dictadura de Sian Barré, pero pocos dieron importancia a este hecho, porque coincidió con la guerra del Golfo Pérsico.
Y hoy, los combates entre clanes y fracciones opuestas, y la hambruna, coinciden con la crisis yugoslava, mucho más importante por su dimensión europea.
La suerte somalí parecía nuevamente estar condenada al olvido. Sin embargo, la semana pasada algunos países reaccionaron frente a la peor tragedia de la humanidad en este momento, y comenzaron a apoyar a los organismos no gubernamentales que luchan contra el hambre, la miseria y la violencia en este país. La conflictiva unión de clanes
La actual crisis de Somalia tiene sus orígenes inmediatos en enero de 1991, cuando cayó el gobierno marxista de Syaad Barré, quien instauró la socialista República Democrática de Somalia desde el 20 de octubre de 1969.
A pasar de que Somalia es una nación étnica, lingística, religiosa (musulmana sunita) y culturalmente homogénea, está profundamente dividida en clanes y facciones que desde su independencia, en 1960, se han disputado el poder.
Los principales grupos tribales son los Issak en el norte, los Ogaden en el oeste, los Hawiyé en el centro y los Darod en el suroeste. Y sus relaciones internas y externas están ordenadas por principios tribales de compromisos, rivalidades y alianzas, que convierten cualquier propósito de unidad en algo muy complejo.
La dictadura de Barré trató de lograr la unidad política de estos clanes bajo la bandera del socialismo y el control de partido Socialista Revolucionario de Somalia, pero la fuerza del pasado tribal resultó ser más poderosa que la ideología marxista leninista y la organización del partido.
Poco a poco, Barré fue aumentando los niveles de represión como única forma de contener las ambiciones de los clanes. Para 1989 la represión era generalizada. Amnistía Internacional denunció la realización de cientos de ejecuciones extrajudiciales en las regiones en vías de insurrección .
Esta represión, lejos de contener a los clanes y sus ejércitos, desató una guerra de las provincias contra las fuerzas regulares del gobierno de Mogadiscio. Además, a partir de 1990, la situación económica y social sufrió un gran deterioro como consecuencia de una intensa sequía.
A fines de 1990, Barré, consciente de que la situación se deterioraba, intentó toda clase de concesiones para detener el conflicto. Reformas económicas, para obtener el apoyo de la burguesía de Mogadiscio, y políticas, como la promesa de multipartidismo, para contener a los grupos insurgentes. Pero ya era demasiado tarde, y Barré debió huir de Mogadiscio el 27 de enero de 1991. Búsqueda de unidad
Se creía que con la caída de Barré, Somalia encontraría la paz y podría iniciar la reconstrucción del país. Sin embargo, con la desaparición del enemigo común, las diferencias entre los clanes se acentuaron y se inició una verdadera lucha por el poder.
Cada grupo tomó el control autónomo de los territorios que ocupaba. Los Hawiye, mayoritarios en la región central de Somalia, se apoderaron de la capital, Mogadiscio, a través de su movimiento Congreso de la Somalia Unificada (USC).
El clan de los Issaks, con su Movimiento Nacional Somalí (MNS), tomó el norte del país y declaró unilateralmente su independencia en mayo de 1991, creando un nuevo país llamado Somalilandia.
Todo pareció mejorar el 21 de julio de 1991, cuando los seis principales clanes-partidos firmaron un acuerdo político para posibilitar la unidad. Y se escogió como presidente provisional por dos años a Ali Mahdi Mohamed, un Hawiye del CSU, y a Omar Arteh Ghalib, un Isaak de MNS, como primer ministro.
Pero surgieron las divisiones internas en algunos clanes. La más importante de estas disputas es la que vive el Congreso de la Somalia Unificada (USC), que controla la capital y el gobierno provisional.
El USC está dividido entre los que reconocen y apoyan al actual presidente provisional de Somalia, Ali Mahdi Mohamed, y los que lo rechazan y apoyan al general Mohamed Farah Haidid, quienes adoptaron el nombre de Alianza Nacional Somalí (SNA).
Esta lucha ha dividido a Mogadiscio en dos sectores, que por ahora están en tregua.
Aunque el presidente Mahdi Mohamed ha insistido en que su cargo es provisional y le fue otorgado para lograr la unidad de la nación y organizar elecciones libres lo más pronto posible , la división es muy grande.
La explicación de tanta rivalidad no es simple, como tampoco será encontrar una solución. Hay una vieja tesis según la cual los habitantes de Africa heredaron de los colonizadores unas formas de organización política completamente ajenas a su tradición cultural y a su evolución histórica.
El Estado Nación es un concepto totalmente extraño a Africa, y más aún cuando esta forma de organización política se aplica sobre unas fronteras arbitrariamente definidas por las potencias colonialistas europeas. Fronteras que reunieron tribus distintas y con frecuencia, opuestas.
Por eso un observador comentaba que la paz en Somalia depende de que sus habitantes abandonen sus sentimientos tribales, pero esto puede tardar cien años . Mogadiscio, capital de la tragedia, el conflicto y la esperanza
Mogadiscio es la capital de Somalia y el centro de su tragedia, porque ha debido acoger a 500 mil hambrientos refugiados que vienen del campo en busca de alimentos. Es también la capital del conflicto, porque el Presidente provisional debe conciliar con los demás clanes, mientras enfrenta la fracción disidente de su propio clan. Y es la capital de la esperanza, porque la vida de cientos de somalíes depende de la ayuda humanitaria que llega por el aeropuerto y el puerto de esta capital.
Actualmente Mogadiscio está dividida en dos zonas militarizadas, ocupadas por dos fracciones del Congreso de la Unidad Somalí. Una apoya al presidente provisional Ali Mahdi Mohamed y la otra, al general Mohamed Farah Aidid. Ambas fracciones están en tregua desde marzo, aunque hay combates esporádicos. Este enfrentamiento ha destruido lo que quedaba de los edificios públicos y de la infraestructura de la ciudad. En parte por los combates, pero también por los saqueos, que son muy frecuentes.
El general Aidid controla cinco de las seis partes de la ciudad, que él ha llamado Mogadiscio sur. Y Ali Mahdi está replegado en los barrios del norte y una parte de la vieja ciudad, Shangani.
La línea de frente que divide las dos zonas es una autopista, donde a pesar de los tiros esporádicos y los disparos de obúes, existen varios puntos de paso para los ciudadanos.
Además, esta capital también tiene su pequeño Nagorno Karabah . En el corazón de Mogadiscio sur, varias centenas de combatientes del norte resisten la ofensiva del general Aidid; allí, aproximadamente seis mil personas sobreviven entre ruinas. La zona fue rebautizada con el nombre de Bermuda , porque aquí es como el triángulo de las Bermudas: nadie sale vivo , explicó uno de sus residentes.
El aeropuerto y el puerto son lo único que funciona en esta ciudad. Ambos están controlados por una facción del clan Hawiyé, que cobra derechos de entrada a los aviones y barcos que transportan la ayuda humanitaria. La tarifa para los aviones pequeños es de cien dólares y para los aviones más grandes, como los Hércules C-130, de 200.
La ayuda humanitaria es otro de los problemas. Los camiones son cargados por las autoridades . Algunos llegan a los hambrientos habitantes de Mogadiscio (sur y norte), pero una buena parte es expropiada en beneficio exclusivo de un grupo de combatientes o es vendida en el mercado negro.
Se calcula que la mitad de la ayuda enviada desde el comienzo de la guerra civil, unas noventa mil toneladas de alimentos, no ha llegado a su destino.
Se espera que con la llegada de los Cascos Azules, esta situación sea totalmente remediada, ya que estas fuerzas descargarán y distribuirán las ayudas alimenticias entre la población, sin distingos políticos. Quiénes ayudan?
La Cruz Roja Internacional es el principal protagonista de la lucha contra el hambre en Somalia. Desde hace meses trabaja en este país, al cual ha destinado 150 millones de dólares, la tercera parte de todo su presupuesto, para establecer 500 centros de distribución de alimentos, de los cuales la mayoría funcionan como cocinas colectivas .
Pero también colabora la agrupación Médicos sin Fronteras, cuyos informes hablan de cadáveres esparcidos por las calles de Baidoha, Bardera, Dinsor y Audinle.
Naciones Unidas contribuye a través de la Unicef, el ACNUR y los Cascos Azules, que son financiados directamente por varios países como Italia y Alemania.
Francia inició hace 15 días un puente aéreo desde Yibuti para llevar alimentos a ciudades del interior de Somalia.
Estados Unidos comenzó la operación Provide Relief , que lleva 145 mil toneladas de alimentos, y ha ofrecido transportar a los 500 Cascos Azules paquistaníes que deben proteger y garantizar la distribución de los alimentos.
El gobierno de Washington había sido muy criticado en las últimas semanas por grupos defensores de los derechos humanos y por algunos medios de comunicación que lo acusaron de falta de iniciativa para ayudar a la población somalí.
Para Peter Davies, miembro de una coalición que agrupa a más de un centenar de organismos privados de ayuda a Somalia, el problema del hambre no podrá resolverse por completo si no se pone fin a la guerra.
Davis dijo el martes en Washington que gracias a la asistencia occidental se podrá reducir el índice de mortalidad, pero no evitar todas las muertes a causa del hambre. RECUADRO MAC
VICTOR VARGAS
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