Todo ocurrió en el pasado 3 de enero en la oficina de José Rodolfo Corena Buelvas más conocido como El Tigre Corena, amigo del Presidente, lugar escogido por el mandatario para tratar de resolver el tire y afloje de todos los bandos políticos por el primer cargo del departamento.
El momento de mayor tensión llegó cuando los congresistas uribistas pedían un gobernador que diera garantías a todos los sectores, pues se quejaban de que el mandatario saliente, Libardo López, utilizaba el presupuesto para favorecer a los liberales.
El senador Miguel Alfonso de La Espriella, dijo de manera concreta que el pasado 30 de diciembre se habían contratado cerca de 1200 empleos con recursos de la administración departamental.
Ante esta denuncia el senador Juan Manuel López Cabrales reaccionó airado y dijo que su hermano el gobernador Libardo López había dado plenas garantías a sus opositores. Al punto de haber entregado dos cargos en el gabinete las secretarías de Hacienda y Salud al grupo de De la Espriella y de Eleonora Pineda.
Entonces De la Espriella replicó y denunció que los dos funcionarios mencionados no pertenecían a su grupo, sino que sus nombramientos habían sido el resultado de un acuerdo entre el Gobernador López y el ex dirigente paramilitar, Salvatore Mancuso.
Uribe, en el centro de la mesa, apenas miraba a uno y a otro y escuchaba cómo los congresistas se sacaban los cueros al sol.
En respuesta a la denuncia sobre el acuerdo entre el Gobernador y Mancuso, con un rostro muy desencajado el senador López gritó a voz en cuello, señalando con el deo índice a De la Espriella: ¡Miente, miente! Usted es amigo personal de Mancuso y los votos conseguidos por usted y por Eleonora Pineda fueron obtenidos gracias a la presión de los fusiles.
En ese mismso instante López y De la Espriella se pararon de sus sillas y se iban a ir a los puños, cuando el presidente Uribe intervino.
¡Calma, calma, señores senadores. Les pido respeto!, dijo el Presidente, incorporándose en su silla.
A las frases del Presidente siguió un coro de los demás congresistas que estaban en la sala y que pedían cordura y respeto para el mandatario, quien trataba de arbitrar la disputa por la Gobernación.
El Presidente dijo que las cosas que uno y otro habían dicho eran muy graves y que debían demostrarse.
Los dos congresistas volvieron a sus puestos y la discusión continuó por otro rato, eso sí, enmarcada en un ambiente de mucha tensión, según relataron varios de los asistentes.
EL TIEMPO habló con varios testigos que presenciaron el episodio.
Al ser preguntado sobre lo ocurrido, el senador López Cabrales dijo que no deseaba referirse al hecho. Son discusiones que no tienen ninguna trascendencia, dijo.
El senador De la Espriella, no desvirtuó lo ocurrido, pero se limitó a decir que en Córdoba la corrupción genera más violencia que todos los grupos armados.
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MOGOLLÓN NO HA ASUMIDO.
El último capítulo de esta novela alrededor de la Gobernación de Córdoba fue el mensaje que de manera extraoficial (mandó a apagar grabadoras y cámaras) envió el presidente Uribe el miércoles cuando viajó de Montería a Bogotá para retomar sus labores, tras permanecer once días descansando en su finca El Ubérrimo.
Uribe dijo que el Gobernador estaba nombrado y que esperaba su posesión en los próximos días. Se refería al ex ministro José Vicente Mogollón. Además, agregó que todo estaba en manos del ministro del Interior Sabas Pretelt.
Mogollón tiene el respaldo del Partido Liberal, pero los uribistas, luego de dialogar con él, el mismo día que lo nombraron, decidieron retirarle su apoyo, ya que aparentemente le pidieron repartición burocrática y Mogollón dijo que no.
Pretelt dijo que el Gobernador está nombrado y se posesionará