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SERÍA TAN DIFÍCIL TENER QUE COMENZAR DE NUEVO...
Señor director:
Los pájaros aún no habían comprendido la locura de los hombres, y seguían volando a través de las nubes, sin percibir el olor de la muerte, que con paso lento se aproximaba un poco más en cada noche.
Los peces no habían intuido la demencial violencia del ataque, y vagaban en las corrientes submarinas, sin presentir las ondas asesinas del átomo en desorden. Los niños del mundo aún no habían juzgado el desequilibrio de los grandes que aniquilaban su futuro, y entre risas jugaban a la guerra de mentira, mientras en la guerra verdadera morían sus padres.
Por:
Gloria Nieto de Arias
31 de enero 1991 , 12:00 a. m.
Los camellos del desierto no habían escuchado el grito del beduino horrorizado, y seguían arrastrando sobre la arena tibia su mirada serena y su pereza milenaria. La lluvia ácida no había opacado la piel de todas las criaturas, ni había ulcerado todavía a las que dormían en el vientre oscuro de sus madres. El Planeta aún no había creído en el parricidio de los hombres y continuaba regalando sus frutos, el canto de las aves y la frescura de los bosques.
El humo negro del incendio suicida no había ocultado los rayos del sol, y las hojas verdes de los árboles aún renovaban la pureza del aire: seguía siendo posible la vida de las bestias y los hombres.
Bastaría un gesto, una palabra, y la humanidad continuaría en su milagrosa evolución que le había ya tomado millones de años... Sería tan difícil tener que comenzar de nuevo con las algas azules emergiendo entre los mares... Bogotá.
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