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Robar por amor al arte

Para crear su obra, el artista santandereano Jorge Torres se convirtió en ladrón. Sin remordimiento entró a supermercados de Bogotá, Medellín, Bucaramanga y hasta de San Andrés y empezó a sacar objetos para su instalación.

WILSON VEGA RIVERA
A esos les sumó otros hallados y regalados recogidos durante cuatro años.
Con ellos expone ahora en el Museo de Arte Moderno de Bucaramanga su obra
titulada Sección de objetos perdidos.
Como un cuestionable homenaje al ‘aporte’ de las entidades que sufrieron sus
robos, un letrero a la entrada de la exposición reza: “Patrocinadores no
oficiales: Almacenes de cadena colombianos”.
Su intención, asegura, era examinar cómo los objetos generan el afán de
poseer, cosa que él describe como una utopía de necesidad.
“Se trata de robar como acto de provocación, con el firme y premeditado
propósito de hacer lo incorrecto para provocar desde lo ilícito una
experiencia de reparación a la sociedad que he agredido”, dice Torres.
Aclara que su obra, que contó con el respaldo del Ministerio de Cultura y la
Fundación Terpel, no debe interpretarse como una apología del hurto.
“Por el contrario, es un indicio del asco y el rechazo hacia los verdaderos ladrones
que sí se roban el futuro de la gente de un país pobre”, explica y asegura
que el origen ilegal de buena parte de lo 76 objetos de la instalación ha
sido purificado por el arte.
“Políticamente me autodenuncio y la gente puede compartir mi delito. Que
digan ‘se los robó, pero pagó con trabajo”, argumenta.
Ese trabajo transforma una botella de Coca Cola en un homenaje a Shakira y
una caja de cigarros en una ‘cámara bronceadora’ que dora por igual a una
modelo y a tres pollos asados; un retrato de los Beatles al ‘chamote’
(técnica que usa arcilla calcinada, triturada o molida) reposa sobre un
disco de 78 rpm. con el tema Yesterday.
La lista de transgresiones incluye una cantimplora vietnamita, una Mona Lisa
digital y un retrato de Pablo Escobar hecho con cocaína de alta pureza (este
último, regalado). Hay hasta un ladrillo que se robó de una casa abandonada
en Medellín.
También hay rockets, cuchillos, pistolas y balas, muchas balas, adquiridas
mediante oscuras transacciones con “amigos del Ejército”. Hoy, inutilizadas,
son aretes, collares y hasta vestidos.
“Era importante que fueran balas reales, sustraídas del conflicto”, afirma
Torres, y añade que aunque pagó por ellas, se las robó a la guerra.
El artista acepta que también deseaba explorar el temor de ser descubierto o
la vergüenza de ser tildado de ‘ratero’. Y le pasó: en una de sus
‘excursiones’ fue detenido por el celador del Ley del centro de Bucaramanga
mientras trataba de sacar dos tubos de pegante instantáneo.
“Me llevaron a un cuarto y me bajaron los pantalones. Me pidieron mi nombre
y me inventé uno. O sea, les robé su confianza, su tiempo, su trabajo… Lo
único que no me robé fue el pegante, porque me hicieron pagarlo”, concluye.
¿Delito o arte?
Luis Fernando Ramírez
Museólogo
Conozco al artista, aunque no la obra, y sé que es serio. No creo que sea
muy lícito socialmente hacer lo que él hizo, pero precisamente esa era la
idea: robar para una obra. Claro que desde el punto de vista del arte lo que
hizo sí es lícito, siempre y cuando funcione a nivel conceptual.
Jaime Cerón
Crítico de arte
Me parece una forma de hacer ver que la propiedad privada es una convención
y que la cultura implica apropiarse, robar. Uno toma las ideas de otro y las
asume. Eso es lo que hace, por ejemplo, el que estudia. Hay un tabú en el
ámbito de las mercancías y se dice que esos actos no se pueden llevar a
cabo, pero podríamos vivir en una sociedad donde esto fuera permitido. No
creo que esa transgresión sea censurable. Pone en duda muchas cosas y es un
acto humano.
Alejandro Giraldo
Vicepresidente jurídico de Fenalco
Es una apología al delito y es reprochable que un artista se ufane de
hacer sus obras con el fruto de un delito. No es meritorio ni lo exime de
responsabilidad ante la sociedad. Debe ser rechazado que se trate como arte
el delito. El comercio pierde 300 mil millones de pesos al año por hurtos
individuales, que paga la gente honesta. Esto para nada es arte.
WILSON VEGA RIVERA
icono el tiempo

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