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Las mentiras del año

(EDICIÓN BOGOTÁ) (PÁGINA 1-21) Las mentiras en política funcionan como los fondos de inversión. A mayor capital invertido, no solo aumentan las ganancias. También el riesgo. Hay mentiras que por lo arriesgadas están fuera de concurso, como la que se inventó el presidente Bush para justificar la invasión de Irak, cuando afirmó de manera falaz que el régimen de Saddam Hussein estaba produciendo armas de destrucción masiva. En Colombia no nos quedamos atrás. He aquí algunas de las mentiras más arriesgadas que se han dicho este año. La frase manida que pronuncian todos los conversos que terminan en el uribismo por su afán burocrático. Reza así: “Aceptamos este cargo como un sacrificio por la patria”. Va siendo hora de que se inventen otra.

MARÍA JIMENA DUZÁN
La de Uribe cuando, en respuesta a un dardo de Gaviria, prometió “no volver
a nombrar a familiares de los políticos en cargos públicos”. (Son tantos los
nombramientos que se han hecho desde entonces que me abstengo de
enumerarlos.)
“No volveré a aspirar a la Presidencia de la República.” Esa frase, dicha
hace dos años, se convirtió en mentira este año, cuando Horacio Serpa volvió
a presentar por enésima vez su candidatura presidencial.
La de Julio Mario Santo Domingo. El magnate nos quiere hacer creer que,
después de haber vendido a Bavaria, Avianca, Caracol Radio, Polímeros y
todas las demás empresas “menores” que hicieron grande a Augusto López,
sigue interesado en invertir en el país. (Creo que lo único que le queda es
una fábrica de achiras en Neiva.)
La de Juan Manuel Santos en El Espectador, cuando dice que no está
interesado en competir ni en rivalizar con nadie, que solo está ayudándole a
un proyecto político para el país y que no está obsesionado con ser
Presidente. (Sin comentarios.)
Sin embargo, la mentira más grande la dijo el presidente Uribe en la corta
entrevista que concedió a Caracol Radio cuando afirmó que su gobierno no
era de izquierda ni de derecha. Por sus políticas, hasta el profesor
Huntington diría que este es un gobierno que representa a una derecha
reencauchada, a una Nueva Derecha. Comenzando por su política tributaria,
elaborada sobre la base de aumentar los impuestos a la clase media mientras
que desgrava a los ricos a través de generosas exenciones, como sucede con
los empresarios que invierten en el cultivo de palma africana, el cual ha
venido abriéndose espacio a punta de motosierras y a costa del despojo de
las comunidades indígenas y negras del Chocó, como bien lo ha denunciado la
Arquidiócesis del Chocó, galardonada con el Premio Nacional de Paz.
Solo un gobierno de derecha habría aprobado una ley forestal como la que
aprobó. Sustentada no en un interés por preservar los bosques naturales,
como ingenuamente lo afirman los ministros de Agricultura y del Ambiente,
pero sí en reglamentar su explotación, en desmedro de las comunidades
campesinas, negras e indígenas, que nunca fueron consultadas. Por no hablar
de la forma como este gobierno reaccionó ante la denuncia hecha por la
Defensoría del Pueblo cuando advirtió del despojo de tierras que están
sufriendo las comunidades indígenas y negras del Chocó a manos de los
paramilitares y de los empresarios de la palma africana. En lugar de
proteger los derechos de esas comunidades, optó por darles la mano a los
empresarios paisas que están al frente de los cultivos y sacó del sombrero
un decreto que permitía el arriendo de estas tierras. Un gobierno que actúa
de esa forma es de derechas y punto.
Tal vez las mentiras más grandes del año sean la de ‘don Berna’ cuando le
dijo a la Fiscalía que él solo tenía una finquita. O la de las Farc cuando
hablan de la importancia del acuerdo humanitario por los pobres
secuestrados. ¡Como si ellos estuvieran allá por su gusto!
MARÍA JIMENA DUZÁN
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