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CLAVE 1922 TRIUNFA TANCO SOBRE ANSEL

Aquí, en La Atenas Suramericana , consagramos al ídolo del deporte de los coliflores y las narices chatas , al caballero trompadachín de la Calle Florián, al más grande exponente en la década de los veinte del popular deporte de los pisteros , al señor don Rafael Tanco Ponce de León. Con Tanco se consolida la primera y la más heroica de las eras del boxeo criollo en Colombia. Era una época sin categorías muy definidas, ni reglamentos estrictos para los combates. Las peleas se pactaban mediante mensajes epistolares de puño y letra del retador o en telegramas que se hacían llegar a la redacción de los periódicos.

ARMANDO CAICEDO G.
Tuluá, septiembre 23 de 1921. EL TIEMPO Bogota. Bemjamín Brewer, boxeador estadounidense, desafía a cualquiera. Peso 145 libras. (firma), Kidros Ross, manager .
Tanco aceptó el reto. Brewer era un jayanazo de 1 metro con 83 centímetros y 75 kilos, que superaba en 10 centímetros y en 10 kilos la estatura y el peso de nuestro ídolo. El estadounidense venía precedido de una impresionante marca de 22 peleas invicto.
El sábado 29 de octubre de 1921, EL TIEMPO publicó la noticia: Esta noche, Su Majestad El Músculo hará una exhibición sensacional en el Olympia, con dos de sus más fervientes adoradores, los señores Tanco y Brewer .
A las nueve de la noche se inició el espectáculo. Cuatro mil afortunados cachacos, acomodados a bolillo por la Policía, hervían de entusiasmo mientras en los alrededores un número igual de fanáticos pugnaban por colarse.
El programa preliminar incluía dos peleas de boxeo y dos encuentros de esgrima uno de espada y otro de sable, que hicieron las delicias del público.
Tanco subió al encordado intensamente pálido. Una aclamación, que casi tumba el escenario, recibió al héroe bogotano. Luego apareció Brewer escoltado por sus tres padrinos.
Al sonar la campana, Tanco avasalló al estadounidense lanzándole golpes a la mandíbula. Brewer le contestó con un solo upper, que sonó en todo el coliseo como si hubiera pateado una caja de cubiertos. Al caer sobre el entablado, la cabeza de Tanco volvió a retumbar. Todo el mundo creyó que se había desnucado.
El postrer combate de esa velada estuvo a cargo de la Policía. A la medianoche, cuando Brewer, acompañado de sus tres padrinos, abordó el tranvía rumbo a su hotel, la muchedumbre, despechada y herida en su amor propio vivando a Tanco, detuvo a la fuerza el tranvía para insultar al gringo . Este incidente, no programado, obligó a la veloz intervención de los chapoles .
En este año de 1922, Tanco se reconcilió con su público por la vía de los nocaut. En enero derrotó al Sastre Martínez. En marzo, al inglés Jack Daly y en junio, al cubano César Brook.
Por esa epoca, Tanco, todo un caballero, tanto dentro como fuera del cuadrilátero, tuvo su primera y única pelea callejera. Raúl Ansel, boxeador francés, lo llamó cobarde de frente en plena Calle Real. Tanco le propinó un guarapazo en la boca que hizo época en los tertuliaderos de la ciudad. Estos dos boxeadores pactaron enfrentarse entonces a una serie de cuatro combates, tres en Bogota y uno en Barranquilla, en los que el galo siempre llevó la peor parte.
La más dramática de estas históricas lides se escenificó la lluviosa tarde del domingo 5 de noviembre en el Circo de San Diego. Apenas iniciada la pelea, el francés Ansel sorprendió a nuestro boxeador con un certero golpe en la mandíbula y lo envió al entablado. Mientras se hacía el conteo respectivo, Tanco, zurumbático , se reincorporó, pero inmediatamente fue impactado por otro derechazo, que lo volvió a tumbar. En el último segundo la campana lo salvó. Cuando nadie daba un rial por Tanco, este se fue recuperando, tan milagrosamente que en el cuarto round, ya igualado, le propinó tamaño puñetazo al francés, que lo sacó por encima del encordado.
El quinto episodio fue desconcertante. El árbitro, presionado por el público, argumentó una falta grave del francés y lo descalificó. Luego levantó la mano del nuestro para declararlo campeón. El público armó tamaña bronca. El francés protestó. Y, para no quedarse atrás, Tanco se puso al lado de su rival. Puestos de acuerdo árbitro, boxeadores y público, los valientes paladines decidieron continuar la lucha.
En el sexto, Tanco nuevamente tumbó a Ansel, pero éste, con gran pundonor, se volvió a reincorporar. A la altura del octavo ninguno de los dos púgiles era capaz de mover un solo músculo. El francés bajó entonces los brazos y le puso la cara al nuestro para que lo noqueara. Tanco le zampó cinco directos a la mandíbula pero el francés no se mosqueó . Era imposible; ninguno de los dos lograría el nocaut. En el décimo, cuando el colombiano estaba dispuesto a irse del ring, el juez le levantó la mano y lo declaró vencedor por puntos.
El domingo 26 de junio de 1926, Tanco hizo su última pelea. En esa ocasión declaró: ... no hay colombiano, de cualquier peso o de cualquier estatura, que pueda ponerse los guantes conmigo .
ARMANDO CAICEDO G.
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