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Alma y cuerpo

Cuando el cuerpo se enferma es el alma la que está pidiendo auxilio y reclamando tu atención.

GONZÁLO GALLO GONZÁLEZ
La enfermedad es, por así decirlo, una mensajera de los dioses y una amiga,
no un adversaria. Un buen médico nunca separa el cuerpo del espíritu y sabe
que somatizamos en el cuerpo los vacíos del alma.
Hay muchos libros sobre este tema y uno de ellos es Escucha tu cuerpo, de
Lise Bourbeau. En él se describen algunas explicaciones de las enfermedades
y las emociones y conductas que las originan.
Algo similar se lee en La enfermedad como camino, un estudio alemán de hace
años que, asumiéndolo con sentido crítico, conserva su vigencia. Qué bueno
que profundices esto por tu propio bien, escuches tu cuerpo, lo cuides y lo
ames.
Y ojalá los médicos racionales abran su mente y acepten que sus pacientes
son mucho más que huesos, músculos, sangre y nervios.
Toda enfermedad llega a la vida con un propósito terapéutico de cambio y
sanación interior. La enfermedad es una buena amiga que, con el dolor como
maestro, convoca a un despertar.
Esa, y no otra, es su razón de ser: viene a sacudirte para que evoluciones y
te pulas espiritualmente. Por eso hay enfermos que antes eran rebeldes y
ahora son seres de paz y vibran en el verdadero amor.
La enfermedad te quebranta y te deja valiosos regalos como el desapego, el
perdón, la entrega, la aceptación y la humildad.
Estas últimas las aprendes al depender de los otros, dejándote atender y
cuidar. No es fácil cuando has sido bien autónomo y siempre has querido
hacer las cosas por ti mismo. Entonces la maestra enfermedad te dice: deja
el orgullo y consiente que te alimenten, te bañen y te vistan. ¡Buena
lección!
Cuentan que una persona muy racional fue donde un sabio y, entre otras
cosas, le dijo que le dolía mucho la cabeza.
El sabio lo escuchó y le dijo: “Te duele allí porque eso es lo que eres: una
cabeza que razona sin cesar. ¿Dónde se te extraviaron el alma y el corazón?
¿Qué pasa con tus sentimientos, tus emociones y tu capacidad de trascender?
Todo lo quieres desmenuzar con una mente fría y para ti sólo vale lo que es
lógico y científico. Mira a tu alrededor y verás como las personas serenas
son espirituales y armonizan mente y corazón. Más aun, los místicos
recomiendan llegar al estado de no mente porque allí se sintoniza más con
Dios”.
Esa persona al inicio se rebeló contra lo que le decían, pero luego asumió
la enseñanza con humildad.
Hoy en día medita, es un ser más amoroso y, desde que Dios llegó a su
corazón, los dolores de cabeza se esfumaron. Todo llega para el bien y te
enfermas para tomar consciencia.
Qué ironía, es bueno enfermarse, si ese es el único camino para despertar,
llenar la vida de sentido y de amor las relaciones.
GONZÁLO GALLO GONZÁLEZ
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