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Ángeles que se lleva la violencia

Centenares de pequeños, que llevaban como símbolo de luto una lágrima en sus mejillas, abrieron calle de honor para recibir las carrozas que traían los cuerpos de los niños muertos, antes de dejarlos a la entrada de la iglesia del viejo pueblo de Fontibón.

Algunos de ellos, que los tuvieron de cerca en vida, se quedaron leyendo sus
nombres escritos en las cintas de los coches fúnebres, y apenas podían
evocar pequeñas imágenes. Camila Beltrán Rojas, de 2 años, con sus
travesuras de ángel que correteaba en la acera, frente al almacén de
plásticos de su familia, y el brillo de ilusión en los ojos de Jhonatan
Ortiz Rojas, en la misma acera, poco antes de explotar esa granada que se
los llevó en las esquirlas.
La ceremonia transcurrió entre desmayos y dolientes que escucharon la misa
sin descargar las coronas de flores de sus espaldas. ‘Dejad que los niños
vengan a mí’, fue un llamado a la protección que debemos brindarles. Vecinos
y extraños se tomaron las manos para rezar el padrenuestro juntos. Llanto en
el momento de darse ‘fraternalmente la paz’. Un grupo de pequeños, que
sostenía un estandarte adornado con cintas, fue el primero en salir. Luego,
la gran marcha del pueblo en tandas. Niños que venían de instituciones de
protección, levantando claveles blancos.
Familiares y allegados acompañando a Angélica Rojas, la madre de los menores
muertos; esa mujer que hace siete años, estando en una finca de La Mesa
(Cundinamarca), vio morir ahogado a su hijo César Fernández, y que en el
2003 también tuvo que enterrar a Yeimy Lorena, después de un accidente de
tránsito con un camión en la avenida Boyacá.
Yeimy era madre de Lady Losada, la niña de 4 años que hoy trata de
sobrevivir a las heridas que le dejó este mismo atentado, junto con Alicia
Fernández, su abuela. En medio de la marcha algunos trataban de encontrar
explicación a este hecho, mientras otros no descartaban la posibilidad de
que el atentado hubiera sido contra el periodista Martín Alirio Viña o
contra su socio, que se encontraba a su lado, en la animación de una feria
del mueble, en este sector de Bogotá.
“Durante el 2005 han muerto 74 niños por causas violentas en Bogotá. Frente
a esta demencia necesitamos su conciencia”, se leía en dos enormes vallas
ubicadas a la entrada del cementerio de Fontibón, donde la marcha fue
recibida por el alcalde Luis Eduardo Garzón, quien después de la homilía
insistió en la reflexión y descartó que este caso fuera parte del conflicto
armado del país.
“La Policía capturará a los criminales, como parte del compromiso que
tenemos con las víctimas, con sus familiares y con la ciudadanía”, agregó
Garzón.
Las escenas finales fueron las más desgarradoras. La madre de los niños
víctimas, aferrada al cofre de Camila. Sentimientos de rabia y de coraje.
Flores sobre las tumbas y los nombres de los niños, escritos en las cintas,
ya guardados y apenas como recuerdo.
gergel@eltiempo.com.co
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