Soberbios sastres con solapas asimétricas de seda. Rafia en el dobladillo de faldas-flor, de crespón o satén. Flores bordadas sobre los trajes de noche.
Abandonando su inclinación por el folclor y las mezclas de materias y géneros, Christian Lacroix se inspiró en la divisa lujo, serenidad y voluptuosidad , traducida en ricos tejidos de satén, falla, muaré y seda, en azul nube, rosa geranio o amarillo polluelo, subrayados con negro y gris.
Vestidos de línea pura, realzados con plumas y encajes, acompañados por chaquetas cortas, como boleros, bordeadas con galones de oro o florecillas y corazones bordados.
La japonesa Hanae Mori se inspiró en el arte moderno y presentó una colección más reducida que de costumbre: sesenta modelos con silueta corta y talle bien marcado.
Aparte de sus elegantes sastres, uno de los modelos más aplaudidos fue un vestido-joya para la noche, drapeado y adornado con una cascada de perlas.
El italiano Gianni Versace presentó su colección: Atelier , en colores fuertes y alegres que se superponen y entrechocan. Rojo llama, amarillo vivo y esmeralda, en vestidos asimétricos, kimonos enrollados en torno al cuerpo y chaquetas-pétalo.