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LA CRIANZA DE LOS GALLOS

El proceso de encastar a un gallo de pelea es una obra de arte que se lleva en la sangre. Es sinónimo de cría, valentía, lucha, poder, orgullo, placer de triunfar y también de sentir derrotas.

El proceso de encastar a un gallo de pelea es una obra de arte que se lleva en la sangre. Es sinónimo de cría, valentía, lucha, poder, orgullo, placer de triunfar y también de sentir derrotas.
Este rito se inicia en las jaulas, donde un padrón (un gallo ganador) tiene el privilegio de cortejar dos gallinas finas a la vez. El padrón las puede pisar entre 30 y 40 veces en un día y cada gallina pone entre ochos y doce huevos y.
Los huevos son clasificados y pasan a la sala de maternidad donde son empollados y comienza el proceso de selección.
En un libro se lleva un record de cada animal donde son identificados individualmente con las distintas combinaciones de gallos y gallinas, fechas de incubación, huevos fértiles, fechas de nacimiento y cantidad de hembras y machos, alimentos y medicamentes que se les suministra, entre otros, con el fin de obtener buenos resultados en las peleas futuras.
Cuando son polluelos (siete meses) y han pasado por el proceso de selección, se les lleva a un corral hasta que desarrollen el instinto natural de peleadores.
Para que no se hagan daño se les separa en rejones (jaulas) individuales hasta que son llevados para desbarbar, descrestar y peluquear.
Los gallos finos no pelean con las gallinas, por el contrario las protegen y las celan. La crianza de un gallo fino cuesta un promedio de 120 mil pesos hasta cuando sale a su primera pelea (entre los ocho o doce meses).
En el proceso de levante, entre un gallo y su criador se despiertan sentimientos tan profundos como entre el hijo y el padre. El criador aprende a cacaraquear para comunicarse con su ejemplar, así como lo hace Zambrano Sáenz, cuando entra al corral.
Y si este ha sido un buen gallo, como aquel que ganó tres peleas en una solo noche y muere en el ruedo, se le embalsama para tenerlo como recuerdo permanente.
Los ageros
Como en todo juego de azar los galleros también tienen sus creencias y amuletos. El escritor mexicano Juan Rulfo se refirió a la surte que generan las mujeres en las peleas de gallos. Las Caponeras no faltan en los palenques. Ellas tienen el halito que le lleva la surte al gallero, bien con un toque mágico al animal o permaneciendo a su lado.
Algunos rezan cuando calzan a los gallos, otros les ponen una cinta roja o negra en las espuelas y otros más alumbran una foto del gallo tres horas antes de la pelea. También hay quienes aprietan las patas con un dólar o un billete de mara, o quienes le dan un beso en el pico antes de salir a la valla.
Jerga de los galleros
Así como en los toros o el lunfardo en los tangos, los galleros manejan su propio lenguaje. Estas algunas palabras:
Gualero, apostador que no paga una apuesta. Este es rechiflado por los asistentes a la riña y sacado de la gallera definitivamente. En algunas ocasiones lo castigan físicamente y existen historias donde han perdido la vida. "La palabra del gallero es sagrada".
Corrido: gallo que huye.
Embotar: poner una bota o guante sobre la espuela cuando entrenan a un gallo.
Emplumar: periodo en el que el gallo cambia de plumas
Culimbo: gallo sin cola.
Basto: gallos sin casta.
Careo: incitación al combate hecha por los galleros o los jueces.
Arrumacos: requiebros de amor, morisquetas amorosas que hacen los gallos arrastrando el ala.
Pata pioja: postizo que le ponen a los gallos sin espuelas.
Pulmonazo: espolazo que recibe el gallo en el pulmón y lo hace vomitar sangre.
Golpe de vista: golpe que priva al gallo momentáneamente.
Golpe de vaca: espolazo que recibe el gallo en el pecho y le llega hasta el corazón.
Pasadera: golpe que recibe el gallo en los ojos produciéndole perdida de la visión.
Morcillera: espolonazo que recibe el gallo a los lados del pescuezo o arriba del buche, formando hematomas.
Cinco chorros: espolazo que recibe el gallo que lesionan los vasos auxiliares.
Fotos: Juan Carlos Escobar
Fácilmente un desafío de gallos puede llegar hasta bien entrada la madrugada; todo depende de los gallos, los apostadores, los asistentes y el ambiente de la noche.
Las principales apuestas son cazadas por los galleros o dueños de cuerdas en el momento del pesaje y haciendo honor al refrán palabra de gallero , con toda la seriedad del caso se pagan, lo que dimensiona el cumplimiento de lo que se pacta en las peleas.
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