La cuna del café colombiano, el grano bendito que jalonó por un siglo la economía y el desarrollo nacionales, no está en Antioquia ni en el Eje Cafetero. Se llama Salazar de las Palmas y es un pueblo de Norte de Santander.
Hace 200 años, en este municipio de clima benigno a dos horas de Cúcuta, el cura bogotano Francisco Romero impuso una original penitencia a todos los feligreses a quienes oía en confesión. En lugar de avemarías y padrenuestros, el cura les ordenaba sembrar matas de café.
Esta singular historia, cuya credibilidad es avalada por la Federación Colombiana de Cafeteros, se repite de boca en boca en Salazar de las Palmas, sitio que el pasado 21 de junio recibió la orden de la Gran Colombia de la Asamblea de Norte de Santander, por su aporte histórico a la propagación del arbusto emblemático del país.
Inclusive el presidente de la República, Alvaro Uribe, reconoció al municipio como la cuna del café colombiano cuando escuchó el nombre de Salazar en el último consejo comunal de Gobierno en Cúcuta, a mediados de mayo.
Fue el primero.
"Por cada pecado y dependiendo de su gravedad -relata el diputado Jorge Villamizar, oriundo de esa población-, el cura Romero, que era jesuita y un apasionado por el café, mandaba a la gente a las fincas a que cultivara cierto número de matas. El padre era jovencito y tenía visión de economista porque el ingenio caló entre todo el pueblo".
Así, según el Comité Departamental de Cafeteros, Salazar de las Palmas se dio el lujo de ser el primer punto exportador del grano en la historia del país cuando, en 1835, a través del Lago Maracaibo, se enviaron los primeros 2.592 sacos de café rumbo a Venezuela.
"Salazar de las Palmas - agrega la directora del Comité Departamental de Cafeteros, Ana Belén Manrique- inauguró el transporte de carga de café internacional cuando sus campesinos usaron el río Catatumbo para llegar hasta el país vecino. De ese municipio salió el café rumbo a Santander, Antioquia y el Viejo Caldas".
Según la Federación Colombiana de Cafeteros, el café llegó a Colombia procedente de las islas del Caribe y de Venezuela, de donde pasó a las misiones de los padres jesuitas de Santa Teresa en el Orinoco. Aunque en 1736 se plantan algunos arbustos en el seminario de Popayán, la siembra del café, de modo masivo y con fines comerciales la arranca el padre Romero en Salazar de las Palmas, un pueblo que hoy tiene 12 mil habitantes, de los cuales 5 mil viven en el área rural.
Al llegar a Antioquia, a comienzos del siglo XIX, el café encuentra el medio ambiente ideal para su desarrollo acelerado y el terreno propicio para gestar en esa zona la principal región cafetera de Colombia con el surgimiento de ciudades como Manizales, Pereira y Armenia.
En la otra cara de la moneda, a Salazar de las Palmas no le valió de nada ser el municipio impulsor del grano en Colombia porque el café terminó barrido por la plaga de la broca hace una década. Y antes de eso, mientras que en el país se hacían vías, bancos, acueductos y se constituía toda una economía y una cultura alrededor del grano, Salazar se hundía en el olvido. Hoy, todavía está luchando porque le pavimenten la vía a Cúcuta.
"Los campesinos del municipio, después de la broca, empezaron a cultivar cítricos y a acondicionar sus fincas para el pastoreo de ganado", señala el diputado Villamizar, quien cuenta que en épocas de bonanza el pueblo tuvo planta eléctrica propia, fábrica de gaseosa e industrias de confección.
FOTO/Obando.
1- En salazar no queda mucho café, ya que la broca casi acaba con él hace una década.
2- Salazar de las Palmas fue el primer punto exportador del grano, cuando en 1835 envió el producto a Venezuela.