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LA SENSIBILIDAD DE LOS MERCADOS

Los mercados financieros están funcionando en todo su esplendor. El lunes de esta semana, la Bolsa de Nueva York y las principales bolsas de América Latina cayeron duro; las monedas de la región se devaluaron y los precios de sus bonos de deuda externa bajaron. Colombia, desde luego, no fue la excepción. La Bolsa de Colombia registró una fuerte corrección y el jueves fue negro , el peso se devaluó y las tasas de los TES subieron, lo mismo que las de los bonos de deuda pública colombiana en dólares.

Los mercados financieros están funcionando en todo su esplendor. El lunes de esta semana, la Bolsa de Nueva York y las principales bolsas de América Latina cayeron duro; las monedas de la región se devaluaron y los precios de sus bonos de deuda externa bajaron. Colombia, desde luego, no fue la excepción. La Bolsa de Colombia registró una fuerte corrección y el jueves fue negro , el peso se devaluó y las tasas de los TES subieron, lo mismo que las de los bonos de deuda pública colombiana en dólares.
Los movimientos financieros simultáneos en una o varias regiones están señalando la magnitud de la globalización de los mercados y su sensibilidad a flor de piel. La divulgación de un índice, o el uso de la semántica por parte del señor Greenspan, genera, por sí solo, volatilidad en las tasas de cambio, las de interés y los índices bursátiles. Tal vez nunca antes se habían visto reacciones tan veloces. Los mercados locales han desaparecido. Estamos frente a un solo y gran mercado.
Es lo que está sucediendo. Las noticias sobre el crecimiento de la actividad productiva, el aumento del empleo y la elevación de la inflación en los Estados Unidos indujeron a los inversionistas del mundo entero a adelantarse a una subida de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal, vendiendo sus acciones y sus bonos de largo plazo. Un indicador positivo, como el aumento del número de ocupados, hace que las bolsas caigan; las gentes anticipan que la recuperación económica conducirá a la elevación de las tasas de interés y saben que, cuando esto ocurra, disminuirá el valor económico de las empresas y de sus acciones. Uno negativo, como el mayor ritmo de inflación o el alza del precio del petróleo, implica que la autoridad monetaria no se va a quedar quieta sino a subir las tasas, con las mismas implicaciones.
El Banco de la Reserva Federal ha aprovechado esta situación. En vez de mover, de una, sus tasas, utiliza la semántica para que los mercados se ajusten, con la esperanza, intuyo, de que esto suceda con menores traumas. Supone que cuando finalmente las tasas se eleven, ya el mercado se habrá acomodado a una nueva realidad. El uso del lenguaje es interesante. En agosto del año anterior dijo que las tasas podrían mantenerse bajas durante un período considerable , luego que sería paciente y, ahora, que las incrementará en forma mesurada . Lo único que falta es que efectivamente las eleve, lo cual probablemente tenga lugar en las próxima reunión de la junta de gobernadores a finales de junio.
Los mercados funcionan. En el nuevo entorno internacional, los inversionistas que habían vendido dólares para invertir en TES y en la bolsa presionando la revaluación del peso, la baja de las tasas de interés de los TES y el alza bursátil se salen tanto de los TES como de las acciones y de los pesos. Consecuencia: suben las tasas de los TES y el precio del dólar, y cae la bolsa. Quienes tenían bonos en dólares de la República de Colombia también los venden, ante su inminente pérdida de valor. Los dólares se mantienen líquidos mientras suben las tasas. Los inversionistas, pues, se comportan racionalmente. Aunque en Colombia se califique ese comportamiento de especulación y se atribuya a la reelección del Presidente o al aplazamiento de las reformas estructurales.
El cambio en las preferencias de los inversionistas y en la dirección de los flujos de capital modifica la agenda a las autoridades económicas. La preocupación por la revaluación deja de existir. La compra de reservas internacionales por parte del Banco de la República ya no es prioritaria, lo cual facilita en parte el manejo de la política monetaria. En cambio, al Gobierno se le dificulta seguir captando TES para financiar su déficit, lo cual podría forzarlo ojalá a bajar el gasto público.
Termina un ciclo y comienza otro. Un poco más rápido de lo previsto, es cierto. Los mercados son mucho más volátiles de lo que siempre fueron y exigen acomodarse a sus designios. Por eso la búsqueda de los equilibrios económicos no es un embeleco neoliberal. Entre más blindada esté la economía contra los choques externos, más alta la probabilidad de sobrevivir a su impacto arrollador.
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