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UNA RUMBA CELESTIAL

La fiesta opita está a punto de llegar a su fin. Con la coronación de la nueva reina nacional del bambuco, a las 8:00 de la noche, se cierra oficialmente el Reinado, aunque queda un día más de rumba para Neiva. Muchas candidatas son favoritas. Las llaneras tienen gran aceptación y se habla mucho de las señoritas de Caquetá, Casanare y por supuesto, de la reina anfitriona, Carmen Adriana Chacón, señorita Huila.

El jurado ya ha hecho su juicio. Sin embargo, el desfile en traje de baño es poco importante respecto del baile de esta noche, en el que se muestra el por qué de la participación de las candidatas en el Reinado Nacional del bambuco.
Es ahí donde el público juzga y elige, muestra su erudición en los bailes típicos de la región y aplaude a las candidatas que bailen como San Pedro manda .
Aunque la nostalgia de un San Pedro que se va se apodera del pueblo, la parranda es más fuerte, y continuará hasta mañana en el Concierto del Doble Anís, cuando nueve orquestas hagan bailar, desde las dos de la tarde, a todos los amantes del festival.
Una apertura sobria el 18 en la plaza de Banderas de la Gobernación dio inicio a un festival que, dos semanas después, se convirtió en una rumba desenfrenada.
Todos parecían saberlo. El martes 29 las calles permanecían tranquilas, pero la plaza central concentraba toda la actividad.
Malabaristas, payasos, campeones de tiro al blanco y una llama real donde se encaramaban los niños, captaban toda la atención de la gente.
La enorme iglesia frente a la Gobernación permanecía casi totalmente vacía, mientras que a su alrededor se veía una que otra persona vendiendo mango biche o raspao .
La calma aparente del martes era ya una vieja amiga para los opitas; sabían que luego iba a sustituirse por una alegría incontrolable y un desenfreno total.
Y así fue. El miércoles comenzaron a salir personas de las casas, los balcones, las oficinas, los edificios y hasta de los sitios más inesperados.
La Policía intentaba, en vano, mantener el orden, y pronto cedieron las vallas, los bolillos y hasta los representantes del orden.
Las candidatas prendieron la fiesta, y ni siquiera el agua que botaban a chorros pudo apagarla.
Los dos mil caballos que se concentraron en una polvorienta cancha de fútbol se impacientaron con el retraso y comenzaron a dar coces a los demás jinetes.
La cabalgata de cierre del desfile se convirtió en una carrera de desahogo y los ejemplares, briosos y cansados, enfilaron desesperados por la única calle por la que podían transitar.
Cuando pasó el desfile, los turistas creían que eso era todo... por ese día todo había terminado, pero las fiestas estaban apenas comenzando y eran sólo las cuatro de la tarde.
Eso lo sabían los opitas, que tomaron un receso, acompañado por el aguardiente y gaseosa fría, y trataron de acomodarse mejor para lo que iba a venir.
El tradicional desfile de chivas usualmente era nutrido y en él participaban casi veinte vehículos, pero esta vez fueron muy pocas las que se animaron a salir.
Adornadas con lo característico de este tipo de transporte y con nombres chistosos, las chivas iban llenas de gente, algunos disfrazados, otros simplemente en la comitiva, saludando y mostrando su colorida belleza.
Algunas tenían jaulas de madera que encerraban cabras y gallinas aterrorizadas por la altura y la gente; otras iban con árboles, ya marchitos por el calor; había unas que llevaban al bobo del pueblo, con un sombrero estilo troilo , al lado de una niña de trenzas y vestido de bambuco.
Las más ocurrentes llevaban ancianas con cara triste, pavos reales y uno que otro músico.
Los nombres también eran divertidos y acorde con la personalidad del transporte. Así, La potra zaina , tenía en el techo, sobre un caballito de madera, a una mujer con sombrero, pantalones apretados y apariencia de macho .
La roncadora también era un nombre bien puesto. El pito ensordecedor de la chiva, un poco ronco, no dejó de sonar durante todo el desfile.
La fiesta gira en torno de la música y las reinas, quienes tuvieron el jueves su desfile en traje de baño. Aunque fuera del Club Campestre, toda Neiva esperaba el resultado, preguntaba, juzgaba y elegía a sus favoritas.
Y aunque otras actividades como la Válida de Motonáutica, el desfile acuático de ayer y la divertida noche de vacalocas, mantienen ocupadas las mentes de los opitas, hoy, en la noche de coronación, hay tensión en el ambiente.
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