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APRENDER A VIVIR EN EL PRESENTE

Se le propone un reto: trate de vivir como lo hace un niño. Digamos, un niño de cuatro, quizá cinco años, que tenga sus necesidades cotidianas satisfechas, y que se encuentre rodeado de amor y protección.

GLORIA MOANACK
Se le propone un reto: trate de vivir como lo hace un niño. Digamos, un niño de cuatro, quizá cinco años, que tenga sus necesidades cotidianas satisfechas, y que se encuentre rodeado de amor y protección.
Sí, el reto es regresar a ese momento cuando usted tenía cuatro años. Un niño, una niña. Inocentes. Sin recelos ni prejuicios, que vive su vida tal como se le presenta; que ríe cuando está alegre, llora cuando se siente triste, se aísla cuando necesita estar solo.
áLo hacen porque ese niño, y la niña, llevan en sí la verdad absoluta de quienes son en realidad. Experimentan paz y en su conciencia, primaria, básica, no han ingresado juicios y creencias que les limiten sus vidas y los alejen de la inocencia.
áDe hecho, qué les importa lo que los demás van a decir cuando lo vean llorar o si sueltan una carcajada sonora?
áSimplemente, ellos viven el presente. Ese mismo instante.
áY allí está el reto que se le propone a usted hoy: viva este momento. Anclese en el presente, en el hoy. Un reto bien complicado porque, nosotros los adultos, a lo largo de nuestras vidas, nos hemos ido atando a una serie de conceptos, miedos, juicios y actitudes que nos han alejado de nuestra esencia, que nos limitan o coartan, y que nos llevan a cargar, casi como una condena, los hechos pasados mientras especulamos acerca del futuro.
Todo esto resumido en una actitud profundamente perjudicial: el estrés. Como dicen los médicos y sicólogos y los mismos pensadores, la raíz de la inmensa mayoría de las enfermedades de la vida moderna.
Un estrés, bien lo sabemos, que nos acompaña en el cotidiano y que no nos permite encontrar el equilibrio y, mucho menos, la serenidad. Por supuesto, tampoco la felicidad.
Estos son, a grandes rasgos, los planteamientos básicos que formulan los Ishayas, corriente nacida en el lejano oriente hace más de dos milenios, y que le propone al hombre un camino para encontrar el sentido de su vida. Un estado que ellos denominan como ascensión, pero que bien podría calificarse como experiencia de renovación, de plenitud, el fortalecimiento del propio ser y, finalmente, la capacidad de disfrutar de la vida.
Hagamos una pausa para escuchar lo que dice Maitreya Ishaya, maestro en técnicas ishayas, de nacionalidad peruano: "El hombre moderno vive en un tiempo que no es el real. Se adelanta y trata de adivinar lo que vendrá en el futuro, o retrocede hacia el pasado y se castiga tratando de explicarse lo que sucedió, lamentando lo que hice o lo que no, y especulando acerca de lo que hubiera debido ser".
En este contexto, el presente parece no existir, y como tal, las vivencias de ese instante no se aprecian ni se disfrutan ni se aprovechan.
Así es como el estrés invade al hombre. Porque, en este ámbito, el futuro se convierte en fuente de ansiedades: cómo voy a pagar la tarjeta de crédito, el alquiler, la cuota del carro, la pensión del colegio de mis hijos... Qué tal si pierdo mi trabajo? Qué pasará si un día mi esposa (o) se aburre y me deja? Y cuando tenga 60 años, de qué viviré?
Anticiparse sin ningún fundamento a lo que podría suceder (especulativo) no deja más que sinsabores y angustia. Mientras que traer de manera permanente el pasado, con el simple resultado de quererse "torturar" con lamentaciones y frustraciones no ayuda tampoco a construir sino que, más bien, corroe la cotidianidad.
***
Hacia la serenidad
El hombre entonces debe aprender a liberar sus emociones, sean éstas negativas o positivas. No debe temer expresar sus sentimientos y dar sus opiniones, pero sí debe evitar las críticas.áTambién se le propone aprender nuevamente a mirarse a sí mismo, a aceptarse y a quererse, en vez de andarse criticando (de manera negativa y destructora).
Quizá éste es uno de los puntos álgidos que buscan romper las técnicas ishayas: el hombre hoy no sabe vivir tal y como es y, como obstáculo principal para ello, se encuentra con el concepto férreamente cimentado de que la vida es sufrimiento, es dolor, es lucha y guerra. Quien no sufre -se cree- no vale mucho.
Así, no puede haber descanso, ni físico ni mental, sino más bien agotamiento y, por ende, estrés. Para explicar mejor esta actitud, Maitreyaádice que es como si miráramos la vida a través de una ventana sucia.
Como nos hemos acostumbrado a la opacidad del vidrio, no lo extrañamos y, más bien, tratamos de perpetuarlo, lo que no nos obliga a romper nuestros esquemas. Romperlos, por supuesto, implica un cambio radical. Qué tanto estamos dispuestos a asumirlo?
Descansar es renovarse. En la mente y en el cuerpo. Es lo que las técnicas ishayas tratan de mostrar. No tienen connotación religiosa ni emanan de sectas. Los que las difunden tampoco buscan ni tienen "seguidores" ni "adeptos". Esas técnicas buscan mostrarle al hombre que puede ser feliz si se despoja de los rezagos que la sociedad, la vida cotidiana, sus propias ambiciones o sus temores le han infundido.
Es aprender a mirar la vida desde un ángulo distinto. Tomemos el ejemplo de un árbol cuyas raíces están hechas de creencias limitantes, de frustraciones, agresividades, miedos. A medida que el hombre distingue cada una de estas raíces y aprende a asumirla sin prejuicios, en esa medida comienza a sanarse. Es cuando las limitaciones se derrumban para permitir a ese hombre vivir su tiempo presente con plenitud.
***
Fundamentos
Los cuatro fundamentos básicos de las técnicas ishayas son:
Alabanza. Apreciar en vez de criticar o culpabilizarse.
Gratitud. Dar gracias no sólo por lo material que nos facilita la vida sino, además, por las emociones y todo el bagaje subjetivo que llevamos dentro y que podemos expresar. Dar gracias incluso por lo que no tenemos: no podría significar un beneficio adicional el no poseer algo?
Amor. En el momento en que se vive el presente, se aprende a aceptarse a sí mismo sin reproches ni críticas. Ese amor se hace extensivo de manera natural a quienes nos rodean, a la vida misma.
Compasión. No confundir con lástima ni piedad. Es sentir la grandeza de quienes nos rodean, aún en sus momentos de dificultades y en sus debilidades. Es crear lazos de empatía y compenetrarse con los demás para ayudarles a crecer.
Para quienes desean conocer más acerca de las técnicas ishayas, una conferencia será dictada este próximo jueves 26. Así mismo, se dictará un curso para enseñar las técnicas durante los días sábado y domingo 28 y 29.
Informes: tels: 236 1259 / 218 6246
GLORIA MOANACK
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