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A LAS PUERTAS DE LA DESESPERACIÓN!

En Colombia parece que no nos importara el sector productivo , dijo este miércoles el presidente Uribe, al responder una pregunta de los periodistas que le consultaron sobre la revaluación del peso. VER GRAFICA (DEVALUACION), ( TASA REPRESENTATIVA DEL MERCADO).

"En Colombia parece que no nos importara el sector productivo", dijo este miércoles el presidente Uribe, al responder una pregunta de los periodistas que le consultaron sobre la revaluación del peso. VER GRAFICA (DEVALUACION), ( TASA REPRESENTATIVA DEL MERCADO).
Aunque el primer mandatario no hizo una acusación directa, todo parece indicar que se refería principalmente a los directores del Banco de la República, quienes son los encargados de la política cambiaria.
El tono usado por Uribe notaba además de especial preocupación cierta dosis de disgusto, combinación de sensaciones que no había exteriorizado antes, pese a que el tema se ha convertido en una de sus obsesiones con resultados bastante pobres. Y no es para menos dado lo que está pasando con el precio de la divisa.
Al cierre del 2003, el precio del dólar fue inferior en tres por ciento al registrado a comienzos del año, esto es, unos 60 pesos menos, asunto que en el momento se subestimó argumentando que no era contundente y un fenómeno coyuntural. En lo que va corrido de este año la situación se ha agravado: en solo 45 días se ha perdido alrededor de 3,4 por ciento, poco más de 80 pesos. La cotización de ahora es similar a la registrada hace 16 meses.
En los últimos doce meses la revaluación pasa ya del ocho por ciento, lo cual sumado a la inflación del 6,5 por ciento, muestra una pérdida real de alrededor del 15 por ciento. En otras palabras, hoy un exportador está recibiendo un ingreso en esa proporción menor por la combinación de mayores costos y menor ingreso por cada dólar exportado.
Y ahí radica la intranquilidad de Uribe. Desde hace ya varios meses, el presidente ha venido pidiendo a los directores del Banco de la República que hagan algo para hacer frenar la caída del dólar y su respuesta se ha ajustado a la ortodoxia: entrar al mercado a comprar dólares para frenar su oferta. Pero ello ha sido insuficiente, pese a que el emisor ha comprado más de 500 millones de dólares en los últimos 90 días.
Los defensores de la política de independencia del Banco de la República no solo han cuestionado la supuesta intromisión del presidente Uribe en el tema sino que culpan al gobierno de la revaluación. Su argumentación técnica es que el Estado tiene que reducir el déficit fiscal con lo cual le restaría presión al endeudamiento externo y por esa vía frenaría la apreciación de la moneda. En forma simultánea plantean que el Banco de la República debería reducir las tasas de interés con lo cual nuevamente se desestimularía el endeudamiento interno del gobierno.
Cuando a los ortodoxos se les plantea que el Emisor debería comprar más dólares para detener la revaluación, su respuesta es que ello implicaría una peligrosa mayor cantidad de dinero circulante lo que pondría en peligro el control de la inflación. El contraargumento es que ese razonamiento era válido en una economía cerrada más no en un modelo globalizado en el entendido que las importaciones pueden responder rápidamente para impedir mayor inflación.
Cada vez parece más claro que el precio del dólar en Colombia y en muchos países no se mueve con el deseo ni del gobierno, ni de los bancos centrales o la simple compra limitada de dólares. La verdad es que pese a los esfuerzos hechos hasta ahora para controlar su caída, la cotización sigue en una picada peligrosa que puede hacer perder competitividad a las exportaciones, así favorezca a los importadores. La pregunta aquí es qué es más importante: promover las exportaciones que generan empleo o abaratar las importaciones que pueden estimular la modernización de los sectores productivos?. La respuesta es buena parte de la discusión.
El fenómeno de la revaluación de la moneda no es exclusivo de Colombia. Con excepción de México y Venezuela, otras economías latinoamericanas han tenido una apreciación mayor que la de nuestro país: Argentina (8,78%); Brasil (20,4%) y Chile (23,3%). Incluso economías adelantadas también han sentido el impacto como Gran Bretaña (14,5); Japón (11,2) y el Euro (15%).
En los anteriores términos, quienes advierten que no se puede hacer mayor cosa para frenar la apreciación del peso, justifican su respuesta con lo que está pasando afuera.
El consenso acerca de lo que está ocurriendo en el mundo parece claro. Aunque el dólar sigue siendo divisa patrón, el déficit presupuestal de Estados Unidos y su intención de financiarlo con emisión y no recogiendo dólares de afuera, explica en buena parte la sobreoferta de dólares en el mundo. Si Estados Unidos elevara las tasas de interés aumentaría la presión sobre los dólares que están afuera, pero se podría resentir el consumo interno, lo que parece no estar dispuesto a hacer Bush y menos en etapa preelectoral. Por el contrario, teniendo en cuenta que su reelección está enredada, su tabla de rescate sería la economía, lo cual haría reafirmar su intención de no subir tasas de interés.
De todas formas, en el caso colombiano hay otros elementos adicionales que están influyendo en la revaluación como el crecimiento sorprendente de las remesas del exterior, la relativa solidez de la balanza cambiaria (las reservas internacionales siguen creciendo) y los buenos precios del petróleo, carbón, níquel y más recientemente el café.
Desde que inició su gobierno, el presidente Uribe se ha reunido en varias oportunidades con los miembros de la junta del Banco para analizar la situación y parece cada vez más convencido -como muchos- que no se ha hecho lo suficiente más allá de mantener el "fundamentalismo" de la ortodoxia. Hace unas semanas se discutió en el Consejo de Ministros algunas fórmulas que él personalmente había trabajado con técnicos del ministerio de Hacienda, las cuales fueron finalmente descalificadas por el ministro Carrasquilla.
Y finalmente solo se adoptó una medida, siempre dentro de la ortodoxia: subastar dólares con garantía de precio a futuro, medida que está arrancando, pero que no ha producido impacto alguno.
El argumento de que la revaluación es resultado de la confianza en el país y de que gracias a ella estamos teniendo una moneda más fuerte y somos más ricos, como lo sugirió el jefe de Planeación, Santiago Montenegro, no parece haber convencido. Y por el contrario, aunque todos los colombianos quieren ser más ricos y felices, no parece que la revaluación sea el camino deseado, es la opinión de muchos e inclusive del presidente Uribe, de acuerdo con el tono de sus declaraciones.
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