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ACTUAR ES COMO JUGAR PING-PONG

Si baja la mirada, lo mato! . Eso fue lo que pensó, haciendo de tripas corazón, Vicky Hernández mientras veía a su hijo Juan Sebastián Calero debutar en la obra de teatro Sin límites, en el Teatro Nacional.

DIEGO LEON GIRALDO S.Subeditor de Televisión
"Si baja la mirada, lo mato!". Eso fue lo que pensó, haciendo de tripas corazón, Vicky Hernández mientras veía a su hijo Juan Sebastián Calero debutar en la obra de teatro Sin límites, en el Teatro Nacional.
Calero, que rondaba los 13 años, tenía una escena en la que conversaba con Nicolás Montero; pero en el momento más intenso de la charla se le cayeron las flores que tenía en la mano. "Si cortaba esa comunicación de los ojos, se rompía la magia". El muchacho se agachó sin dejar de mirar a su interlocutor, recogió el ramo y siguió la escena. "Para cualquiera puede ser una tontería, pero para un actor es un momento cumbre".
Si bien es cierto que desde que estaba muy pequeño, las tablas en el Gimnasio Fontana habían sido parte de sus juegos, compartir escenario con Montero, Kristina Lilley y Florina Lemaitre en el Teatro Nacional era entrar a las grandes ligas.
"Luego, al verlo desplazarse de un lado a otro, sin decir parlamentos y sin romper el ritmo, tuve mucho miedo pues supe que el muchacho sería actor". La cara de terror de la que es, sin duda, una de las mejores actrices de este país, revive el momento. Vicky no quería que su hijo se dedicara a la profesión que, aunque tantas satisfacciones le ha dado, también le ha proporcionado innumerables desengaños por cuenta del irrespeto constante al que, insiste, son sometidos nuestros artistas.
Ahora, con 22 años, Juan es Richard, uno de los protagonistas de Pandillas, guerra y paz, un seriado en el que ha tenido la fortuna de compartir escena con su mamá, quien interpreta a una fiscal. "Actuar es estar en un juego de ping pong bien intencionado, donde la prioridad es que no se caiga la pelota. Cuando estuve frente a mi mamá, hubo una fuerte comunicación con la mirada", apunta él.
Y la madre añade: "No cambió mi forma de actuar con relación a otros actores. Solo por el hecho de estar con mi hijo, no puedo hacer concesiones. Claro que Todavía tengo ganas de que nos toquen escenas interesantes, con una carga emocional fuerte". Con la última frase se empuja un sorbo de tinto en la sala de su casa, en el norte de Bogotá.
Sintió nervios de actuar con su mamá?
No tenía nervios, pero sí ansiedad por trabajar con una actriz tan buena que además es mi mamá. Con ella comprobé algo que intuía, que aunque uno actúe con todo el cuerpo, la fuerza se concentra en los ojos.
Y a usted qué le enseñó su hijo en ese careo?
Aprendí de su espontaneidad. Juan es capaz de apoyar las escenas con cosas no marcadas. Sentí que podíamos jugar.
Le ha pesado ser hijo de Vicky?
Ha sido beneficioso para la calidad del trabajo, para el aprendizaje y por las conversaciones que siempre hemos tenido. La exigencia o el resultado que tenga que tener mi trabajo por ser hijo de ella, me tienen sin cuidado.
La conversación va y viene, sin un norte definido y salpicada por apreciaciones y anécdotas que uno no conocía del otro: "Cuando Juan ganó el premio TvyNovelas este año, como Mejor Actor de Serie -cuenta ella-, yo estaba en el camerino. Una de las organizadoras me dijo que menos mal que se lo habían dado a él, pues aunque lo habían nominado años anteriores, ella pensaba que se lo otorgarían después de que demostrara su verdadero talento, que la gente le exigía más por ser hijo de Vicky Hernández".
Entonces, la actriz vuelve a perderse en el recuerdo más viejo de Juan y la actuación. El muchacho, hermano de Mateo (que es músico) e hijo del también actor Gerardo Calero (de quien Vicky está separada), estaba frente al televisor: "Juan tenía como año y medio... El habló antes de cumplir los dos años, y estábamos viendo La celestina, cuando el personaje de Gerardo mataba a mi personaje. Juan, a media lengua, dijo: Papá mató a mamá . Nos quedamos petrificados".
Juan suelta una carcajada. Evidentemente jamás le habían contado esa historia. Vicky no puede evitar el brillo de orgullo maternal en sus ojos: "Cuando tenía 6 años, ensayó todo el año para una obra de teatro. El día que fuimos a la presentación, vimos que lo único que hacía era mover unas cajas de un lado a otro y que además tenía la cara tapada con una máscara. Nunca supimos quién era Juan".
Pero eso fue prueba justamente de lo que había visto y de lo que ahora aplica: "Ningún papel es pequeño y para todos hay que prepararse con igual rigor".
Por qué se puso tan furiosa cuando él le dijo que quería ser actor?
Cuando tenía 5 años, Juan decía que cuando fuera grande quería ser millonario. Ser actor es incompatible con eso. Pero me tocó aceptarlo, más después de ver que durante su infancia renunció a la rumba, a los amigos y al fútbol para concentrarse en los ensayos. Hoy sé que solo quiero que mis dos hijos sean felices y eso se logra con la coherencia que haya entre el sentir, el pensar y el hacer.
Pero duerme tranquila?
No. Pues aunque los dos son buenos en lo que hacen, el país no ofrece muchas perspectivas para los que seriamente se dedican al arte. Y también sé que la única forma de hacer esto es dedicándose definitiva y totalmente. No creo en los que dicen que hacen otra carrera por si la actuación no les funciona.
Y usted Juan, qué piensa de la fama?
Hay espacios en los que quiero pasar inadvertido. La fama no tiene peso ni sustento y la hace el trabajo de otra gente. Prefiero el reconocimiento, que sí tiene sustancia. Ese se gana con el trabajo propio.
Dicen que lo que se hereda no se hurta, no solo en el talento sino también en la forma de pensar. Por eso, cuando se les menciona la palabra farándula es como si se les hubiera hablado del anticristo: "Es un término despectivo, donde cabe todo indiscriminadamente -apunta Vicky-. Es distinto hablar de farándula a referirse a trabajadores de la escena, a actores, a directores... La farándula es superflua. Si alguien me dice que soy parte de la farándula, no le pongo atención".
Hoy, con 22 años, y todavía con el sueño de hacerse millonario. Cada que puede, en una charla o como esta tarde, alrededor de un café, Juan Sebastián insiste en la pregunta que ha hecho desde niño, al bajarse de un escenario: Mamá, es creíble? "Esa es la clave de saber actuar, que sea verosímil", finaliza Vicky.
DIEGO LEON GIRALDO S.Subeditor de Televisión
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