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LA MUERTE DEL DISEÑADOR

En sus 10 años como director creativo de Gucci, Tom Ford llevó a la octogenaria compañía florentina de productos de cuero del borde de la bancarrota a la cima del éxito. Con sus descaderados sensuales de terciopelo, sus tacos aguja de chica mala y sus sofisticadas carteras con bambú, Ford transformó a Gucci en la marca de lujo por excelencia para los jóvenes y bellos de todo el mundo.

Newsweek
En sus 10 años como director creativo de Gucci, Tom Ford llevó a la octogenaria compañía florentina de productos de cuero del borde de la bancarrota a la cima del éxito. Con sus descaderados sensuales de terciopelo, sus tacos aguja de chica mala y sus sofisticadas carteras con bambú, Ford transformó a Gucci en la marca de lujo por excelencia para los jóvenes y bellos de todo el mundo.
En 2002, las ventas de Gucci rozaron los 2.000 millones de dólares, nueve veces más que cuando llegó Ford. Entonces, por qué Gucci lo deja ir?
Después de un año de precarias conversaciones con los accionistas mayoritarios de Gucci, Pinault Printemps-Redoute S.A. (PPR), Ford y el presidente Doménico De Sole anunciaron el noviembre último que no renovarían sus contratos.
El miércoles, Ford presentó en Milán su última colección de ropa femenina para Gucci. Y la semana que viene en París, se despedirá de Yves Saint Laurent Rive Gauche, propiedad de PPR, que también diseña.
Ford, de 42 años, que se negó a ser entrevistado para esta nota, no ha anunciado aún sus futuros planes. Los rumores dicen que va a hacer de todo desde ponerse al frente de Versace hasta ser productor de cine en Hollywood.
Pero su historia en Gucci arroja luz sobre la industria de la moda de lujo. De hecho, su gestión acompañó un boom de una década para la couture lujosa, que actualmente alcanza una facturación de 100.000 millones de dólares al año. Sin embargo, su alejamiento muestra que en el mercado actual de muchos conglomerados, ser uno de los diseñadores más exitosos del mundo no es garantía de tener empleo. A medida que las empresas de lujo van volviéndose más y más grandes, el papel del couturier pierde protagonismo. El mensaje: podemos reemplazarte.
Desde mediados de los 90, magnates como FranPinault, Patrizio Bertelli de Prada y Bernard Arnault, de LVMH, han estado comprando los nombres de lujo más famosos y dándoles nuevo vigor, transformándolos de pequeñas empresas familiares en marcas multinacionales con ventas anuales por 1.000 millones de dólares o más.
En el camino, los titanes del lujo desplazaron el centro de atención de la moda lujosa del diseñador a la marca. Esto permite que los jefes cambien de diseñadores regularmente sin alterar la imagen de la casa. Celine, por ejemplo, está buscando un reemplazante para Michael Kors y Givenchy está por contratar a su cuarto diseñador de ropa femenina en ocho años.
Todo empezó a cambiar cuando en 1983, Arnault compro la casa Dior, seguido por Louis Vuitton, Givenchy, Kenzo y Celine, y empezó a construir el primer megagrupo de lujo. Su método: tomar una marca clásica, contratar a un diseñador joven desconocido y relanzarla. Muy pronto, los magnates del negocio de la moda de lujo siguieron su modelo.
Muchos diseñadores abandonaron el sueño de tener sus propias etiquetas. Otros vendieron sus marcas a los grupos y perdieron el control de sus nombres. Todavía se están sintiendo las repercusiones; hoy es mucho más difícil que los nuevos nombres lancen sus propias líneas.
El negocio de la moda de lujo ahora está principalmente compuesto por un número establecido de marcas de casas, de las cuales muy pocas son diseñadas por el nombre que figura en la etiqueta ni son de su propiedad.
Ford ayudó a cultivar esta estrategia y fue su víctima. En su primer día en Gucci, en 1990, diseñó la cartera con manija de bambú y se convirtió rápidamente su primer mega-vendedor. En 1994, asumió como director creativo. Cuando presentó su primera colección en marzo de 1995, sacudió la imagen aristocrática y formal de la marca y estableció una voz más moderna y sensual. El look de Ford atrajo a un nuevo cliente joven y gastador.
En 1999, después de una absorción hostil de Arnault, Pinault compró una participación mayoritaria en Gucci y contribuyó a establecer un nuevo conglomerado de lujo llamado Gucci Group, con Gucci e Yves Saint-Laurent Rive Gauche como sus pilares. Muy pronto, Ford diseñaba ambas etiquetas, y posteriormente De Sole y él usaron su modelo Gucci para transformar Rive Gauche en una marca. Aplicaron la misma fórmula a Balenciaga, Bottega Veneta y el joyero Boucheron.
Ford y De Sole en definitiva dejaron Gucci porque querían seguir manejando la empresa en forma independiente. Ahora PPR planea incluirla en el conglomerado, dándole un perfil más empresario que centrado en un diseñador. Si bien Ford llegó a estar en el centro de la escena asistiendo a fiestas de los Oscar y apareciendo en programas periodísticos de televisión o tapas de revistas - desde el punto de vista de PPR era nada más que un empleado. En el mercado de lujo actual, las verdaderas estrellas son las marcas. FOTO:
Tom Ford cuando era despedido el miércoles pasado en la pasarela de Gucci en la semana de la moda de Milán.
AFP
Newsweek
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