En esencia, mientras Peñalosa afirma que no hubo precipitud para entregar TransMilenio, el editorial señala que no en vano la firma mexicana Cemex, proveedora del material, acepta someterse a la decisión de un tribunal de arbitramiento que defina su responsabilidad en las fallas que se han presentado, no solo en el caso de la troncal de la Avenida Jiménez, sino en el de la Autopista Norte. Seguidamente agrega que esa actitud -la de Cemex- no exime de culpa a las autoridades que firmaron los contratos y avalaron las obras, comenzando por el entonces director del IDU, Andrés Camargo, y su superior inmediato, el ex alcalde Enrique Peñalosa .
Este grave hecho -el de que las losas de los corredores de TransMilenio se levanten todos los días o se rompan como obleas , según el editorialista- recuerda los continuos fracasos del ya famoso puente de la calle 92 en Bogotá (famoso porque desde sus inicios quedó mal construido), lo que refleja a las claras el sentido de la responsabilidad que tiene Andrés Pastrana como dirigente público y, concretamente, la que tuvo como Alcalde. Puente inhabilitado no se sabe en cuántas ocasiones, pese a que, luego de inaugurado y cíclicamente cerrado, ya fue reconstruido. En efecto, son muchas las veces que, incluso sin aviso alguno, ha tenido que cerrarse, justo donde empata con la Autopista Norte -hoy también desbaratada por malas herencias-, con el fin de someterlo a todo tipo de reparaciones.
Esa, señores, es la historia. No olvido que con tal de cortar la tradicional cintica azul ( cintica azul y proceder villano , dicen algunos), el entonces alcalde Pastrana hizo lo posible y lo imposible para llevarse las palmas, lográndolo. Lo que se omite es que cinco años después de haber entrado en servicio -es decir, en 1995- el bendito puente ya había sufrido seis arreglos, para no hablar de su actual situación.
La ligereza de Andrés -todo un orondo ex presidente- frente a esta obra específica no tiene antecedentes. Pero por eso preocupa ahora que las distintas troncales de TransMilenio se estén literalmente desbaratando, por razones técnicas, y que políticamente sus promotores no asuman sus responsabilidades plenas. Nadie discute que TransMilenio ha revolucionado a una ciudad cada día más congestionada y aún con grandes deficiencias en materia de transporte público; pero semejante importancia difícilmente exculpa las fallas que hoy se registran de quienes lo concibieron, así ellos personalmente no hubieran puesto el relleno fluido .
No es aceptable que porque Lucho Garzón aboga por un modelo de ciudad distinto del de Peñalosa y aun del de Mockus, ahora resulta ser el injusto paganini de los fracasos de las diferentes troncales, en cuanto hace al tal relleno fluido. No, eso no. Los responsables son otros y más directamente quienes permitieron en su momento -con esas especificaciones- tan millonarios contratos para adelantar las obras. Y ello sin aludir a las goteras que hay en las estaciones.
Nadie está diciendo que dichos dineros los usurparon ni los usufructuaron Enrique Peñalosa y Andrés Camargo. Eso, de ninguna manera! Mas presumir que en cierta forma se malgastaron, cuando no cumplieron la solidez de sus objetivos, no es un exceso ni resulta faltar a la verdad. Y si Peñalosa reclama algún día ser Presidente de este país, como él anhela y muchos lo desearían, debe salir a poner la cara frente a estas losas que se rompen como obleas , lo que nunca hizo Andrés Pastrana en relación con el puente de la 92. Puente podrido y ene mil veces quebrado, pero que ahí está, cual vivo retrato del impopular partero.
Lo único que la ciudadanía -los bogotanos que cumplidamente pagamos nuestros impuestos- no tiene por qué aguantarse son los famosos plazos políticos para inaugurar obras con afanes ídem: afanes políticos! Que después, por hacerse a un apresurado ritmo protagónico, pueden convertirse -desde ese punto de vista- en verdadero bumerán.
No pasó con Pastrana gracias a cierta amnesia colectiva y a que entonces se ignoraba qué significaba, en la práctica, tener responsabilidades políticas. Todavía hoy este es un concepto vaporoso, aunque ya más inquietante. Y aun cuando pocos son los que queremos que la candidatura presidencial de Peñalosa termine sepultada por culpa de dichas losas que durante su Administración, como burgomaestre, quedaron mal porque no reunieron las condiciones técnicas de resistencia ofrecidas para fijarlas en suelo duro, es muy lamentable que los contribuyentes tengamos ahora que sufragar los sobrecostos de sus fallas y desfases. Sobrecostos cada vez más alarmantes ante unas arcas, como las del Distrito, solo tan huecas como los huecos que está dejando TransMilenio en todas partes