Otra razón del referido homenaje es que en 1992 se cumplen 400 años de la instalación de los Jesuitas en nuestro país. Los primeros llegaron en 1589 a Cartagena de Indias con el deseo de instalarse en la Nueva Granada, pero hubieron de reducir su obra a misiones religiosas en Santafé, sus alrededores y Pamplona. El respectivo permiso dependía del Provincial de Lima y el de Quito les aconsejó que no lo pidieran. Su primera fundación tuvo lugar en la misma Cartagena, donde desembarcaron en julio de 1604 los Padres Francisco Perlín y Hernando Núñez.
Sin dinero con qué pagar los alimentos, el Obispo de la Diócesis, Fray Juan de Ladrada, solicitó limosnas a los habitantes de la ciudad, quienes contribuyeron generosamente. Siguieron el establecimiento del Colegio, inaugurado el 14 de julio de 1605, la edificación del templo y otras obras admirables, entre las cuales se destacó el ministerio para catequizar a los negros, importados de Africa cual vil mercancía . Es oportuno recordar al respecto la magnífica labor de San Pedro Claver, el esclavo de los esclavos .
La fundación del Colegio Máximo de San Bartolomé tuvo lugar en 1604. El sitio es el mismo que hoy ocupa. Cabe señalar que entonces era propietario de toda la manzana, incluyendo El Aula que sigue a la iglesia de San Ignacio. En dicha institución se enseñaron gramática, letras, la lengua chibcha y ciencias físicas. Vino después la Universidad Javeriana, que abrió sus puertas en 1622. El plan de estudios de ésta comprendía humanidades, filosofía, teología y medicina. Esta se enseñó por primera vez en la Nueva Granada. También dieron al servicio la primera botica que hubo en Santafé.
Además de los señalados, la Compañía de Jesús creó colegios en Santafé de Antioquia, Buga, Mompox, Pamplona, Panamá, Pasto, Popayán, Tunja y Barranquilla, Bucaramanga y Ocaña, a su regreso de la tercera expulsión de nuestro país. Además se les confiaron los seminarios de Santafé y Popayán. Su actividad más difícil fue la de las Misiones para cristianizar y atraer a la civilización los indígenas que poblaban los Llanos Orientales, la Orinoquia, el Putumayo y las vertientes de la Cordillera Central, en los hoy departamentos de Caldas, Huila y Tolima. Numerosos jesuitas murieron a causa de enfermedades tropicales y de la violencia de los caribes, impulsados por los holandeses, que habían conquistado las Guayanas.
Los hijos de San Ignacio se ocuparon como misioneros de las lenguas indígenas y nos legaron gramáticas y diccionarios de las que hablaban Chibchas, Achaguas, Sálivas, Saruras, Betoyes, Jiraras, Caribes, y algunas más. Al padre Rivero debemos los estudios de las lenguas Guahiva, Chiricoa, Airica y Jirara y gozaba tanto haciéndolo que decía a uno de sus compañeros: Miro cada palabra, verbo y frase de estas lenguas, como granos de oro finísimo que recojo con santa codicia .
La obra principal de los Jesuitas en los días que corren es la Universidad Javeriana, una de las mejores con que cuenta nuestra patria. En ella se enseñan medicina, odotología, jurisprudencia, arquitectura, psicología, filosofía, literatura, pedagogía, ciencias de la comunicación. Ninguna actividad científica y humanística escapa a sus planes y programas. La enseñanza secundaria continúa siendo motivo de su actividad pedagógica en el Colegio de San Bartolomé en Bogotá y en otros de varias ciudades del país. Igual ocurre con su atención a las clases desprotegidas. Para el caso baste citar el Círculo de Obreros, que funciona en la capital. Como hermandad religiosa, la Compañía de Jesús cumple a cabalidad con la misión de Cristo en la Tierra.