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EUROPA 25: UN HECHO HISTÓRICO

Hoy sábado, la Unión Europea registrará una súbita grande ampliación. Los 15 países que forman el club se convertirán en 25 a partir de este primero de mayo. Tras una antesala de varios años, que implicó acomodar sus constituciones a los dictados de la Unión, desde hoy serán nuevos miembros con pleno derecho Chipre, Eslovenia, Estonia, Hungría, Lituania, Letonia, Malta, la República Eslovaca, la República Checa y Polonia. Su territorio, que ya va desde el Artico hasta el Mediterráneo y desde el Atlántico hasta el Egeo, crecerá en 34 por ciento y su población, actualmente de 370 millones de almas, llegará a 475 millones.

Redacción El Tiempo
Hoy sábado, la Unión Europea registrará una súbita grande ampliación. Los 15 países que forman el club se convertirán en 25 a partir de este primero de mayo. Tras una antesala de varios años, que implicó acomodar sus constituciones a los dictados de la Unión, desde hoy serán nuevos miembros con pleno derecho Chipre, Eslovenia, Estonia, Hungría, Lituania, Letonia, Malta, la República Eslovaca, la República Checa y Polonia. Su territorio, que ya va desde el Artico hasta el Mediterráneo y desde el Atlántico hasta el Egeo, crecerá en 34 por ciento y su población, actualmente de 370 millones de almas, llegará a 475 millones.
Los 10 países que acogerán como su segunda bandera la de 12 estrellas inmutables y cantarán como himno metanacional la Novena Sinfonía de Beethoven proceden casi en su totalidad de Europa del Este. Algunos formaban parte de la Unión Soviética. Buena parte de ellos se hallaban hace 15 años tras la llamada Cortina de Hierro y veían a sus vecinos como adversarios. Hoy pasan a ser sus socios. Su ingreso otorgará a sus ciudadanos, entre otros beneficios, la libertad de circular, trabajar y elegir autoridades locales en cualquier punto de la Unión, aunque dos de estos últimos restringidas por un tiempo inicial. Tendrán voto en el Parlamento Europeo; abandonarán sus monedas tradicionales y se acogerán al euro; aspirarán a ciertos subsidios agrícolas y culturales; compartirán determinados servicios e impondrán una especie de sello invisible de estabilidad democrática en sociedades que hasta hace poco eran regidas por dictadores.
Pese a todos estos factores favorables, no se trata, sin embargo, de un pasaporte al Paraíso. La camada que se suma a antiguas ampliaciones aporta más problemas inmediatos que soluciones. Son países más pobres que la media europea actual, y rebajarán los promedios de riqueza de la Unión. Algunos, como Polonia, triplican la tasa de desempleo típica, lo que podría arrojar una caudalosa salida de mano de obra hacia países como Alemania y Francia. La brecha entre los miembros anteriores y algunos de los nuevos llega a ser abismal. Al ritmo actual de crecimiento de su renta nacional per cápita, Chipre necesitará 21 años para alcanzar el promedio de la UE; Malta, 29; Hungría, 34, y Polonia, 59. Sería ingenuo pensar que la aparición de tantos países menesterosos en el banquete de la Unión no traerá problemas y tensiones. Pero la apuesta europea es de largo plazo y viejos y nuevos miembros están seguros de que la ampliación del mercado y la suscripción de los valores comunes serán beneficiosos, a la larga, para todos y reforzarán el bloque del Viejo Continente en el concierto mundial.
Al examinar lo que hoy ocurrirá en Bruselas, parece increíble que hace menos de 60 años hubiera terminado la II Guerra Mundial con la división de Europa y que hace menos de tres lustros estuviera en pie el Muro de Berlín. Asistimos a un acontecimiento sencillamente histórico.
Sería ingenuo pensar que con la aparición de tantos países menesterosos en el banquete de la Unión, esta será propiamente el paraíso.
Redacción El Tiempo
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