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CUANDO SEBAS APRENDIÓ A AMARRARSE LOS ZAPATOS

Ese miércoles a las 6:50 de la mañana, cuando Juan Sebastián se subió al bus del colegio, no cabía de la dicha. Por fin, y después de dos semanas de intentos, a sus 4 años había logrado hacerles nudo y moño a los cordones de los zapatos.

Ese miércoles a las 6:50 de la mañana, cuando Juan Sebastián se subió al bus del colegio, no cabía de la dicha. Por fin, y después de dos semanas de intentos, a sus 4 años había logrado hacerles nudo y moño a los cordones de los zapatos.
"Ya se sentía grande por eso" recuerda su papá, William Reyes, sin poder esconder la emoción que sintió esa mañana.
salió de la casa con la carita hinchada de orgullo, como quien cree que está para cosas grandes. De hecho, ya había dado en febrero otro paso gigante: había dejado de asistir al jardín infantil Harvard para estudiar en el colegio Agustiniano.
Su hermano Andrés Felipe, de 9 años, no estaba menos contento. Desde el domingo ya tenía prácticamente grabados en la cabeza los nombres de las capitales de todos los departamentos de Colombia. Con eso fijo iba a recuperar el logro perdido de sociales.
Aún no eran las 7 de la mañana y el día parecía especialmente perfecto .
Los Reyes Beltrán viven en el conjunto la Campiña de Suba, cerca del centro comercial Centro Suba y mucho esfuerzodice William pusieron a estudiar a sus hijos en el Agustiniano para que fuerande bien.
El ajetreo no era fácil. William salía antes que sus hijos de la casa para ir a su trabajo a Bancafé. Esperanza, la mamá, los llevaba hasta el bus y seguía hacia su trabajo en Segurandes. Los dos, además, estudian de noche.
De manera que cuando Juan Sebastián y Andrés Felipe llegaban del colegio los recibía Johanna, la mujer que los cuidaba. Hacia las 4:20 de la tarde, todos los días religiosamente, el papá los llamaba por teléfono para preguntarles por el colegio y orientarlos en las tareas.
Entre semana los veía solo por la mañana. En la noche cuando llegaba les daba el beso de las buenas noches. Por eso los fines de semana eran tan importantesrecuerda Esperanza entre sollozos.
Andrés, dicen sus papás, a pesar de su edad pensaba como un adulto y tal vez por eso quería ser sacerdote. También le gustaba ser ingeniero de sistemas y en los últimos meses estaba mostrando un especial talento por el dibujo.
Cuando estaban en la calle se la pasaba pendiente de su hermanitoSebasi .coja de la mano al niño porque sale corriendo y lo pisa un carrole repitió en más de una ocasión a Esperanza.
Juan Sebastián era todo ternura, ordenado, cariñoso y le enseñaba a su hermanito mayor a no decir mentiras. Por lo pronto, además, daba muestras de tener madera para el baile.
Los dos descubrieron un CD de Leo Dan y convirtieron dos de las canciones en los himnos del hogar. yRaquelitai en honor de sus abuelasrelata Esperanza.
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Corte a lo Montoya
Andrés Felipe, el sábado hace ocho días, cansado de esperar que sus papás cayeran en la cuenta de que era el Día del Niño entró en la habitación de ellos tarde en la noche y se encargó de recordárselos.
importa papito eso es todo el mesle respondieron y al día siguiente resolvieron llevarlos de sorpresa a McDonaldi s.
Ese domingo, antes de la hamburguesa a Andrés se le ocurrió que quería cortarse el cabellobien corticoi . Y recuerdan sus papás después de salir del salón se miró al espejo, consideró que no había quedado lo suficientemente parecido a Juan Pablo Montoya y los hizo devolver.
Ya en McDonaldi s, dedicó un buen rato a jugar, fascinado, con el X Box. Y fue cuando el papá le dio el empujón definitivo para aprenderse las capitales:dijimos que si mejoraba en sociales y estaba entre los 10 mejores, le comprábamos el X Box
La jornada dominical la terminaron con sendas visitas a las dos abuelitas, en el barrio San Carlos, en el sur. Allá comieron y al caer la tarde, de regreso a casa, Andrés Felipe estaba encantado jugando con su mamá a que ella le dijera departamentos y él le contestaba con capitales.
El tema que los ocupó los primeros días de la semana fue una carta que debían escribir William y Esperanza para que su hijo, Andrés Felipe, la leyera el miércoles en una convivencia que tenían en Fontibón.escribimos que lo amábamos y que él y su hermano eran nuestra alegría. Le hablamos de sus cualidades, de que tenía que seguir mejorando en el orden y de que nos hacía reflexionar en muchas cosas.
Una profesora me dijo que él la leyó y se conmovió muchísimo
Los dos niños se acostaron a dormir, por última vez, en sus camarotes a las 8 y 30 de la noche del martes.
miércoles los levanté a las 5 de la mañana. El primero en saltar de la cama, como siempre, fue Juan Sebastián. Luego Andrés Felipe que cada día estaba menos perezoso. Los bañé y se los di a mi esposa para que los vistierarecuerda William.
casi no hice nada porque ellos ya estaban aprendiendo a vestirse solos. Desayunaron frutas con cereal y leche. A Sebastián le dábamos pitahaya porque tenía problemas de colon
y los dejé en la ruta. Iban contentos por sus logros. Les di un beso, me abrazaron y se fueron. Supe que Andrés la pasó muy bien en la convivencia. No supimos más.
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