Se trata de Poesía a la carta , un servicio que presta la Casa de Poesía Silva. En la memoria de un pequeño Macintosh hay, por lo pronto, almacenados cerca de 1.000 poemas, la mayoría de Pablo Neruda, pero también de Octavio Paz, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez, Miguel Hernández... En un archivo aparte figuran los colombianos: Julio Jaramillo, José Asunción Silva, León de Greiff, Eduardo Carranza... Y los que todavía no están tienen su espacio reservado.
Para todos hay Poesía a la carta es otra forma de acercar la gente a la poesía, de tener la posibilidad de regalar versos en lugar de flores, de hacer una selección propia de los poemas que más le gustan. Esta idea surgió de la intranquilidad, del ocio, de la solidaridad de los amigos, de la soledad de una cárcel. Para alguien que estuvo allí (que no quiere ser identificado), archivar en un computador los poemas que más le gustaban (los amigos le llevaban libros de poesía), según el estado de ánimo del momento, resultó una poética entretención y una forma de consejería sentimental . Hermano, necesito un poema que hable sobre los ojos para regalarle a mi esposa . Bastaba con oprimir un botón, escoger entre varias posibilidades e imprimir. Otro quería algo sobre las manos; también quedaba contento. Alguno deseaba calmar su despecho y lo lograba.
Eso mismo sucede ahora, pero en otro lugar. Basta con llegar a la Casa Silva, atravesar el corredor flanquaedo por paredes con vidrios de colores, la sala Rafael Maya y la Porfirio Barba Jacob, pasar junto al patio central y entrar a la librería de paredes cereza y gruesas vigas de madera. Allí está ese extraño aparato manejado por Felipe Gómez, un estudiante de literatura que abandonó la facultad de sistemas. El se encarga de que todos salgan contentos: el que solicita determinado poema, autor o tema (puede ser de ecología, amor, despecho; incluso, alguien pidió versos sobre agricultura); el que escoge algo de los catálogos o el estudiante que en una vieja libreta tiene guardados unos versos que escribió y que quiere pasar en limpio. Por cada hoja impresa se cobra 400 pesos y 300 para estudiantes, más la carpeta.
Y para no ponerles obstáculos a los sentimientos, se está organizando (todavía no está en funcionameinto) un sistema más fácil: el de pedidos a domicilio. Se llama por teléfono, se escoge el material y llega a donde se quiere enviar.