Hombre pujante y emprendedor, vio crecer a Pereira y la ciudad lo vio crecer a él. Comenzó como secretario de Hacienda del Viejo Caldas hasta llegar a ser gobernador de Risaralda entre 1975 y 1977. Ha sido tantas veces concejal, que ya perdió la cuenta.
La política lo cogió de sorpresa porque su misión era ensanchar los negocios de importación de su padre. Para eso lo mandaron a estudiar bachillerato y comercio a Medellín.
Pero allá los políticos aprovecharon su capacidad de servicio y lo convirtieron en un líder cívico.
Con ese espíritu, ha sido cofundador del Diario La Tarde, del Club Rialto, del Club Campestre, de la Fundación para el Desarrollo de Risaralda y de la Fundación para el Progreso de Risaralda, entre otras organizaciones comerciales y cívicas.
A sus 86 años, este paisa es todo un patriarca. A él acuden sus tres hijos, sus 13 nietos y sus seis bisnietos. Es con ellos con quienes comparte el tiempo libre. También con su esposa Lucía.
Con todo y que colaboró con el progreso de la ciudad, el ruido lo sacó corriendo. Ahora vive rodeado de pájaros y flores en una casa estilo español.
Allí, en su refugio, lee biografías de grandes hombres y escucha bambucos, en especial los de su compañero de infancia Luis Carlos González. Ya no está para los trotes del fútbol y del tenis que practicaba en su juventud.
Tanta historia sabe de su región, que acaba de entregar a la imprenta un libro sobre la creación de Risaralda.
Como reconocimiento a su labor, el presidente César Gaviria a quien vio crecer y luego nombró alcalde de Pereira cuando era gobernador le otorgará hoy la Orden de Boyacá en el grado de Gran Cruz.